martes, 30 de junio de 2015

En las tormentas de la vida, ¿sigue firme nuestra fe?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 8,23-27. 
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!". Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".  
Comentario

En medio de este mundo en el cual falta para muchos el trabajo, y que sufren por las enfermedades, las guerras y las epidemias que nos agobian, ¿podríamos decir que nuestra fe en Cristo permanece firme? Muchos hermanos para los cuales la vida en los últimos años se ha hecho pesada podrían estar tristes y apesadumbrados, incluso con miedo ante el incierto porvenir. Jesús nos dice hoy a todos: "no tengan miedo, hombres de poca fe". Jesús, a pesar de todo lo que nos parece, está a nuestro alrededor, navega con nosotros.

El mismo nos lo dijo: "Yo estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos". Si los vientos se encrespan y el mar de la vida se agita, Jesús está con nosotros… Quizás duerme, pero está con nosotros. Mientras despierta, debemos achicar el agua, y remar hacia la orilla… de una cosa estamos seguros: Jesús no permitirá que la barca en la cual vamos naufrague. Si en tu vida la crisis ha llegado a tal punto que piensas que naufragarás, no pierdas la fe, despierta al Maestro, que él con una voz calmará todas tus ansiedades y pondrá serenidad en tu vida.

Pbro. Ernesto María Caro
www.mercaba.org 

lunes, 29 de junio de 2015

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes en que celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 16,13-19. 
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 
Comentario

¡No tienes miedo de venir a esta ciudad de Roma, oh apóstol san Pedro!... No temes a esta Roma, dueña del mundo, tu que en casa de Caifás te has acobardado ante una sirvienta del sumo sacerdote. El poder de los emperadores Claudio y Nerón ¿acaso era menor  que el juicio de Pilato o el furor de los dirigentes judíos? Sencillamente era que la fuerza del amor triunfaba en ti sobre las razones del temor; no creías deber tuyo temer a aquellos a quienes has recibido la misión de amar. Esta caridad intrépida, ya la habías recibido cuando el amor que profesaste al Señor se vio fortificado por su triple pregunta (Jn 21, 15s)... ¡Y para hacer crecer tu confianza tenías los signos de tantos milagros, el don de tantos carismas, la experiencia de tantas obras maravillosas!... Así pues, sin dudar de la fecundidad de la empresa ni ignorar el tiempo que te quedaba de vida, tu llevaste el trofeo de la cruz de Cristo a Roma donde te esperaban a la vez, por divina predestinación, el honor de la autoridad y la gloria del martirio.

    En esta misma ciudad llegaba san Pablo, apóstol como tu, instrumento escogido (Ac 9,19) y maestro de los paganos (1Tm 2,7) para estar contigo en este tiempo en el cual todo lo que era inocencia, todo lo que era libertad, todo lo que era pudor estaban oprimidos bajo el poder de Nerón. Fue él quien, en su locura, fue el primero en decretar una persecución general y atroz contra el nombre cristiano, como si la gracia de Dios pudiera ser constreñida por la matanza de los santos... Pero «preciosa es a los ojos de Dios la muerte de sus santos» (sal 115, 15). Ninguna crueldad ha podido destruir la religión fundada por el misterio de la cruz de Cristo. La Iglesia no sólo no ha menguado sino que se ha engrandecido con las persecuciones; el campo del Señor se ha revestido sin cesar de una más rica siega, cuando los granos, cayendo uno a uno, renacían multiplicados (Jn 12,24). ¡Qué gran descendencia han dado esas dos plantas sembradas al desarrollarse! Millares de santos mártires, imitando el triunfo de estos dos apóstoles han... coronado esta ciudad con una diadema de innombrable pedrería!

San León Magno (¿-c. 461), papa y doctor de la Iglesia
Sermón 82/69 para el aniversario de los apóstoles Pedro y Pablo
©Evangelizo.org 2001-2015 

domingo, 28 de junio de 2015

"No temas, basta que tengas fe"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este XIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendiga…

Evangelio según San Marcos 5,21-43.
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.  

