lunes, 15 de junio de 2015

“No hagan frente al que les hace mal”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 5,38-42. 
Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.  Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 

Comentario

a) Siguen las antítesis con que Jesús quiere hacer entender a sus seguidores un estilo de vida más perfecto y auténtico. Esta vez se trata de nuestra relación con quienes nos han ofendido.

TALIÓN/LEY: La llamada «ley del talión» -ojo por ojo y diente par diente- era una ley que, en su tiempo, representaba un progreso: quería contener el castigo en sus justos límites, y evitar que se tomara la justicia por su cuenta arbitrariamente. Había que castigar sólo en la medida en que se había faltado: «tal como» (de ahí el nombre de «talión», del latín «talis»).

Pero Jesús va más allá, no quiere que se devuelva mal por mal. Pone ejemplos de la vida concreta, como los golpes, o los pleitos, o la petición de préstamos: «no hagáis frente al que os agravia... preséntale la otra mejilla... dale también la capa».

b) Es uno de los aspectos de la doctrina de Jesús que más nos cuesta a sus seguidores. Cuántas veces nos sentimos movidos a devolver mal por mal. Cuando perdonamos, no acabamos de olvidar, dispuestos a echar en cara su falta al que nos ha ofendido y vengarnos de alguna manera.

No se trata, tal vez, de poner la otra mejilla al pie de la letra. Pero sí, de aprender el espíritu de reconciliación, no albergar sentimientos de represalia personal («el que me la hace me la paga»), no devolver mal por mal, sino cortar las escaladas del rencor en nuestro trato con los demás. Jesús nos ha enseñado a amar a todos, también a los que no nos aman.

Esto no es una invitación a aceptar, sin más, las injusticias sociales y a cerrar los ojos a los atentados contra los derechos de la persona humana. Ni Jesús ni los cristianos permanecen indiferentes ante estas injusticias, sino que las denuncian. El mismo Jesús pidió explicaciones, en presencia del sumo sacerdote, al guardia que le abofeteó, y Pablo apeló al César para escapar de la justicia, demasiado parcial, de los judíos. Pero sí se nos enseña que, cuando personalmente somos objeto de una injusticia, no tenemos que ceder a deseos de venganza. Al contrario, que tenemos que saber vencer el mal con el amor. Es como la actitud de no-violencia de Gandhi, que practican tantas personas a la hora de intentar resolver los problemas de este mundo, siguiendo el ejemplo de Jesús que muere pidiendo a Dios que perdone a los que le han llevado a la cruz.

¿Estoy dispuesto a devolver bien por mal, a acompañar durante dos millas al que me pidió la mitad, a prestar fácilmente mis cosas al que me parece que no lo merece o tal vez no me las pueda devolver? O sea, ¿soy una persona de paz, de reconciliación, no porque no me cueste perdonar, sino por mi decisión de imitar a Cristo?

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 36-39