¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio según San
Juan 6,51-58.
Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Comentario
1.1 La liturgia nos ofrece hoy un espacio para meditar sobre el
misterio del amor que se dona en la Santísima Eucaristía. Nos predica una
religiosa, la Hna. Gloria I. Huérfano, O.P., Superiora General de las Dominicas
Hijas de N. S. de Nazareth. La numeración es nuestra.
1.2 ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el
cordero de Pascua? (Mt 26, 17). Jesús celebra su Pascua como un banquete. El
banquete que Jesús preside se celebra como la Pascua de los Judíos. Pero en
este banquete existe una inmensa diferencia y novedad con respecto a la Pascua
Hebrea.
1.3 La cena de Jesús se celebra en el contexto de su pasión y
muerte, y él, en la Eucaristía, anticipa simbólica y realmente su sacrificio de
redención. El es el sacerdote y la víctima de ese sacrificio.
1.4 Jesús aquella noche sustituye el Antiguo por el Nuevo
Testamento: "esta es mi sangre..." (Mt 26, 28). A la antigua Pascua
histórica y figurativa él une y hace suceder su Pascua también histórica,
definitiva, pero figurativa también ella de otro acontecimiento último, la
Parusía final: "No beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo
beba de nuevo con vosotros en el Reino de mi Padre" (Mt 26, 29). Estas
palabras dan a la Eucaristía el carácter de un banquete que tendrá su plena
realización después de nuestra resurrección.
1.5 La Eucaristía es, de hecho, sacramento de comunión con el
Cristo Pascual, con Cristo muerto y resucitado, que ha entrado en una nueva
fase de su existencia, la gloriosa a la derecha del Padre. Comulgar con Jesús
en la Eucaristía significa, por tanto, participar ya desde esta tierra en su
vida gloriosa, en su comunión con el Padre. "Dichosos los invitados a las
bodas del Cordero" (Ap 19,9).
2. Banquete Sagrado
2.1 La liturgia canta bellamente: "Oh sagrado banquete en el
que se recibe a Cristo, se renueva el memorial de su Pasión, el alma se colma
de gracia, y se nos da una prenda de gloria futura". Tomás de Aquino
exclama: "¡Oh banquete precioso y admirable!"
2.2 Dice el texto del evangelio de hoy: "El que come mi carne
y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque
mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne
y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive,
me ha enviado y yo vivo por el Padre, vivirá por mí. El que coma este pan
vivirá para siempre" (Jn 6,54-59).
2.3 San Agustín comenta: "Los hombres quieren lograr con
comida y bebida no tener hambre ni sed. Sin embargo, esto no lo otorga más que
esta comida y esta bebida. Quien las toma se vuelve inmortal e incorruptible y
se ve introducido en la comunión de los santos. Allí habrá paz y unidad
completa y perfecta".
2.4 Realmente es así: Jesucristo hizo en verdad un sacrificio
inconcebiblemente grande, se dio a sí mismo en el Sacramento del altar, para
poder permanecer entre nosotros hasta la consumación de los siglos. La Pascua
completa del Señor se extiende desde el principio de los tiempos hasta la
venida final y definitiva (Mt 24,3). El es el Primogénito de toda la creación.
A través de la persona del Verbo todo ha sido hecho y todo se sigue haciendo
"y sin ella no se hizo nada de cuanto existe" (Jn 1,3). Es más: toda
la creación va convergiendo hacia la persona de Cristo resucitado como hacia un
punto Omega. Todo existe a través de El, con El y por El.
3. Prenda y Esperanza
3.1 De esta gran esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva
en los que habitará la justicia, no tenemos prenda más segura, signo más
manifiesto que la Eucaristía. En efecto cada vez que se celebra este misterio
"se realiza la obra de nuestra redención" (Plegaria Eucarística III
del Misal Romano). Y "partimos un mismo pan que es remedio de
inmortalidad, antídoto para no morir, alimento para vivir en Jesucristo para
siempre" (San Ignacio de Antioquia, Eph. 20,2).
3.2 Concédenos Señor Jesús, por María
tu Madre, gozar plenamente de tu vida divina en el banquete eterno que
pregustamos en este sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre, y seamos ahora
colmados de gracia y bendición. Amén.
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