¡Amor y paz!
Dios de luz,
bendito seas por cada mañana
y por cada año nuevo,
promesa de vida y de renovación.
bendito seas por cada mañana
y por cada año nuevo,
promesa de vida y de renovación.
Dios de ternura,
bendito seas por el corazón de cada hombre
y por las manos que se abren
en señal de paz.
bendito seas por el corazón de cada hombre
y por las manos que se abren
en señal de paz.
Dios y Padre de Jesucristo,
bendito seas, más aún,
por la mirada de tu Hijo,
reflejo insondable de tu amor.
bendito seas, más aún,
por la mirada de tu Hijo,
reflejo insondable de tu amor.
¡Bendito, glorificado y
santificado seas
por Aquel que abrazó nuestra carne
y nos transfigura en tu luz!
por Aquel que abrazó nuestra carne
y nos transfigura en tu luz!
Que con tu Iglesia
te canten los ángeles en los cielos,
pues tú eres el Dios de lo infinito
y el Dios de toda ternura,
y es a Ti a quien aclamamos.
te canten los ángeles en los cielos,
pues tú eres el Dios de lo infinito
y el Dios de toda ternura,
y es a Ti a quien aclamamos.
Señor Jesucristo,
tu nacimiento fue la aurora de una paz nueva
para los hombres que tú amas.
Mira una vez más el amor
que tú mismo has depositado
en el corazón de tu Iglesia,
y, para que en este nuevo año
pueda ella cantar tu gloria,
dígnate unir nuestras manos
en la unidad y en la alegría.
tu nacimiento fue la aurora de una paz nueva
para los hombres que tú amas.
Mira una vez más el amor
que tú mismo has depositado
en el corazón de tu Iglesia,
y, para que en este nuevo año
pueda ella cantar tu gloria,
dígnate unir nuestras manos
en la unidad y en la alegría.
Quédate con nosotros,
Emmanuel,
y danos una paz que dure por los siglos y siglos sin fin.
y danos una paz que dure por los siglos y siglos sin fin.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes en que celebramos
la solemnidad de Santa María Madre de Dios. Que Ella alcance de su Hijo para
todos nosotros copiosas bendiciones en el año 2013, que acaba de comenzar.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 2,16-21.
Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Comentario
Buenas noticias para empezar.
Empezamos bien el año,
hermanos. Con buenas noticias, que no han aparecido en los telediarios ni en la
prensa, pero que acabamos de escuchar, en la fiesta de Santa María Madre de
Dios.
Todavía estamos en
Navidad. Celebramos el Nacimiento de Cristo. Nuestra atención está centrada en
él, también hoy que recordamos a su Madre. Él se llama Jesús, que significa:
Dios-salva. Y es él el que ilumina nuestra existencia entera y nos ofrece la
salvación de Dios.
Nosotros los cristianos
tenemos motivos mucho más plenos para alegrarnos y esperar que Dios bendiga
nuestro nuevo año, haciendo prosperar la paz en torno nuestro. La razón es la
misma que hemos ido escuchando en todo este tiempo. Y nos la ha dicho Pablo:
"Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción".
-Somos hijos.
O sea, el Hijo de Dios se
ha hecho hombre, en el seno de la Virgen María, para que nosotros, los hombres,
seamos hijos adoptivos de Dios. Por eso podemos decir con confianza, o mejor
aún, es el Espíritu de Dios el que puede gritar dentro de nosotros: Abbá,
Padre.
Somos hijos, no esclavos.
Esa es la mejor
perspectiva del año que empieza. A lo largo de sus doce meses podremos
encontrarnos con dificultades de todo tipo. Podremos caer enfermos, sufrir las
mil vicisitudes de la vida. Pero no estamos solos. ¡Somos hijos! Pertenecemos a
la familia de Dios. No podemos dejarnos dominar por el pesimismo o la angustia.
Nos ha nacido Jesús, el-Dios-que-salva. Y él nos ha enseñado quién es Dios para
nosotros: a veces le llamamos Creador, Todopoderoso, Ser Supremo, Dios,
Señor... Pero Jesús nos ha dicho que le podemos llamar Padre.
Con buen augurio y
felicitación empezamos el 2013.
-Santa María Madre.
El recuerdo de la Virgen
María hace aún más agradable esta buena noticia. Ella, María de Nazaret, una
humilde muchacha de pueblo, fue elegida de Dios para traer a este mundo al
Salvador. Y hoy, primero de enero, los cristianos le dedicamos una de las
fiestas más solemnes del año, recordando y celebrando su Maternidad: Santa
María, Madre de Dios.
Ciertamente es un recuerdo
que a todos nos llena de alegría y de esperanza. Y que está plenamente centrado
en el espíritu de estas fiestas navideñas: ella, nuestra mejor maestra en la
celebración de la navidad.
María, la Madre, la que
dio a luz a Jesús. La que se alegró íntimamente de la presencia de los pastores
y de las palabras que decían. La que le llevó al templo. La que junto con José
su esposo, y siguiendo la indicación del ángel, le puso el nombre de Jesús. La
que "meditaba todas estas cosas" que pasaban a su Hijo,
"guardándolas en su corazón"...
Más tarde ella será
también la perfecta discípula de su Hijo, la primera cristiana, miembro de la
comunidad apostólica de Jerusalén.
Por eso no nos extrañamos
que, junto a su entrañable título de Madre de Dios, sea invocada hoy
gozosamente por los cristianos como Madre de la Iglesia, Madre de todos los que
creen en Cristo Jesús.
Así empezamos el año con
una fe renovada en Jesús, como Dios Salvador. Y a la vez con un recuerdo filial
hacia su Madre y nuestra Madre.
-La eucaristía.
Y lo empezamos celebrando
la Eucaristía. Precisamente la Virgen es el mejor modelo de cómo tenemos que
celebrar esta Eucaristía. Ella, la discípula de Cristo, guardaba estas cosas,
las meditaba: y así nos enseñó la actitud de escucha de la Palabra.
También fue ella la que
mejor supo alabar a Dios, dándole gracias en su canto del Magnificat, por lo
que había hecho en favor de todos. Y finalmente estuvo al pie de la Cruz, en
comunión perfecta con su Hijo en el momento de la muerte, como lo había estado
en el de su nacimiento.
¿No son estas tres
actitudes las fundamentales en nuestra Eucaristía? Escucha de la palabra,
acción de gracias, comunión con el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de
Cristo Jesús...
Que la Virgen María,
Madre, nos haga celebrar con fe esta Eucaristía y nos dé ánimos para empezar
con optimismo cristiano el nuevo año.
J.
ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1979, 1
MISA DOMINICAL 1979, 1