sábado, 26 de septiembre de 2009

SER SEGUIDORES DE JESÚS EXIGE RADICALIDAD

¡Amor y paz!

Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado 25º. del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,43-45.

Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

COMENTARIO

a) Jesús repite el anuncio sobre su muerte (esta vez no añade su resurrección). Se vuelve a llamar "Hijo del Hombre", apuntando a su mesianismo final, como Señor y Juez del universo.

Los discípulos "no entendían este lenguaje: les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido". Y, además, "les daba miedo preguntarle sobre el asunto".
En otras ocasiones, los evangelistas nos describen los motivos de esta dificultad: los seguidores de Jesús tenían en su cabeza un mesianismo político, con ventajas materiales para ellos mismos, y discutían sobre quién iba a ocupar los puestos de honor a la derecha y la izquierda de Jesús. La cruz no entraba en sus planes.

b) Sí, Jesús despierta admiración, por sus gestos milagrosos y por la profundidad de sus palabras. También a nosotros nos gusta fácilmente ese Jesús.

Pero el Jesús servidor, el Jesús que se ciñe la toalla y lava los pies a los discípulos, el Jesús entregado a la muerte para salvar a la humanidad, eso no lo entendemos tan espontáneamente. Quisiéramos sólo el consuelo y el premio, no el sacrificio y la renuncia. Preferiríamos que no hubiera dicho aquello de que "el que me quiera seguir, tome su cruz cada día".

Pero ser seguidores de Jesús pide radicalidad, no creer en un Jesús que nos hemos hecho nosotros a nuestra medida. Ser colaboradores suyos en la salvación de este mundo también exige su mismo camino, que pasa a través de la cruz y la entrega. Como tuvieron ocasión de experimentar aquellos mismos apóstoles que ahora no le entienden, pero que luego, después de la Pascua y de Pentecostés, estarán dispuestos a sufrir lo que sea, hasta la muerte, para dar testimonio de Jesús.


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 111-114
www.mercaba.org