¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la XX Semana del Tiempo Ordinario.
Hoy celebramos la Memoria
litúrgica de la bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de
Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el
pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
Dios
nos bendice…
Evangelio
según San Mateo 23,1-12.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Comentario
a)
Ayer los fariseos le preguntaban a Jesús, seguramente con no muy buena
intención, cuál era el mandamiento principal. Hoy escuchan un ataque muy serio
de Jesús sobre su conducta: «haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos
hacen, porque ellos no hacen lo que dicen».
Los
fariseos eran buenas personas, deseosas de cumplir la ley, pero en su conducta
mantenían unas actitudes que Jesús desenmascara repetidamente. Su lista empieza
hoy y sigue durante tres días de la semana próxima:
-
se presentan delante de Dios como los justos y cumplidores;
-
se creen superiores a los demás;
-
dan importancia a la apariencia, a la opinión que otros puedan tener de ellos,
y no a lo interior;
-
les gustan los primeros lugares en todo;
-
y que les llamen «maestro», «padre» y «jefe»;
-
quedan bloqueados por detalles insignificantes y descuidan valores
fundamentales en la vida;
-
son hipócritas: aparentan una cosa y son otra;
-
no cumplen lo que enseñan: obligan a otros a llevar fardos pesados, pero ellos
no mueven ni un dedo para ayudarles...
b)
El estilo que enseña Jesús a los suyos es totalmente diferente. Quiere que
seamos árboles que no sólo presenten una apariencia hermosa, sino que demos
frutos. Que no sólo «digamos», sino que «cumplamos la voluntad de Dios».
Exactamente como él, que predicaba lo que ya cumplía. Así empieza el Libro de
los Hechos: «El primer libro (el del evangelio) lo escribí sobre todo lo que
Jesús hizo y enseñó desde el principio» (Hch i, l ).
Hizo
y enseñó. ¿Se podría decir lo mismo de nosotros, sobre todo si somos personas
que enseñan a los demás y tratan de educarles o animarles en la fe cristiana?
¿Mereceríamos
alguna de las acusaciones que Jesús dirige a los fariseos?
Repasemos,
como mirándonos a un espejo, esta lista de defectos y con sinceridad
respondámonos a nosotros mismos. Porque puede ser que también caigamos en lo de
buscar los primeros lugares y lo de cuidar la apariencia exterior, y lo de no
cumplir lo que recomendamos a los demás...
Jesús
ataca, sobre todo, a los que de alguna manera son dirigentes en la sociedad,
porque dicen una cosa y hacen otra. Él quiere que aquellos de entre nosotros
que tengan alguna clase de autoridad no se hagan llamar «maestros, padres,
jefes»: que entiendan esa autoridad como servicio («el primero entre vosotros
será vuestro servidor»), que no se dejen llevar del orgullo («el que se
enaltece será humillado»). El mejor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús, cuando,
en la cena de despedida, se despojó de su manto, se ciñó la toalla y empezó a
lavar los pies a sus discípulos: «si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado
los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14).
Tendremos
que corregir lo que tengamos de fariseos en nuestras actitudes para con Dios y
para con el prójimo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302