viernes, 18 de septiembre de 2009

LAS MUJERES, DISCÍPULAS DE CRISTO

¡Amor y paz!

El Evangelio de hoy (viernes 24º. del T.O.) nos narra cómo, en contravía de lo que acostumbraban los rabinos de la época, Jesús no excluye a las mujeres del círculo de sus discípulos.

Es una oportunidad para reconocer la labor fundamental que han realizado incontables mujeres en la vida de la Iglesia. Pasan por nuestra mente muchísimas de ellas –encabezadas por la Virgen María-, Santa Mónica, Teresa de Lisieux, Teresa de Calcuta, Clara de Asís, Bernardita Soubirous, Catalina de Siena, Catalina Labouré, Santa Cecilia, Edith Stein, la madre Angélica (de EWTN), Chiara Lubich (fundadora de los Focolares)…

Un listado preliminar nos habla de 878 santas mujeres, reconocidas como tales por la Iglesia, pero son innumerables las que de manera silenciosa y abnegada han trabajado y siguen trabajando por la causa de Cristo y el Evangelio. Muchas han sido mártires, fundadoras e integrantes de comunidades religiosas, de organizaciones laicales; formadoras, enfermeras, escritoras, poetisas, doctoras, vírgenes, reinas y plebeyas, amas de casa, solteras y casadas, madres e hijas, trabajadoras de fábricas y de oficinas, hospitales y clínicas, orfanatos y ancianatos, colegios y universidades, talleres y albergues, campos y ciudades, laboratorios y centros de investigación, almacenes y centros de acopio, huertos y sembrados, capillas y conventos, coros y oratorios, etc., etc.

Dios las bendiga…

Evangelio según San Lucas 8,1-3.

Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

COMENTARIO

a) En el grupo que acompañaba a Jesús durante sus viajes de predicación, además de los doce apóstoles había también varias mujeres.
Jesús evangelizaba. La palabra "evangelio" viene del griego: "eu", bueno, y "angelion", mensaje, noticia. La Buena Noticia. En esta misión se hacía ayudar de un grupo de discípulos.

Ayer se nos hablaba de la mujer anónima, con fama de pecadora, que obtuvo el perdón y dio muestras de gratitud y amor hacia Jesús. Hoy se añade un detalle que a nosotros nos puede parecer normal, pero no lo era en su tiempo. Nunca un rabino admitía a mujeres en el grupo de sus discípulos. Jesús, Sí. Eran mujeres a las que había curado de alguna enfermedad o mal espíritu, y "le ayudaban con sus bienes".
Lucas nos transmite el nombre de varias de ellas.

b) ¡Cuántas veces aparecen las mujeres en el evangelio con una actitud positiva y admirable! Baste recordar las que estuvieron cerca de él en el momento más trágico, al pie de la cruz, junto con María, su madre. Y que luego fueron las primeras que tuvieron la alegría de ver al Resucitado y anunciarlo a los demás.
Son un buen símbolo de las incontables mujeres que, a lo largo de los siglos, han dado en la Iglesia testimonio de una fe recia y generosa: religiosas, laicas, misioneras, catequistas, madres de familia, enfermeras, maestras... Que ayudaron a Jesús en vida y que colaboran eficazmente en la misión de la Iglesia, cada una desde su situación, entregando su tiempo, su trabajo y también su ayuda económica. La primera persona europea que creyó en Cristo, por la predicación de Pablo, fue una mujer: Lidia (Hch 16).

Deberíamos ser más abiertos en nuestra idea teológica y social de Iglesia: no es comunidad de puros y santos, sino también de personas pecadoras y débiles, como en el evangelio se ve, tanto en cuanto a las mujeres como a los hombres (baste recordar las actuaciones de algunos de los apóstoles). No es comunidad sólo de mayores, sino también de jóvenes y niños. No sólo de hombres, sino también de mujeres. No de una sola raza o lengua, sino pluralista.

En la Iglesia, aunque no se vea actualmente la posibilidad de admitir a las mujeres al ministerio ordenado (diáconos, presbíteros, obispos), es bueno que recordemos que lo principal lo tenemos en común, la fe y la misión evangelizadora. Jesús dijo: "¿quién es mi madre y mis hermanos? El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica". Y en eso las mujeres han sido, ya desde el principio (la Virgen Maria: "hágase en mi según tu palabra") las que más ejemplo nos han dado a toda la comunidad. No serán obispos ni párrocos, como tampoco las que acompañaban a Jesús fueron elegidas y enviadas como apóstoles, pero las mujeres cristianas, religiosas o laicas, siguen realizando una misión hermosísima y meritoria en la vida de la comunidad.

Es interesante recordar que, en la lenta y progresiva valoración de la mujer por parte de la Iglesia, Pablo VI nombró a dos mujeres insignes "doctoras de la Iglesia", santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena, y últimamente Juan Pablo II hizo lo mismo con santa Teresa del Niño Jesús.


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 82-86