lunes, 28 de marzo de 2022

Tu hijo vive

¡Amor y paz!

 

Los invito a leer y meditar la Palabra de Dios, e este lunes de la 4ª semana de Cuaresma, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

Lectura del libro del profeta Isaías          65, 17-21

 

Así habla el Señor:

Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva.

No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.

Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO

 

Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b (R.: 2a)

 

R.        Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.

 

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste

y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.

Tú, Señor, me levantaste del Abismo

y me hiciste revivir,

cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.  R.

 

Canten al Señor, sus fieles;

den gracias a su santo Nombre,

porque su enojo dura un instante,

y su bondad, toda la vida:

si por la noche se derraman lágrimas,

por la mañana renace la alegría.  R.

 

«Escucha, Señor, ten piedad de mí;

ven a ayudarme, Señor.»

Tú convertiste mi lamento en júbilo,

¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan    4, 43-54

 

Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.

Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.

Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen.»

El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera.»

«Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús.

El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron.

El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Y entonces creyó él y toda su familia.

Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • El profeta anuncia como una vuelta al paraíso inicial: Dios está proyectando un cielo nuevo y una tierra nueva. La acción de Dios, a través del Mesías prometido, construirá una sociedad nueva, porque el Espíritu palpitará en todos los hombres y mujeres que escuchen la Palabra de Dios y vivan en armonía con su mensaje.
  • Dios quiere que el hombre y la sociedad vuelvan al estado primero de felicidad, equilibrio y armonía. Esta promesa de Dios sostuvo la esperanza del pueblo, que ha vivido con frecuencia la experiencia del sufrimiento y del dolor. Esto les hacía suspirar por “la tierra prometida”.

***

  • En el evangelio de hoy, Jesús cura a un niño que estaba a punto de morir. Signo mesiánico. Beneficio anunciado por Dios para «el final de los tiempos». Victoria de Dios sobre el mal.
  • Los galileos habían recibido noticia de la actividad de Jesús en Jerusalén y reciben bien a Jesús, porque habían visto personalmente lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta. Pero Jesús  es consciente de que «un profeta no es bien recibido en su propia patria».
  • Jesús había comenzado su vida pública y sus signos visibles en Caná de Galilea donde Él había convertido el agua en vino. Ahora en el mismo lugar un oficial real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún al oír que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro y le suplicó que fuera a curar a su hijo moribundo. Aunque el primer signo fue espectacular, éste es sin duda más valioso, porque no soluciona con el milagro algo material, sino que se trata de la vida de una persona.
  • La respuesta de Cristo es dura: » Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer». Pero, ante la insistencia del hombre y a pesar de este reproche inicial por buscar signos y milagros, Jesús, sin bajar a la  casa del funcionario le dice que su hijo vive; y él va confiado en su palabra. La enfermedad era el preludio de la muerte, la palabra de Jesús vence la muerte, por eso su hijo no se “salva” sino que “vive”. Más que una curación, este signo es un llamado a ver que Jesús es portador de la vida, una vida que es vida eterna.
  •  Los “signos” son medios que alimentan la fe, cuando sabemos descubrir detrás de lo extraordinario, la presencia de Dios. La fe llega al funcionario cuando sabe descubrir en el milagro, un signo que le habla del Reino de Dios.
  • El funcionario pasó de fe menos “comprometida” a una fe más fuerte. Pasa de creer en Jesús a creerle a Jesús. Creerle a Jesús implica aceptar su palabra por ilógica que pudiera parecer. El padre de este muchacho le “creyó a Jesús” y se encontró con su hijo sano. Ante este hecho también creyó toda su casa.
  • La marcha de Jesús hacia la muerte y la resurrección está sembrada de hechos en que comunica a otros la salud, la vida, la alegría.
  • Ser cristiano implica creer en Jesús pero también creerle a Jesús y hacer lo que Él nos pide en el evangelio… tenerlo como verdadero Maestro y Señor de nuestras vidas.
  • Estamos llamados a demostrar con la vida signos de “vida” que lleven a todos a la fe. Ser como Iglesia una comunidad signo en el que los que nos ven, descubran lo que los conduce a creer con toda su familia. Debemos ser signos de Jesús, para conducir a la fe, y para que todos “creyendo, tengan vida”.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Le creo a Jesús?
  • ¿Experimento la vida nueva que me invita a vivir?
  • ¿Qué signos de vida aporto al mundo?

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral