jueves, 7 de enero de 2010

JESÚS SE MANIFIESTA YA COMO EL MESÍAS

¡Amor y paz!

Los evangelios que leemos en estos días son una selección de pasajes de los cuatro evangelistas, unas manifestaciones de Jesús Mesías, como la multiplicación de los panes y el apaciguamiento de la tempestad, a modo de prolongación de la epifanía a los magos de Oriente y de preparación a la fiesta del Bautismo, el próximo domingo.
El milagro de las bodas de Caná, tan propio de este tiempo, se ha guardado para el domingo segundo del Tiempo Ordinario.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves del Tiempo de Navidad.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 4,12-17.23-25.

Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.

Comentario

Jesús inicia su ministerio mesiánico en Cafarnaúm. El que ha sido revelado a los magos con una intención universalista, en efecto empieza a actuar como Mesías en una población de Galilea muy cercana a los paganos.

Desde el principio de su predicación se empiezan a cumplir los anuncios proféticos que tantas veces oímos durante el Adviento: «el pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande». Jesús anuncia la cercanía del Reino de los cielos, los tiempos mesiánicos que Dios preparaba a su pueblo y a toda la humanidad.

El Niño de Belén, adorado por los magos de Oriente, ahora ya se manifiesta como el Mesías y el Maestro enviado por Dios. Enseña, proclama el Reino, cura a los enfermos, libera a los posesos. Y, de momento, el éxito lo acompaña: una gran multitud cree en él y le sigue.

a) Algunos dan mayor importancia a la ortodoxia de la doctrina, por ejemplo, sobre la persona de Cristo. Otros, a la ortopraxis de la caridad fraterna. La carta de Juan nos ha dicho claramente que los dos mandamientos van unidos y son inseparables.
Por una parte, debemos discernir las muchas voces que escuchamos, guiados por el Espíritu de Dios, sabiéndonos defender de la seducción de otros espíritus, que pueden obedecer al egoísmo, la facilidad o el materialismo ambiente.

Por otra, debemos fortalecer en nuestra vida la actitud de caridad fraterna. Es la lección que también nos da ese Jesús que empieza su vida misionera y andariega por los caminos de Palestina, totalmente dedicado a los demás. Sus destinatarios primeros y preferidos son los pobres, los marginados, los enfermos, los que sufren las mil dolencias que la vida nos depara.

b) Imitando el estilo de actuación de Cristo Jesús es como mejor permanecemos en la recta doctrina y como mejor cumplimos su mandamiento del amor a los hermanos. Ojalá al final de este año que ahora estamos empezando se pueda decir que lo hemos vivido «haciendo el bien», como se pudo resumir de Cristo Jesús: ayudando, curando heridas, liberando de angustias y miedos, anunciando la buena noticia del amor de Dios.

Se trata de ver a Dios en los demás, sobre todo en los pobres y los débiles, en los marginados de cerca y de lejos. Se trata de que este amor que aprendemos de Cristo lo traduzcamos en obras concretas de comprensión y ayuda. El Bautista daba como consigna de la preparación al tiempo mesiánico una muy concreta: el que tenga dos túnicas, que dé una. El amor no es decir palabras solemnes, sino imitar los mil detalles diarios de un Cristo entregado por los demás.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995 . Pág 142 ss.
www.mercaba.org