¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este lunes de la 1a. semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice….
Evangelio según San
Marcos 1,14-20.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Comentario
a) Estamos de inicio de libros. Durante las primeras nueve semanas del Tiempo
Ordinario proclamamos el evangelio de Marcos, que se lee en primer lugar entre
los tres sinópticos, haciendo caso a los estudiosos actuales que sitúan a
Marcos como el evangelio más antiguo, del que dependen en buena parte los otros
dos, Mateo y Lucas. Se podría decir, por tanto, que Marcos es el inventor de
ese género literario tan provechoso que se llama «evangelio»: no es tanto
historia, ni novela, sino «buena noticia». Pudo ser escrito en los años 60, o,
si hacemos caso de los papiros descubiertos en el Qumran, incluso antes.
Con un estilo sencillo, concreto y popular, Marcos
va a ir haciendo pasar ante nuestros ojos los hechos y palabras de Jesús: con
más relieve los hechos que las palabras. Marcos no nos aporta, por ejemplo,
tantos discursos de Jesús como Mateo o tantas parábolas como Lucas. Le interesa
más la persona que la doctrina. En sus páginas está presente Jesús, con su
historia palpitante, sus reacciones, sus miradas, sus sentimientos de afecto o
de ira. Lo que quiere Marcos, y lo dice desde el principio, es presentarnos «el
evangelio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios» (Mc 1,1). Hacia el final del
libro pondrá en labios del centurión las mismas palabras: «Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39).
Además de leer cada año el evangelio de Marcos en
los días feriales de estas nueve semanas, también lo proclamamos en los
domingos de cada tres años.
La página que leemos hoy nos narra el comienzo del
ministerio de Jesús en Galilea, que ocupará varios capítulos. En los versículos
anteriores (Mc 1,1-13) nos hablaba de Juan el Precursor y del bautismo de Jesús
en el Jordán. Son pasajes que leímos en el tiempo de Adviento y Navidad.
El mensaje que Marcos pone en labios de Jesús es
sencillo pero lleno de consecuencias: ha llegado la hora (en griego, «kairós»),
las promesas del Antiguo Testamento se empiezan a cumplir, está cerca el Reino
de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia: la Buena Noticia que tiene que
cambiar nuestra actitud ante la vida.
En seguida empieza ya a llamar a discípulos: hoy a
cuatro, dos parejas de hermanos. El relato es bien escueto. Sólo aporta dos
detalles: que es Jesús el que llama y que los llamados le siguen
inmediatamente, formando ya un grupo en torno suyo.
b) Somos invitados a escuchar a Jesús, nuestro
auténtico Maestro, a lo largo de todo el año, y a seguirle en su camino.
Nuestro primer «evangelio de cabecera» en los días entre semana será Marcos. Es
la escuela de Jesús, el Evangelizador verdadero.
Somos invitados a «convertirnos», o sea, a ir
aceptando en nuestras vidas la mentalidad de Jesús. Si creyéramos de veras,
como aquellos cuatro discípulos, la Buena Noticia que Jesús nos anuncia también
a nosotros, ¿no tendría que cambiar más nuestro estilo de vida? ¿No se nos tendría
que notar que hemos encontrado al Maestro auténtico?
«Convertíos y creed en la Buena Noticia».
Convertirse significa cambiar, abandonar un camino y seguir el que debe ser, el
de Jesús. El Miércoles de Ceniza escuchamos, mientras se nos impone la ceniza,
la doble consigna de la conversión (porque somos polvo) y de la fe (creer en el
evangelio de Jesús). El mensaje de Jesús es radical: no nos puede dejar
indiferentes.
«Lo dejaron todo y le siguieron». Buena disposición
la de aquellos pescadores. A veces los lazos de parentesco (son hermanos) o
sociales (los cuatro son pescadores) tienen también su influencia en la
vocación y en el seguimiento. Luego irán madurando, pero ya desde ahora
manifiestan una fe y una entrega muy meritorias.
«Lo dejaron todo y le siguieron». No es un maestro
que enseña sentado en su cátedra. Es un maestro que camina por delante. Sus
discípulos no son tanto los que aprenden cosas de él, sino los que le siguen,
los que caminan con él. Es más importante la persona que la doctrina. Marcos no
nos revela tanto qué es lo que enseñaba Jesús -aunque también lo dirá- sino
quién es Jesús y qué significa seguirle.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997.Pág. 14-19
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997.Pág. 14-19