miércoles, 30 de junio de 2010

No hay nada superior al amor y poder de Dios

¡Amor y paz!

Al poner Jesús pie en la región de los gadarenos (Gadara ciudad helenística que se encontraba cerca del mar de Galilea), van inmediatamente a su encuentro dos hombres endemoniados que desean salir de su estado y ven en Jesús una posibilidad de vida.

Lo destacado del relato es que Jesús libera a los hombres del miedo a los demonios; éstos no tienen realmente poder alguno y quedan sometidos instantáneamente con una palabra del Señor. Hay un solo poder con el que los hombres deben contar: el poder de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la XIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 8,28-34.

Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: "¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?" A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo.
Los demonios suplicaron a Jesús: "Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara". El les dijo: "Vayan". Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron. Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.

Comentario

Jesús atraviesa a la otra orilla. A la otra» región. Al lugar de los no judíos», la región de los gerasenos. En su paso por ese lugar se encuentra con dos endemoniados que se encontraban en el cementerio. Los endemoniados eran muertos en vida por eso frecuentaban el cementerio como el lugar donde reposan los muertos.

Los endemoniados reconocen en Jesús al Hijo de Dios, le temen y le interpelan. Jesús también les lleva el milagro del amor de Dios a ellos rompiendo las barreras culturales, y manifestando la universal salvación de Dios que no se dedica a un solo pueblo, como lo entendieron los israelitas y como aún lo comprenden; Jesús proclama a su Padre como el Padre de todos en el universo y así manifestó el inicio del Reinado de Dios en medio de los de Generaza.

La liberación de los endemoniados por parte de Jesús no es por la fuerza, que siempre destruye y degenera; es una liberación realizada por el amor de Dios, que incluye a los excluidos y llama al perdón a los pecadores. Es el Dios que da una nueva oportunidad en la vida y no condena por los fracasos y por los desatinos. El Dios de la Biblia es el Dios que entiende la realidad del ser humano y por eso lo vuelve a llamar y le vuelve a proponer su misericordia y su amor.

La gente del pueblo de los gerasenos quedaron admirados por la liberación que Jesús hizo de los endemoniados. Dios no hace caso de las barreras creadas por los sistemas; a él le importa el ser humano integralmente, y por eso lo rescata del abismo y le da la posibilidad de ser una creatura nueva, con capacidad de luchar por su comunidad y de dar testimonio del amor de Dios manifestado en su vida.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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