¡Amor y paz!
Los invito hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este viernes
de la 1ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura del primer
libro de Samuel (8,4-7.10-22a):
En aquellos dias, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá.
Le dijeron: «Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.»
A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.
El Señor le respondió: «Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey.»
Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey: «Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá.»
El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió: «No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra.»
Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.
El Señor le respondió: «Hazles caso y nómbrales un rey.»
Palabra de Dios
En aquellos dias, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá.
Le dijeron: «Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.»
A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.
El Señor le respondió: «Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey.»
Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey: «Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá.»
El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió: «No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra.»
Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.
El Señor le respondió: «Hazles caso y nómbrales un rey.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,16-17.18-19
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Marcos (2,1-12):
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: ¿decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»
Palabra del Señor
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: ¿decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»
Palabra del Señor
Comentario
1.
Cambios y
Cambios
1.1 Hemos oído en los días
pasados sobre los inicios de la misión profética de Samuel, cuando era un
chico. Hoy le vemos casi al final de su carrera, como se sabe por lo que le
dicen los ancianos de Israel: “tú ya eres viejo.”. Y ellos, también gente
mayor, parecen preocupados con el destino de su nación.
1.2 Por cierto, quizá
recordamos que el niño Samuel recibió una misión harto difícil: tenía que
denunciar los pecados de los hijos del sacerdote Elí, que hospedaba al mismo
Samuel. Hoy, en cambio, los ancianos de Israel denuncian un cuadro parecido:
“tus hijos no se comportan como tú.” Este hecho contiene una enseñanza para
nosotros: a veces creemos que las nuevas personas no cometerán los viejos
errores o pecados, pero, hablando en general, esto no es cierto. Para vencer al
mal necesitamos algo más que cambios de personal.
1.3 Los ancianos proponen
un nuevo modo de gobierno. Los hechos subsiguientes mostrarían que este era un
paso más en la vieja dirección: primero queremos cambiar las personas; luego,
las instituciones: “¡ya no más jueces; ahora queremos reyes!”
1.4 Desde luego, no es que
sea malo que hay relevos o reingeniería. Lo malo es esperar demasiado de esos
cambios. Y Samuel se da cuenta de ello. Ve las caras ilusionadas de estos
compatriotas suyos y ve que están esperando demasiado de ese cambio de
gobierno. La historia que seguiremos oyendo, de los reyes de Israel y de Judá,
mostrará que, otra vez, Samuel estaba en lo correcto. El problema no tendrá
solución sino cuando llegue el rey de reyes.
2.
Jamás vimos
algo así
2.1 De tantas cosas que es
bello comentar en el pasaje del evangelio que hemos escuchado hoy destaquemos
la admiración que Cristo despierta. Los que vieron aquello del paralítico
“daban gloria a Dios diciendo: ¡Jamás habíamos visto una cosa semejante!”.
2.2 Ahora bien, para
Cristo la obra grande y primera es el perdón de los pecados. Perdonar fue lo
primero que él hizo ante este paralítico, que según parece sufría también de
parálisis en su alma. El acto del perdón suscitó extrañeza, el acto de la
sanación despertó asombro. Y no debiera ser así. ¿Qué es eso de aplaudir los
milagros y sospechar de los perdones? Mas esa es la condición humana, que
prefiere la salud para hacer la propia voluntad, antes que el perdón que
establece en la voluntad del Creador.
2.3 De todos modos, es
grande lo que hace Cristo, y seguramente en su mirada compasiva cabe entender
que los seres humanos heridos por el pecado empezamos primero por lo más
visible (la parálisis) para llegar a entender la gravedad de lo invisible (el
pecado), y empezamos por lo que limita nuestra voluntad (la parálisis) para un
día darnos cuenta de cómo hemos obstaculizado la voluntad de Dios en nosotros
(el pecado). Así que, mejor que renegar de nuestra ingratitud y miopía,
gocémonos en su piedad y en su paciencia.
http://fraynelson.com/homilias.html.