¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 28ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 12,8-12.
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".
Comentario
Si te alejas de Cristo
quedas lejos de él. Esta frase que parece de Perogrullo es sólo un modo de leer
el evangelio de hoy: tus opciones tienen consecuencias. Dios respetará tu
libertad: si dices que no eres de él, él dirá que no eres de los suyos.
Negar a Cristo puede
parecer algo tan extremo que muchos pensaríamos que jamás lo hemos hecho o lo
haríamos. Para entender la seriedad de lo que está en juego, conviene recordar
el contexto en el que Cristo dijo estas palabras. No fue con ocasión de una
persecución en la que pusieron contra el paredón a algunos cristianos para que
dijeran que negaran su fe y así fueran acribillados.
Fue en un ambiente más
cotidiano: sus obras maravillosas, sus milagros y exorcismos, no eran
reconocidos por sus enemigos, que llegaban incluso a decir que Cristo mismo
estaba poseído por algún demonio. Ellos estaban negando a Cristo porque se
resistían a aceptar su mensaje y la gracia que él ofrece. ¿Cuántas veces nos ha
pasado eso?
Luego está el tema difícil
del pecado contra el Espíritu Santo. Es bueno aquí simplemente recordar lo que
nos enseña el Catecismo de Juan Pablo II, en el n. 1864: "No hay límites a
la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la
misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus
pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (véase Dei Verbum, 46).
Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición
eterna."
http://fraynelson.com/homilias.html.