¡Amor y paz!
Tercera antítesis del
sermón de la montaña relativa a la ley del juramento (vv. 33-37) y a la del
talión (vv. 38-42). Jesús cuestiona el juramento.
En concordancia con los
planteamientos de Jesús, podemos preguntarnos: ¿Para qué jurar? ¿Porque no nos
creen? ¿No basta con nuestra palabra? Si nos creyeran no tendríamos que jurar.
Pues, entonces, no digamos mentiras. Así de sencillo. El demonio es el padre de
la mentira.
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 10ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 5,33-37.
Ustedes han oído lo que se dijo a sus antepasados: «No jurarás en falso, y cumplirás lo que has jurado al Señor.» Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos. Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio.
Comentario
El juramento es la prueba
de la mentira, porque si no existiera la mentira, no habría necesidad alguna de
acudir al juramento y el sí sería sí y el no sería no (v. 37). El Antiguo
Testamento luchó contra la mentira legislando sobre el juramento y prohibiendo
la mentira, al menos en este caso (v. 33; cf. Ex 20, 7; Núm. 20, 3). Pero
prohibir la mentira en el juramento es reconocer y tolerar su existencia fuera
de él. Cristo va más allá que la ley judía cuando prohíbe la mentira en todas
las circunstancias, haciendo así inútil el juramento.
En realidad, el juramento
sacraliza la palabra humana relacionándola con un poder exterior, en la mayoría
de los casos divino. Cuando recomienda la renuncia al juramento, Cristo rechaza
esa alienación de la palabra humana; esta última dispone de suficientes medios
-en particular la lealtad y la objetividad- para valorizarse así misma sin
tener que someterse a tutelas exteriores. Y si Dios está presente en la palabra
humana, no lo es tanto por la invocación de su nombre como por la fuente misma
de la sinceridad del hombre. Cristo no quiere un hombre esclavizado; le quiere
erguido y fiel a sí mismo.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 55
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VI
MAROVA MADRID 1969.Pág. 55