¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 7ª semana de Pascua.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: JUAN
17,11B-19
1) ORACIÓN
INICIAL
Padre lleno de amor,
concede a tu Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, dedicarse plenamente a
tu servicio y vivir unida en el amor, según tu voluntad. Por nuestro Señor.
2) LECTURA
Del santo Evangelio según
Juan 17,11b-19
Así habló Jesús, y alzando
los ojos al cielo, dijo: Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado,
para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu
nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido,
salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy
a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría
colmada. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del
mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que
los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me has enviado al
mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo,
para que ellos también sean santificados en la verdad.
3) REFLEXIÓN
• Estamos en la novena de
Pentecostés, esperando la venida del Espíritu Santo. Jesús dice que el don del
Espíritu Santo se da sólo a quien lo pide en la oración (Lc 11,13). En el
cenáculo, durante nueve días, desde la ascensión hasta Pentecostés, los
apóstoles perseveraron en la oración junto con María la madre de Jesús (He
1,14). Por esto conseguirán en abundancia el don del Espíritu Santo (He 2,4).
El evangelio de hoy continúa colocando ante nosotros la Oración Sacerdotal de
Jesús. Es un texto muy bien apto para prepararnos en estos días a la venida del
Espíritu Santo en nuestras vidas.
• Juan 17, 11b-12:
Cuídalos en tu nombre. Jesús transforma su preocupación en plegaria: “¡Cuídalos
en tu nombre, el nombre que tú me diste, para que sean uno como nosotros!"
Todo lo que Jesús hizo en su vida, lo hizo en Nombre de Dios. Jesús es la
manifestación del Nombre de Dios. El Nombre de Dios es Yavé, JHWH. En el tiempo
de Jesús, este Nombre era pronunciado como Adonai, Kyrios, Señor. En el sermón
de Pentecostés, Pedro dice que Jesús, por su resurrección, fue constituido
Señor: “Sepa, entonces, con seguridad toda la gente de Israel que Dios ha hecho
Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificasteis”. (Hec 2,36). Y
Pablo dice que esto se hizo: “para que toda lengua proclame, para gloria de
Dios Padre: ¡Jesús Cristo es el Señor!” (Fil 2,11). Es el “Nombre sobre todo
nombre” (Fil 2,9), JHWH o Yavé, el Nombre de Dios, recibió un rostro concreto
en Jesús de Nazaret. Y es en torno a este nombre que hay que construir la
unidad: Guárdalos en tu nombre, el nombre que tú me diste, para que sean uno
como nosotros. Jesús quiere la unidad de las comunidades, para que puedan
resistir frente al mundo que las odia y persigue. El pueblo unido alrededor del
Nombre de Jesús ¡jamás será vencido!
• Juan 17,13-16: Que en sí
mismos mi alegría sea colmada. Jesús se está despidiendo. Dentro de poco se
irá. Los discípulos continúan en el mundo, serán perseguidos, tendrán
aflicciones. Por esto están tristes. Jesús quiere que tengan alegría plena.
Ellos tendrán que continuar en el mundo sin formar parte del mundo. Esto
significa, bien concretamente, vivir en el sistema del imperio, sea romano o
neoliberal, sin dejarse contaminar por él. Al igual que Jesús y con Jesús,
deben vivir en el mundo sin ser del mundo.
• Juan 17,17-19: Como tú
me enviaste, yo los envío al mundo. Jesús pide que sean consagrados en la
verdad. Esto es, que sean capaces de dedicar toda su vida para testimoniar sus
convicciones respecto de Jesús y de Dios Padre. Jesús se santificó en la medida
en que, en su vida, fue revelando al Padre. Pide que sus discípulos entren en
el mismo proceso de santificación. Su misión es la misma que la de Jesús. Ellos
se santifican en la misma medida en que, viviendo el amor, revelan a Jesús y al
Padre. Santificarse significa volverse humano, como lo fue Jesús. Decía el Papa
León Magno: “Jesús fue tan humano, pero tan humano, como sólo Dios puede ser
humano”. Por esto debemos vivir en el mundo, sin ser del mundo, pues el sistema
deshumaniza la vida humana y la vuelve contraria a las intenciones del Creador.
4) PARA LA
REFLEXIÓN PERSONAL
• Jesús vivió en el mundo,
pero no era del mundo. Vivió en el sistema sin seguir el sistema, y por esto
fue perseguido y condenado a muerte. ¿Yo? ¿Vivo hoy como Jesús lo hizo en su
tiempo, o adapto mi fe al sistema?
• Preparación para
Pentecostés. Invocar el don del Espíritu Santo, el Espíritu que animó a Jesús.
En esta novena de preparación a Pentecostés es bueno sacar un tiempo para pedir
el don del Espíritu de Jesús.
5) ORACIÓN
FINAL
Bendigo al Señor, que me
aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilo. (Sal 16,7-8)
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilo. (Sal 16,7-8)
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