¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 26ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice....
LECTIO DIVINA: LUCAS 9, 57-62
Lectio: miércoles, 3 octubre, 2018
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la
misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que,
deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro
Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 9,57-62
Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré a dondequiera que vayas.»
Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro dijo: «Sígueme.» Él
respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que
los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.»
También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los
de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia
atrás es apto para el Reino de Dios.»
3) Reflexión
● En el evangelio de hoy sigue el largo y duro camino de Jesús desde la
periferia de Galilea hacia la capital. Al salir de Galilea, Jesús entra en
Samaria y sigue hacia Jerusalén. Pero no todos le entienden. Muchos le
abandonan, porque las exigencias son enormes. Al comienzo de su actividad
pastoral, en Galilea, Jesús había llamado a tres: Pedro, Santiago y Juan (Lc
5,8-11). Aquí también en Samaria son tres las personas que se presentan o que
son llamadas. En las respuestas de Jesús, emergen las condiciones para poder
ser discípulo/a de Jesús.
● Lucas 9,56-58: El primero de los tres nuevos discípulos “Mientras iban
caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.” Jesús le dijo:
“Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
A esta primera persona que quiere ser discípulo, Jesús pide que se despoje
de todo: no tiene donde reclinar la cabeza, mucho menos tiene que buscar una
falsa seguridad donde reclinar el pensamiento de la cabeza.
● Lucas 9,59-60: El segundo de los tres nuevos discípulos. A otro le dice:
“Sígueme”. Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.” Le respondió:
“Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de
Dios.” A esta segunda persona llamada por Jesús, Jesús le pide que deje que los
muertos entierren a los muertos. Se trata de un dicho popular empleado para
decir: deja las cosas del pasado. No pierdas tiempo con lo que ha ocurrido,
mira adelante. Tras haber descubierto la vida nueva en Jesús, el discípulo no
debe perder tiempo con lo que ha ocurrido.
● Lucas 9,61-62: El tercero de los tres nuevos discípulos. “También otro le
dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.” Le
dijo Jesús: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para
el Reino de Dios.”A esta tercera persona llamada a ser discípulo, Jesús le pide
que rompa con los lazos familiares. En otra ocasión había dicho: Aquel que ama
a su padre y a su madre más que a mí, no puede ser mi discípulo (Lc 14,26; Mt
10,37). Jesús es más exigente que el profeta Elías quien deja que Eliseo se
despida de sus padres (1Re 19,19-21). Significa también romper los lazos
nacionalistas de la raza y de la estructura familiar patriarcal. Las exigencias
fundamentales que Jesús presenta como condiciones necesarias para aquel o
aquella que quiere ser discípulo/a son tres: (a) abandonar los bienes familiares,
(b) no apegarse a los bienes que se han tenido y acumulado en el pasado, y (c)
cortar con los lazos familiares. En realidad, nadie, aunque lo quiera, puede
cortar con los lazos familiares, ni tampoco con lo vivido en el pasado. Lo que
se nos pide es saber reintegrar todo (bienes materiales, vida personal y vida
familiar) de forma nueva alrededor del nuevo eje que es Jesús y de la Buena
Noticia que él nos trae.
● Jesús, él mismo, vivió y se dio cuenta de lo que pedía a sus seguidores.
Con su decisión de subir hacia Jerusalén, Jesús revela su proyecto. Su camino
hacia Jerusalén (Lc 9,51 a 19,27) está representado como la asunción (Lc 9,51),
el éxodo (Lc 9,31) o la travesía (Lc 17,11). Una vez llegado a Jerusalén, Jesús
realiza el éxodo, la asunción o la travesía definitiva de este mundo hacia el
Padre (Jn 13,1). Solamente una persona realmente libre puede hacerlo, porque un
tal éxodo supone entregar la propia vida a los hermanos (Lc 23,44-46; 24,51).
Esto es el éxodo, esta es la travesía, la asunción de la que las comunidades
tienen que darse cuenta para que el proyecto de Jesús vaya adelante.
4) Para la reflexión personal
● Compara cada una de estas tres exigencias con tu propia vida.
● ¿Cuáles son los problemas que emergen en tu vida como consecuencia de la
decisión que has tomado de seguir a Jesús?
5) Oración final
Tú me escrutas, Señor, y me conoces;
sabes cuándo me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas. (Sal 139,1-2)
Orden de los Carmelitas