sábado, 22 de mayo de 2010

JESÚS INVITA A SEGUIRLO Y A CONFIAR PLENAMENTE EN ÉL

¡Amor y paz!

Concluye hoy el Evangelio según San Juan y también el tiempo pascual, los cincuenta días de celebración gozosa de la resurrección del Señor. Pedro recibe de Jesús la invitación a seguirlo y éste se preocupa por la suerte que le espera a Juan. Una oportunidad para reflexionar sobre nuestro propio seguimiento y sobre la confianza que hay que depositar en el Señor, sin dejarnos angustiar por lo que nos deparará el futuro.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la VII Semana de Pascua. Mañana es Pentecostés.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 21,20-25.

Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?". Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme". Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?". Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.

Comentario

En los versículos anteriores, Pedro había recibido una insinuación de Jesús sobre su futuro personal: sería, por el martirio, testigo de Jesús. A partir de esta insinuación de Jesús, Pedro entró en curiosidad para saber el futuro de Juan, su compañero. Con esto Pedro podía caer en la tentación de saber el futuro de los demás, descuidando así el papel que jugarán y las sorpresas que ofrecerán, a lo largo de la historia, la libertad y la gracia. Es grande la tentación que ordinariamente se tiene de creer en las premoniciones del futuro. Nos parece que una premonición de esta clase da seguridad y tranquilidad.

Pero se nos olvida también el gran daño que hace tener en la mente aferrado el futuro. ¿Y la libertad del ser humano qué papel juega entonces? ¿Y la gracia de Dios no nos podrá dar algunas sorpresas? El gran daño que hace el apoyarse en las lecturas del futuro es el de la pasividad que se crea en nuestro interior frente a la historia que, por haber sido ya establecida, nos parece que es intocable, incambiable. El gran daño que nos hacen los anuncios del futuro es el de pervertir nuestra espiritualidad, el de deformar la realidad de la libertad del ser humano, el de desfigurar la imagen de Dios, Señor de la historia y el de matar todas las energías de nuestro interior destinadas a nuevas propuestas más justas de sociedad.

Por eso lo respuesta de Jesús a Pedro, sobre el destino de Juan, es sabia. No se lo revela. De esta manera Pedro, frente a cualquier hermano, queda abierto al amor, al servicio, a la ayuda diaria que hay que prestar, sin saber el camino que tomará la historia. El determinar el futuro enfría o destruye al amor. Es mejor que el amor esté vivo, aunque se tenga que vivir en incertidumbre. La incertidumbre compromete más la libertad, le da mayores posibilidades a la gracia y le abre siempre nuevos caminos al amor.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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