¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este lunes en que celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor.
Dios nos bendice...
Primera
lectura
Lectura del libro de
Isaías (7,10-14;8,10):
En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Palabra de Dios
En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 39,7-8a.8b-9.10.11
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
Segunda
lectura
Lectura de la carta a
los Hebreos (10,4-10):
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (1,26-38):
A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
Comentario
1.1 María
es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este
acontecimiento: la anunciación del ángel. Acontece en Nazaret, en
circunstancias concretas de la historia de Israel, el primer pueblo
destinatario de las promesas de Dios. El mensajero divino dice a la Virgen:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). María
"se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel
saludo" (Lc 1, 29). Qué significarían aquellas extraordinarias palabras y,
en concreto, la expresión "llena de gracia" (Kejaritoméne).
1.2 Si
queremos meditar junto a María sobre estas palabras y, especialmente sobre la
expresión "llena de gracia", podemos encontrar una verificación significativa
precisamente en el pasaje anteriormente citado de la Carta a los Efesios. Si,
después del anuncio del mensajero celestial, la Virgen de Nazaret es llamada
también "bendita entre las mujeres" (cf. Lc 1, 42), esto se explica
por aquella bendición de la que "Dios Padre" nos ha colmado "en
los cielos, en Cristo". Es una bendición espiritual, que se refiere a
todos los hombres, y lleva consigo la plenitud y la universalidad ("toda
bendición"), que brota del amor que, en el Espíritu Santo, une al Padre el
Hijo consubstancial. Al mismo tiempo, es una bendición derramada por obra de
Jesucristo en la historia del hombre desde el comienzo hasta el final: a todos
los hombres. Sin embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial y
excepcional; en efecto, fue saludada por Isabel como "bendita entre las
mujeres".
1.3 La
razón de este doble saludo es, pues, que en el alma de esta "hija de
Sión" se ha manifestado, en cierto sentido, toda la "gloria de su
gracia", aquella con la que el Padre "nos agració en el Amado".
El mensajero saluda, en efecto, a María como "llena de gracia"; la
llama así, como si éste fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora
con el nombre que le es propio en el registro civil: "Miryam" (María),
sino con este nombre nuevo: "llena de gracia". ¿Qué significa este
nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazaret?
1.4 En el
lenguaje de la Biblia "gracia" significa un don especial que, según
el Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios
mismo, de Dios que es amor (cf. 1 Jn 4, 8). Fruto de este amor es la elección,
de la que habla la Carta a los Efesios. Por parte de Dios esta elección es la
eterna voluntad de salvar al hombre a través de la participación de su misma
vida en Cristo (cf. 2 P 1, 4): es la salvación en la participación de la vida
sobrenatural. El efecto de este don eterno, de esta gracia de la elección del
hombre, es como un germen de santidad, o como una fuente que brota en el alma
como don de Dios mismo, que mediante la gracia vivifica y santifica a los
elegidos. De este modo tiene lugar, es decir, se hace realidad aquella
bendición del hombre "con toda clase de bendiciones espirituales",
aquel "ser sus hijos adoptivos ... en Cristo" o sea en aquel que es
eternamente el "Amado" del Padre.
1.5
Cuando leemos que el mensajero dice a María "llena de gracia", el
contexto evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos
da a entender que se trata de una bendición singular entre todas las
"bendiciones espirituales en Cristo". En el misterio de Cristo María
está presente ya "antes de la creación del mundo" como aquella que el
Padre "ha elegido" como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto
con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de
santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y
excepcional, e igualmente es amada en este "Amado" eternamente, en
este Hijo consubstancial al Padre, en el que se concentra toda "la gloria
de la gracia". A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este
"don de lo alto" (cf. St 1, 17). Como enseña el Concilio, María
"sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con
confianza la salvación". (Lumen Gentium, 55)
1.6 Si el
saludo y el nombre "llena de gracia" significan todo esto, en el
contexto del anuncio del ángel se refieren ante todo a la elección de María
como Madre del Hijo de Dios. Pero, al mismo tiempo, la plenitud de gracia
indica la dádiva sobrenatural, de la que se beneficia María porque ha sido elegida
y destinada a ser Madre de Cristo. Si esta elección es fundamental para el
cumplimiento de los designios salvíficos de Dios respecto a la humanidad, si la
elección eterna en Cristo y la destinación a la dignidad de hijos adoptivos se
refieren a todos los hombres, la elección de María es del todo excepcional y
única. De aquí, la singularidad y unicidad de su lugar en el misterio de
Cristo.
1.7 El
mensajero divino le dice: "No temas, María, porque has hallado gracia
delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un Hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo"
(Lc 1, 30-32). Y cuando la Virgen, turbada por aquel saludo extraordinario,
pregunta: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?", recibe del
ángel la confirmación y la explicación de las palabras precedentes. Gabriel le
dice: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios" (Lc 1, 35).
1.8 Por
consiguiente, la Anunciación es la revelación del misterio de la Encarnación al
comienzo mismo de su cumplimiento en la tierra. El donarse salvífico que Dios
hace de sí mismo y de su vida en cierto modo a toda la creación, y directamente
al hombre, alcanza en el misterio de la Encarnación uno de sus vértices. En
efecto, este es un vértice entre todas las donaciones de gracia en la historia
del hombre y del cosmos. María es "llena de gracia", porque la
Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza
humana, se realiza y cumple precisamente en ella. Como afirma el Concilio,
María es "Madre de Dios Hijo y, por tanto, la hija predilecta del Padre y
el sagrario del Espíritu Santo; con un don de gracia tan eximia, antecede con
mucho a todas las criaturas celestiales y terrenas". (Lumen Gentium, 53)
2. A
María y a través de María
2.1 El
saludo de Dios a la Virgen, por medio del ángel, es la expresión viva de su
infinita compasión, de su profundísima sabiduría y de su inigualable poder.
Compasión por la creatura humana; sabiduría en el diseño del plan de salvación;
poder en la realización de obras capaces de llenar de asombro a los ángeles, de
gratitud a los hombres y de espanto a los demonios.
2.2 Las
palabras llegan a María, pero la gracia nos llega a todos. María recibe la luz
que comunica y a todos regala el don que le ha llegado. Bien la llamamos
"transparencia" del Señor, porque, como aquellos cristales
limpísimos, deja pasar holgadamente la luz que la invade y la ternura que la
penetra.
2.3 Por
eso, si miramos a la Encarnación como una declaración de amor a María, y así es
porque a ella se dirigen las palabras que hemos oído en el Evangelio, bien
podemos tomar esa declaración como un decreto de salvación que a todos nos
cobija. María es la primera redimida y el Cristo que al elegirla la salva en
ella a todos nos elige y a través de su "sí" a todos se nos comunica.
3. La
inmensa dignidad de la mujer
3.1
Estremece meditar en lo que acabamos de decir: todo el género humano pendía de
los labios de María, se atreve a decir san Bernardo. ¡Oh eminente dignidad del
género femenino, oh grandeza de la mujer en los labios, el corazón y el casto
cuerpo de Nuestra Señora!
3.2 Contrasta con fuerza esta dignidad a la que Dios levanta la mujer
con el diabólico odio que hoy persigue a la mujer haciéndola esclava de toda
clase de pasiones y víctima de todo género de abusos. Frente al machismo torpe,
frente a la degradación pornográfica, frente a la seducción de una vida
superficial y estéril, frente al comercio con el cuerpo que Dios hizo sagrario,
frente a toda degradación de lo femenino hoy María se presenta como el rostro
de aquella amada y amorosa. ¡Sagrario de Amor, María, ruega por todos y en este
día singularmente: ruega por la mujer!
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