¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo 25º del Tiempo
Ordinario - Ciclo B.
Dios
nos bendice...
Hoy, domingo, 23 de
septiembre de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (2,12.17-20):
Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Palabra de Dios
Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 53,3-4.5.6 y 8
R/. El Señor sostiene mi vida
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R/.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.
R/. El Señor sostiene mi vida
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R/.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del
apóstol Santiago (3,16–4,3):
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.
Palabra de Dios
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (9,30-37):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor
Comentario
Este
pasaje del Evangelio nos presenta tres temas, aparentemente desconectados entre
sí, pero que en realidad tienen una relación muy significativa. Tratemos de
analizarlos uno por uno y de aplicarlos a nuestra vida cotidiana, teniendo en
cuenta también las otras lecturas bíblicas de este domingo (Sabiduría 2, 12.
17-20; Carta de Santiago 3, 16 - 4, 3).
1. Jesús anuncia por
segunda vez su pasión, muerte y resurrección
Lo
primero que encontramos en el Evangelio de hoy es el segundo de los tres
anuncios que los relatos evangélicos nos cuentan que les hizo Jesús a sus
discípulos acerca de su pasión, su muerte en la cruz y su resurrección. Si bien
estos relatos fueron hechos y puestos por escrito después de los
acontecimientos del Calvario y en el contexto de la experiencia pascual de los
primeros seguidores de Jesús, es importante recordar que el significado de
tales anuncios tiene que ver con el verdadero sentido de la fe en Él como el
Mesías o Cristo, el Ungido o consagrado, no como un jefe político poderoso o un
guerrero victorioso, sino como el servidor de Dios y por lo mismo de la
humanidad, para liberarnos a todos de cuanto nos impide ser verdaderamente
felices.
Aquellos
primeros discípulos de Jesús, empezando por los “doce” a quienes había llamado
para que fueran sus apóstoles, es decir sus enviados a
proclamar el evangelio, la buena noticia de esa liberación que Dios está
dispuesto a obrar en cada ser humano si le abre espacio en su vida a la acción
transformadora de su Espíritu, tenían el peligro de malinterpretar las palabras
y los hechos de su Maestro reduciéndolo a un líder terrenal que no sólo los
libraría de la dominación del imperio romano que padecían, sino que además les
daría a ellos, sus elegidos, una cuota importante de poder en el “reino” que
les había dicho que venía a establecer.
Por
eso, para que se bajen de esa nube de ambiciones terrenales, Jesús les anuncia
lo que verdaderamente implica el cumplimiento de su misión como Mesías:
entregar su vida por completo, hasta la última gota de su sangre, como
consecuencia de solidarizarse hasta lo último con los pobres, los pequeños, los
oprimidos, las víctimas de la injusticia y la violencia en todas sus formas.
2. Jesús nos enseña el
valor de la disposición para servir
Esa
disposición es lo que Jesús nos muestra en su propia vida, puesta al servicio
desinteresado de todos los seres humanos sufrientes o necesitados. Y por eso,
mientras sus discípulos se pelean entre sí discutiendo quién es o va a ser el
mayor o el más importante, Jesús les dice que “el que quiera ser el
primero, deberá ser el último de todos…” ¿Cómo? Pues disponiéndose a
ser servidor en lugar de dominador. En otros pasajes evangélicos paralelos a
éste de san Marcos, es decir, en los de los evangelios según san Mateo y san
Lucas, Jesús añade una explicación refiriéndose a su propio ejemplo de
vida: “porque el Hijo del Hombre -como solía llamarse a sí mismo- no
vino a ser servido, sino a servir”.
Y
es esta actitud de servicio la que nos conecta precisamente con la imagen
profética del Siervo o Servidor anunciado unos seis siglos atrás en el libro
del profeta Isaías, como también con la del justo -descrito unos cincuenta años
antes de Cristo en el libro de la Sabiduría-, que precisamente por
solidarizarse con las víctimas inocentes de la injusticia les resulta incómodo
a quienes obran el mal aprovechándose del pobre, oprimiéndolo y explotándolo en
beneficio de sus propios intereses egoístas.
La
Carta del apóstol Santiago, de la que está tomada la segunda lectura, es muy
significativa con respecto a la actitud verdaderamente sabia, propia de “los
que procuran la paz”, que son “compasivos, imparciales y sinceros”, totalmente
contraria a la codicia de quienes son dominados por sus propios intereses
egoístas, sedientos de poder, sin importarles las víctimas que van dejando
pisoteadas a su paso. Cualquier parecido tanto en el ámbito político como en el
económico con los dictadores o tiranos y los que se enriquecen a su sombra y a
acosta de los pobres, no es mera coincidencia.
3. Jesús nos invita a encontrar
a Dios en los humildes, sencillos y pequeños
Los
pobres, los humildes, los sencillos, suelen ser simbolizados en los Evangelios
con la imagen del niño que necesita de la protección y la ayuda amorosa de sus
padres y de sus mayores para salir adelante en la vida. Este es el sentido de
la frase de Jesús al final del texto evangélico de hoy: “El que reciba
a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no
me recibe a mí sino a Aquél que me ha enviado”. En otras palabras, atender
o acoger al desvalido y ponerse a su servicio es atender y acoger a Jesús
mismo, y por lo tanto al Dios verdadero que quiere a todos sus hijos como un
padre amoroso, como una madre amorosa.
Pidámosle
entonces a Jesús que nos dé un corazón dispuesto siempre a amar y servir
preferentemente a quienes padecen mayor debilidad o necesidad, para que así
podamos ser verdaderamente felices al participar en el reino de Dios que Él
vino a proclamar y a hacer presente en nosotros, si dejamos que actúe su Espíritu
Santo en nuestra vida: un reino de amor, de justicia y de paz.
El mensaje del Domingo
Gabriel Jaime Pérez
Montoya, S.J.