lunes, 18 de octubre de 2010

Lucas, el evangelista de la misericordia y el camino

¡Amor y paz!

Celebra hoy la Iglesia la fiesta del evangelista San Lucas y el Evangelio nos recuerda el pasaje escrito por él acerca de la misión de los 72. Un momento para reflexionar acerca de la actividad misionera, que debe volver al dinamismo de los primeros años del cristianismo, y que, aunque cambie de métodos, debe siempre centrarse en el seguimiento e imitación de Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre.

Entonemos en honor del evangelista el himno de Laudes del oficio de apóstoles:

Vosotros que escuchasteis la llamada
de viva voz que Cristo os dirigía,

abrid nuestro vivir y nuestra alma

al mensaje de amor que él nos envía.

Vosotros que invitados al banquete
gustasteis el sabor del nuevo vino,

llenad el vaso, del amor que ofrece,

al sediento de Dios en su camino.

Vosotros que lo visteis ya glorioso,
hecho Señor de gloria sempiterna,

haced que nuestro amor conozca el gozo

de vivir junto a él la vida eterna. Amén.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 10,1-9.

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.

Comentario

La fiesta del evangelista San Lucas cierra una semana marcada por tres grandes santos: Teresa de Jesús, Ignacio de Antioquía y Lucas. De su persona sabemos muy pocas cosas, pero nos ha quedado una obra maravillosa en dos partes: el tercer evangelio (dedicado al tiempo de Jesús) y los Hechos de los Apóstoles (dedicados al tiempo del Espíritu, que es el tiempo de la iglesia). Leyendo esta obra se pueden adivinar algunas cosas de este cristiano culto y perseverante. Hay dos que me llaman la atención: el "principio misericordia" y el "principio camino".

Es imposible que Lucas tuviera mal carácter. El Jesús que él nos transmite es el rostro visible de un Dios misericordioso. Sólo Lucas nos transmite, por ejemplo, las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo. Sólo Lucas nos transmite algunos rasgos de María, la madre de Jesús, que caen también dentro del "principio misericordia". Su manera de entender y transmitir el evangelio de Jesús conecta bien con los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a menudo heridos en el camino que "baja de Jerusalén a Jericó", o pródigos que han emigrado de la casa paterna, o discípulos desalentados que huyen de Jerusalén y buscan refugio en su Emaús de siempre.

El "principio camino" se advierte en su evangelio (que está concebido como un camino que va de Galilea a Jerusalén) y en el libro de los Hechos (que está también concebido como un camino que parte de Jerusalén y expande el evangelio por Judea, Samaría y hasta los confines de la tierra). Pero, más allá de este primer significado "geográfico", el camino es una concepción de la vida cristiana, una manera de entender el seguimiento de Jesús como proceso de configuración con él. También esto conecta con nuestra sensibilidad moderna. Hoy, que somos tan conscientes de nuestros límites, nos alegra saber que no podemos con "todo" el evangelio en "todo" momento, pero que podemos ir dando pasos cada día, que podemos colocarnos junto al grupo de hombres y de mujeres que iban poniendo sus pies sobre las huellas dejadas por el Maestro.

Claretianos 2002

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