¡Amor y paz!
En desarrollo de la audiencia
general del miércoles, el Papa Francisco dijo que «¡La resurrección de Cristo
es nuestra mayor certeza, es el tesoro más precioso!».
«Desgraciadamente –ha
dicho– a menudo se ha intentado
ocultar la fe en la resurrección de Jesús, e incluso entre los mismos creyentes
se ha insinuado la duda. Ha sido por superficialidad, o a veces, por
indiferencia, porque nos ocupan miles de cosas que se consideran más
importantes que la fe, o por una visión de la vida puramente horizontal.
«Pero precisamente –dijo el Santo Padre- es la resurrección la que nos da
la esperanza más grande, ya que abre nuestra vida y la vida del mundo al
futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el
pecado y la muerte puede ser derrotados. Y esto nos lleva a vivir con más
confianza las realidades cotidianas, a hacerles frente con coraje y compromiso.
La Resurrección de Cristo ilumina con una nueva luz estas realidades
cotidianas. La resurrección de Cristo es nuestra fuerza!»
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en esté Jueves de la Octava de Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 24,35-48.
Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús se presentó en medio de ellos (y les dijo: «Paz a ustedes.») Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, pero él les dijo: « ¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.» (Y dicho esto les mostró las manos y los pies). Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: « ¿Tienen aquí algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado (y una porción de miel); lo tomó y lo comió delante ellos. Jesús les dijo: «Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí.» Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras. Les dijo: «Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto.
Comentario
a) La escena del
evangelio es también continuación de la de ayer. Los discípulos de Emaús
cuentan a la comunidad lo que han experimentado en el encuentro con el
Resucitado, al que han reconocido al partir el pan. Y en ese mismo momento se
aparece Jesús, saludándoles con el deseo de la paz. La duda y el miedo de los
discípulos son evidentes. Jesús les tiene que calmar: « ¿Por qué os alarmáis? ¿Por
qué surgen dudas en vuestro interior?». Y les convence de su realidad comiendo
con ellos.
El fruto de esta aparición
es que «les abrió el entendimiento», explicándoles las Escrituras. En el AT ya
Moisés, los profetas y los salmos habían anunciado lo que ahora estaba pasando.
Como a los discípulos de Emaús en el camino, ahora Jesús les hace ver a todo el
grupo la unidad del plan salvador de Dios. Las promesas se han cumplido. Y la
muerte y resurrección del Mesías son el punto crucial de la historia de la
salvación. No nos extraña que Pedro, en sus discursos, utilice la misma
argumentación cuando se trata de oyentes que conocen el AT, y que centre su discurso
en el acontecimiento pascual del Señor.
b) También nosotros
podemos reconocer a Cristo en la fracción del pan eucarístico, en la Palabra
bíblica y en la comunidad reunida. En las circunstancias más adversas y oscuras
que se puedan dar -también nosotros muchas veces andamos desconcertados como
aquellos discípulos- el Señor se nos hace compañero de camino y nos está cerca.
Aunque no le reconozcamos fácilmente. En más de una ocasión nos tendrá que
decir: « ¿Por qué te alarmas? ¿Por qué surgen dudas en tu interior?».
Tal vez también
necesitemos como la primera comunidad una catequesis especial, y que se nos
abra el entendimiento, para captar que en el camino mesiánico de Jesús, y
también en el nuestro cristiano, entra la muerte y la resurrección, para la redención
de todos. Ojalá cada Eucaristía sea una «aparición» del Resucitado a nuestra
comunidad y a cada uno de nosotros, y después de haberle reconocido con los
ojos de la fe en la Fracción del Pan y en la fuerza de su Palabra, salgamos de
la celebración a dar testimonio de Cristo en la vida. A los apóstoles, la
última palabra que les dirige es: «vosotros sois testigos de esto». Ya desde el
principio se les dijo que eso de ser apóstoles era ser «testigos de la
resurrección de Cristo» (Hch 1,22).
Entonces lo fueron los apóstoles, o los
quinientos discípulos. Ahora, lo seguimos siendo nosotros en el mundo de hoy.
Tal vez el anuncio de la resurrección de Cristo no nos llevará a la cárcel.
Pero sí puede resultar incómodo en un mundo distraído y frío. Depende un poco
de nosotros: si nuestro testimonio es vivencial y creíble, podemos influir a
nuestro alrededor.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 30-33
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 30-33