Comentario

1. "Hija, tu fe te ha curado" Marcos 5, 21. La fe es una actitud humana total frente a Dios, sólo posible con la gracia. Es una respuesta a la Palabra de Dios, una apertura a la Revelación, una réplica amorosa al amor de Dios. La fe es la aceptación de Dios que viene hasta nosotros y la entrega total al Dios que habita en nosotros. La fe cree que Dios existe como Creador: "Credere Deum esse". La fe tiene confianza en Dios, y se abre a su Palabra: "Credere Deo". La fe no sólo es una aceptación de la verdad, ni aferrarse a un bien que se espera, sino que es una relación personal con Dios, una comunión de vida con Dios por Cristo: "Credere in Deum". La fe es comunión de pensamiento con Cristo. Por la fe nuestro propio pensamiento participa en el de Jesús. Por la fe Cristo habita en nuestros corazones; la fe cautiva nuestro pensamiento en la obediencia a Cristo. Así mismo la fe es conocimiento. Creer y saber. Cuya luz no es propia del hombre, sino participación de la luz de Dios, que engendra certeza. Pura gracia, no acción ni realización personal. Por eso hemos de pedir la fe. 

2. "Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes" Sabiduría 1, 13. Quien crea algo, no lo hace para destruirlo. Quiere que permanezca. Hasta en las fallas de Valencia, cuyo fin es la destrucción en cenizas se da la necesidad de no destruirlas todas, por eso simbólicamente "se indulta al ninot". Dios crea no para destruir. Dios no quiere la muerte. No creó la muerte. Fue consecuencia de una desobediencia. La muerte fue colada en el mundo de la creación por el diablo, y además por envidia. “Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su naturaleza. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo” Muerte anunciada y Vida recuperada también anunciada: "Una mujer aplastará tu cabeza"[1]. El primer resucitado es Cristo. Pero Él es la Cabeza, luego también nosotros, sus miembros, resucitaremos. "Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que mueren"[2].

Cristo, que es la Vida, resucita a la hija de Jairo: "Señor, mi niña está en las últimas". Todavía estaba hablando, cuando llegaron de la casa del jefe de la sinagoga: "Tu hija se ha muerto". Como diciendo: no hay nada que hacer. Cuando se ha perdido la confianza, siempre es demasiado tarde. Pero Jesús, que oyó los comentarios, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". 

3. La niña tiene doce años, está muerta. Jesús le dice: "Niña, levántate". La mujer que padece flujos de sangre, es vieja, y estéril por su enfermedad, está también prácticamente muerta. Jesús le dice: "Vete en paz y con salud". Las dos, la niña y la vieja, encuentran, más allá de su muerte, la vida, la fuerza que sale de Cristo. Las dos resucitadas, tienen toda una vida por delante. Por eso la niña echó a andar, y a la mujer Jesús le dice, "vete en paz". La resurrección es un punto de partida hacia la vida. Y Jesús dijo que dieran de comer a la niña. Comida y vida caminan juntas. ¿Qué tenemos los cristianos para dar de comer a los que el Señor resucita con la fe? El Cuerpo y la Sangre de Cristo, “quien come mi carne y bebe mi sangre no morirá para siempre”. Cristo no omite los detalles. Cristo da más de lo que se pide. El padre de la niña ha pedido curación y ha recibido resurrección. Y Jesús ordena que le den de comer, necesario para que esa vida recuperada se pueda desarrollar cumpliendo sus exigencias biológicas.

4. Ante esta resurrección, con gratitud y confianza rezamos: "El Señor cambia nuestro luto en danzas. Al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo. Sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa" Salmo 29. 

