¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes 28 del tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Gál 5,1-6):
Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Mirad lo que os digo yo, Pablo: si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada. Lo afirmo de nuevo: el que se circuncida tiene el deber de observar la ley entera. Los que buscáis la justificación por la ley habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia. Para nosotros, la esperanza de la justificación que aguardamos es obra del Espíritu, por medio de la fe, pues, en Cristo Jesús, da lo mismo estar circuncidado o no estarlo; lo único que cuenta es una fe activa en la práctica del amor.
Salmo responsorial: 118
R/. Señor, que me alcance tu favor.
Señor, que me alcance tu favor, tu salvación según tu
promesa.
No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus
mandamientos.
Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás.
Andaré por un camino ancho, buscando tus decretos.
Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo.
Levantaré mis manos hacia ti recitando tus mandatos.
Versículo antes del Evangelio (Heb 4,12):
Aleluya. La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 11,37-41):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».
Comentario
Hoy, el evangelista sitúa a Jesús en un banquete: «Un
fariseo le rogó que fuera a comer con él» (Lc 11,37). ¡En buena hora tuvo tal
ocurrencia! ¡Qué cara debió poner el anfitrión cuando el invitado se saltó la
norma ritual de lavarse (que no era un precepto de la Ley, sino de la tradición
de los antiguos rabinos) y además les censuró contundentemente a él y a su
grupo social!. El fariseo no acertó en el día, y el comportamiento de Jesús,
como diríamos hoy, no fue “políticamente correcto”.
Los evangelios nos muestran que al Señor le importaba poco el “qué dirán” y lo
“políticamente correcto”; por eso, pese a quien pese, ambas cosas no deben ser
norma de actuación de quien se considere cristiano. Jesús condena claramente la
actuación propia de la doble moral, la hipocresía que busca la conveniencia o
el engaño: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato,
mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad» (Lc 11,39). Como siempre,
la Palabra de Dios nos interpela sobre usos y costumbres de nuestra vida
cotidiana, en la que acabamos convirtiendo en “valores” patrañas que intentan
disimular los pecados de soberbia, egoísmo y orgullo, en un intento de
“globalizar” la moral en lo políticamente correcto, para no desentonar y no
quedar marginados, sin que importe el precio a pagar, ni como ennegrezcamos
nuestra alma, pues, a fin de cuentas, todo el mundo lo hace.
Decía san Basilio que «de nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir
según la opinión de los demás». Si somos testigos de Cristo, hemos de saber que
la verdad siempre es y será verdad, aunque lluevan chuzos. Esta es nuestra
misión en medio de los hombres con quienes compartimos la vida, procurando
mantenernos limpios según el modelo de hombre que Dios nos revela en Cristo. La
limpieza del espíritu pasa por encima de las formas sociales y, si en algún
momento nos surge la duda, recordemos que los limpios de corazón verán a Dios.
Que cada uno elija el objetivo de su mirada para toda la eternidad.
Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)
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