martes, 9 de julio de 2013

Producen compasión las ovejas sin Pastor…

¡Amor y paz!

Comencé a leer un libro que me genera una gran preocupación porque muestra el descreimiento al que han llegado muchos en Europa, precisamente el continente que nos dio conocer el Evangelio de Jesucristo. La obra, ‘Lo que Europa debe al Cristianismo’, de Dalmacio Negro, (Unión Editorial, Madrid, 2004) considera las causas y consecuencias de la crisis del cristianismo en el Viejo continente.

La situación es deprimente, porque se ven tantos ‘Como ovejas que no tienen pastor’, tal cual dice el Evangelio hoy, pero con la diferencia de que no andan fatigados ni abatidos, porque ahora creen más en el dinero, la tecnología y sus propias fuerzas.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XIV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 9,32-38.
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." 
Comentario

Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tantos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpretación? Están inquietos porque no han encontrado…; todo esto todavía no les ha llevado a la presencia de Cristo que es "la plenitud de la alegría y la felicidad eterna" (Sal. 15,11).

Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida (Jn 6,35) y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros, como los de Jonatan (1Sm 14,27 y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a merced de rumores lejanos...

Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas "como ovejas sin pastor". En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada que estableció, se atarean en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opiniones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del humor del momento y  víctimas de su propia voluntad.

Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de alarma, "hechos bambolear y llevados por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se equivoca en el error" (Ef 4,14). Todo esto porque no buscan el "Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos" (Ef 4,5-6) para "encontrar el descanso de sus almas" (Mt 11,29).       

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Sermón “Presencia Invisible de Cristo”, sermón nº 21
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