5. Jesús nos ha dejado comida y bebida eucarísticos para alimentar la vida nueva de resucitados, que renueva la resurrección: Su Cuerpo y Sangre, memorial de su muerte y de su propia resurrección, que con firme fe vamos a consagrar y a partir con vosotros. Basta que tengamos fe en el Señor de la vida.
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[1] (Gn 3, 15).
[2] (1 Cor 15,20)

JESUS MARTI BALLESTER. 


sábado, 27 de junio de 2015

‘Anda; que te suceda como has creído’, dice Jesús

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 8,5-17. 
Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole": "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo". Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace". Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos". En cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes". Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. 
Comentario

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.

Rev. D. Xavier Jauset i Clivillé (Lleida, España)

viernes, 26 de junio de 2015

"Lo quiero, queda purificado"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 8,1-4. 

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: "Señor, si quieres, puedes purificarme". Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante quedó purificado de su lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio" 
Comentario

  De la misma manera que el obrar, también el sufrimiento [bajo todas sus formas] forma parte de la existencia humana. Éste deriva, por una parte, de nuestra finitud y, por otra, de la gran cantidad de culpas acumuladas al largo de la historia, y que sigue creciendo sin cesar hasta el momento presente.

     Ciertamente que conviene hacer todo lo posible para atenuar el sufrimiento; impedir, en la medida de lo posible, el sufrimiento de los inocentes; calmar los dolores, ayudar a superar los sufrimientos psíquicos. Todo esto son deberes tanto de la justicia como del amor y forman parte de las exigencias fundamentales de la existencia cristiana y de toda vida verdaderamente humana. En la lucha contra el dolor físico se ha llegado a grandes progresos, pero en el curso de los últimos decenios ha aumentado el sufrimiento de los inocentes y también los sufrimientos psíquicos.

     Sí, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para aliviar el sufrimiento, pero eliminarlo completamente del mundo no forma parte de las posibilidades humanas, simplemente porque no podemos sustraernos de nuestra finitud y porque nadie de entre nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la falta, que, como vemos, es constantemente fuente de dolor. Sólo Dios podría llevarlo a cabo: y sólo un Dios que entra personalmente en la historia haciéndose hombre y sufre en ella. Nosotros sabemos que este Dios existe y que, por tanto, este poder que «quita el pecado del mundo» (Jn 1,29)  está presente en el mundo. Por la fe en la existencia de este poder, la esperanza de que el mundo pueda ser curado, ha aparecido en la historia.

Benedicto XVI, papa 2005-2013
Encíclica «Spe salvi», 36

©Evangelizo.org 2001-2015

jueves, 25 de junio de 2015

O la fe es tu cimiento o no es nada

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 7,21-29. 
Jesús dijo a sus discípulos: "No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas. 
Comentario

¿Qué es construir sólidamente sobre la base de las enseñanzas de Jesús? Es haber puesto a prueba lo que nos ha enseñado y haber comprobado que sí funciona. La fe crece cuando uno ve que funciona, pues ahí se descubre la diferencia entre las fábulas, los anhelos y los puros sueños, de un lado, y la fe, que produce cambios y resultados y da vida, por el otro. Eso aprendemos del evangelio de hoy.

La fe que no se pone en práctica se va volviendo ideas: humo que vuela en nuestra mente y que sirve quizá para hacer especulaciones o discursos adornados pero que ya carece de poder. Cuando llega la prueba, la prueba verdadera, esa fe se derrumba con estrépito, porque nunca sirvió de cimiento.

Y ese es el punto central de este evangelio: o la fe es tu cimiento o no es nada. La fe no sirve para adorno; como adorno, estorba; como cimiento, salva.


http://fraynelson.com/homilias.html.

miércoles, 24 de junio de 2015

“Es necesario que Él crezca y yo disminuya”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles en que celebramos la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 1,57-66.80. 
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.  Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel. 
Comentario

El nacimiento de Juan y el de Jesús, y sus correspondientes Pasiones, han marcado la diferencia entre ambos. Porque Juan nace cuando el día empieza a decrecer; Cristo, cuando el día se dispone a crecer. La disminución del día es, para uno, el símbolo de su muerte violenta. Su crecimiento, para el otro, la exaltación de la cruz.

