¡Amor y paz!
Estamos tan acostumbrados a esperar signos portentosos, manifestaciones extraordinarias de la voluntad de Dios, que a menudo pasamos por alto que lo verdaderamente importante es Jesús y su mensaje de salvación.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, este Lunes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.Comentario
Lo extraordinario, frecuentemente, se convierte en el lugar donde se espera encontrar la presencia divina. El hombre se dirige allí donde pueden encontrarse soluciones mágicas a sus problemas, fuera del curso normal de los acontecimientos.
Esta forma de búsqueda de señales de la presencia de Dios nos ofusca y llega a hacernos cerrar los ojos ante la verdadera señal que El nos ofrece que, la mayoría de las veces, se presenta bajo las humildes apariencias de los hechos cotidianos de nuestra vida.
La Palabra de Dios en ellos toma la forma de una invitación a la conversión que muchas veces es rechazada porque no nos saca de lo cotidiano sino que pide una respuesta que no nos aleja de ese ámbito.
Por eso, en la vida se nos coloca frecuentemente ante la necesidad de tomar una decisión entre la Persona y la vida de Jesús, por un lado, y nuestro gusto por lo maravilloso, por otro. De esa decisión depende que nos situemos en medio de la generación malvada condenada por Jesús o entre los que aceptan la presencia de Dios como los ninivitas que supieron escuchar la predicación de Jonás y como la Reina del Sur que supo buscar la Sabiduría en Salomón.
La conversión no es otra cosa que reconocer las señales de vida ofrecidas por Dios, asumir su visión y la defensa que Dios hace de Ella. Aceptar la presencia de Dios en Jesús y en los hermanos y confiar en la capacidad de transformación que Dios ha ligado a su Palabra son el único camino válido para el Encuentro auténtico con Dios.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).