¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este lunes de la 3ª. Semana de Adviento.
Dios nos bendice…
Evangelio según San
Mateo 21,23-27.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?". Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. ¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'. Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta". Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto".
Comentario
Cuando Jesús dijo a sus amigos “Mirad que yo os
envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, astutos como las serpientes, y
sencillos como las palomas”, lo decía por propia experiencia. Porque,
durante su vida, sintió lo que era ser perseguido, como una oveja se siente
acosada por el lobo.
El Evangelio de hoy nos muestra esa escena: los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercan con malas intenciones.
Quieren pillarle en su respuesta. Si dice que su autoridad viene de Dios, le
acusarán de arrogancia; si dice que su autoridad le viene de los hombres, le
descalificarán.
Como buen Maestro, Jesús actúa con astucia y con
sencillez. Toda una lección. Les devuelve la pregunta, refiriéndola al bautismo
de Juan Bautista. Y ellos, desenmascarados en sus intenciones, no saben qué
responder.
También hoy hay “lobos” que pretenden anular a las
“ovejas”. En muchos ámbitos, también en el terreno de la fe. Quienes pretenden
desacreditar, ridiculizar, anular a quienes creen y plantean cuestiones para
lograrlo.
Por eso, también hoy necesitamos aprender del
Maestro, dando razón de nuestra fe con astucia: buscando, cuando sea posible,
los puntos de encuentro, los datos razonables… sin olvidar que la verdadera fe
siempre supone un salto. Y dando razón de nuestra fe con sencillez: sin juzgar
las intenciones del que nos cuestiona, sino buscando salir adelante en el
conflicto… como Jesús con los ancianos. Sin perder la paz.
Astucia y sencillez. Un buen criterio para
responder, en cualquier situación.
Y tú, ¿ante quién puedes dar razón de tu fe, como
Jesús?
Luis Manuel Suárez CMF