    Hay también un secreto sentido que el Señor revela… en referencia a esta frase de Juan sobre Jesús: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”. Toda la justicia humana… se había consumado en Juan; dijo de él la Verdad: “Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan, el Bautista” (Mt 11,11). Ningún hombre, pues, es superior a él; pero no era sino un hombre. Ahora bien, en nuestra gracia cristiana, se nos pide de no gloriarnos en el hombre, sino que “si alguno se gloría, que se gloríe en el Señor” (2C 10,17): el hombre, en su Dios; el servidor, en su amo. Es por esto que Juan grita: “Es necesario que él crezca y yo disminuya.” Ciertamente que Dios ni disminuye ni crece en sí mismo, sino en los hombres; a medida que aumenta el verdadero fervor, la gracia divina crece y el poder humano disminuye, hasta que llega a su fin la morada de Dios que está en todos los miembros de Cristo, y donde toda tiranía, toda autoridad, y todo poder, mueren, y donde Dios es todo en todos (Col 3,11).

    Juan, el evangelista, dice: “Había la verdadera luz, la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (1,9): y Juan, el Bautista, dice: “De su plenitud todos hemos recibido” (Jn 1,16). Cuando la luz, que en ella misma es siempre total, crece en el que es iluminado por ella, éste decrece en él mismo cuando deja de tener lo que estaba sin Dios. Porque el hombre, sin Dios, no puede más que pecar, y su poder humano disminuye cuando triunfa en él la gracia divina, destructora del pecado. La debilidad de la criatura cede ante el poder del Creador, y la vanidad de nuestros afectos egoístas se hunden ante el universal amor, mientras Juan, el Bautista, desde el fondo de nuestra miseria, grita a la misericordia de Dios: “Es necesario que él crezca y yo disminuya”.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Homilía para el nacimiento de Juan el Bautista

martes, 23 de junio de 2015

¿Dar lo santo a los santos?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 7,6.12-14. 
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran. 
Comentario

En la liturgia oriental se usa una expresión muy significativa cuando llega el momento de la comunión: "Lo santo para los santos." Es una desproporción dar lo santo a los perros, o dar las perlas a los cerdos. Eso se entiende en general pero ¿cómo aplicarlo a casos particulares?

El sentido de esta advertencia de Cristo no puede ser que nos escondamos o que sólo queramos hablar con la gente ya convertida. El Evangelio es todo menos un manual para sectas.

Tampoco el sentido puede ser que usemos un lenguaje esotérico, como han hecho históricamente algunos grupos religiosos, escondiendo el sentido verdadero de las palabras o el propósito de nuestros ritos.

Más bien tiene que ver con una cierta prudencia, un comprender que lo que nos ha sido revelado lo ha sido para salvación nuestra y lleva siempre el sello de la sabiduría divina. La palabra clave es "dispensación": Dios ha dispensado, ha dado en dosis apropiadas su mensaje de arrepentimiento y de gracia, de conversión y de compasión. Como testigos de esta providencia suya y de esta dispensación suya, también a nosotros nos corresponde dispensar con sabiduría, amor y poder lo que hemos recibido, entendiendo bien en qué parte del proceso se encuentra quien nos escucha, de modo que lo que reciba lo reciba para su bien.

lunes, 22 de junio de 2015

'Con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará’

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 12ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 7,1-5. 
Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.  

Comentario

Con este ejemplo, Jesús nos enseña como se ha de hacer y en que consiste la “corrección fraterna”. La primera cosas que debemos entender es que nosotros estamos llenos de defectos, muchas veces más grandes que nuestros propios hermanos (tenemos una viga en el ojo).

Esto nos ha de hacer humildes y no juzgar a los demás por sus debilidades e imperfecciones (cualesquiera que estas sean) pensando que nosotros somos mejores. Sin embargo, esto no quiere decir que no los podamos ayudar, o que primero debemos resolver nuestros propios problemas antes de poder empezar a ayudar a nuestros hermanos; significa, que la ayuda ha de ser hecha, primero, sabiendo que no podemos ver bien (es decir que nuestro juicio puede estar viciado por nuestro propio pecado) y segundo que la ayuda debe ser hecha con mucha caridad (pensemos en lo delicado que debemos de ser para ayudar a una persona a sacar una basurita del ojo… una de las partes más sensibles y delicadas de nuestro cuerpo).

Estos son los dos elementos que debemos de tener en cuenta cuando verdaderamente queremos ayudar a nuestros hermanos a ser mejores, a superar sus imperfecciones, sus faltas. Para resolver nuestros problemas y superar nuestra debilidades necesitamos de la ayuda de los demás… sin embargo esta ha de ser dada con mucha caridad, prudencia, paciencia y delicadeza, pues en esto nos reconocerán verdaderamente como HERMANOS.

Que pases un día lleno del amor de Dios.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
 

domingo, 21 de junio de 2015

Si de verdad crees en Dios, ¿por qué tienes miedo?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Duodécimo Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice….

Evangelio según San Marcos 4,35-41. 
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".  

Comentario

Recibí hace unos meses el siguiente texto: “Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta. ¿Dios creó todo lo que existe? Un estudiante contestó valiente: Sí, lo hizo. ¿Dios creó todo?, preguntó nuevamente el profesor. Sí señor, respondió el joven. El profesor contestó, "Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo". El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe era un mito”.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: ¿Puedo hacer una pregunta, profesor? Por supuesto, respondió el profesor. El joven se puso de pie y preguntó: ¿Profesor, existe el frío? ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío? El muchacho respondió: De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es la ausencia de calor. "Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor".

Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante. El profesor respondió: Por supuesto. El estudiante contestó: Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: Señor, ¿existe el mal? El profesor respondió: Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, gracias a el vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal. A lo que el estudiante respondió: El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz. Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado. El joven se llamaba Albert Einstein”.

La pregunta por el mal está y estará presente frente a nuestra fe vacilante. Los discípulos, ante la tormenta que los amenaza, se acercan a Jesús que duerme en la parte de atrás de la barca, apoyado sobre una almohada y lo despiertan con esta pregunta: “¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?” La respuesta de Jesús fue dar una orden al viento para que se calmara. Inmediatamente, confronta a sus discípulos y les pregunta: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?”. Eso mismo sentimos que nos pregunta el Señor cuando nos sentimos atenazados por el mal. Pero éste no es más que ausencia de Dios y la mejor forma de atacarlo es dejándonos llenar por esa luz que no conoce ocaso y que nos calienta el corazón.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.


Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 20 de junio de 2015

¡Busquemos primero que Dios reine!

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 6,24-34. 
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción. 
Comentario

He aprendido que una buena manera de entender mejor la expresión y mandato que Cristo nos ha dado en el evangelio de hoy es: "busca primero que Dios reine y que su voluntad se cumpla; lo demás vendrá en su momento".

A veces se ha dicho que Dios nos quiere quitar toda angustia y todo afán. Este modo de ver las cosas puede llevar a una idea falsa de paz, como si ser cristiano significara cultivar una especie de ataraxia, de imperturbabilidad que hace que a uno no le importen las cosas, aunque se trate de las más urgentes. Pero tal no fue la idea de Jesús.

El problema al que él apunta, sin duda, es que nuestras afanes por las cosas de cada día nos pueden privar del horizonte para sentir el "afán" profundo por el Reino. Afanados por lo pequeño quedamos distraídos y cansados para preocuparnos y sobre todo para ocuparnos de hacer realidad en nosotros y en torno a nosotros que Dios reine.

http://fraynelson.com/homilias.html.