¡Amor y paz!
Este texto es el final de
una serie de recomendaciones que Jesús hace a sus discípulos para que no anden
obsesionados por la comida o el vestido y aprendan que existe una jerarquía de
valores en la comunidad cristiana: la vida vale más que el alimento y el cuerpo
más que el vestido. La vida es el valor supremo; lo material es necesario, pero
al servicio de la vida.
Y ¿cómo llegará el
discípulo a poseer la vida en plenitud? No precisamente acaparando bienes
materiales, sino más bien compartiéndolos con los que no tienen y centrándose
en lo que es fundamental: buscar que reine Dios en el mundo.
De ahí que la principal
actitud del cristiano sea tener una disposición ininterrumpida al servicio:
“tener el delantal puesto y encendidos los candiles a la espera del señor que
vuelve de la boda, para abrirle la puerta” (Servicio Bíblico Latinoamericano).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXIX Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 12,35-38.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Comentario
Desde hace unos años se ha
insistido mucho y con razón, sobre la necesidad que tienen los cristianos de
insertar su fe en lo más profundo de su vida humana, y, por lo tanto, de
participar con los demás hombres en los grandes proyectos colectivos de
liberación humana y de fraternidad universal que cruzan la historia.
Hubo épocas, en efecto, en
las que los cristianos parecieron desinteresarse de lo terreno y de lo
temporal. La reciente y gran acusación contra la Iglesia era la de decir que la
Fe era el "opio del pueblo"... el pensamiento del cielo y del
infierno era como un refugio que adormecía a los hombres y que los alienaba de
sus tareas humanas.
¿Qué es lo que piensa
Jesús de esto? ¿Es alienador el evangelio? Y si aliena a los hombres, ¿en qué
dirección lo hace?
-Jesús decía: "Poneos
el traje de trabajo" -"llevad ceñida la cintura"- y
"mantened las lámparas encendidas".
Llevar puesto el delantal
es estar presto para el trabajo. Es el "uniforme" de servicio. (Lucas
12, 37;17, 8;Juan 13, 4; Efesios 6, 14). Era también el atuendo del viajero el
que llevaban los Hebreos para celebrar la Pascua (Éxodo 12, 11) Tener la
lámpara encendida, es estar siempre a punto, incluso durante la noche.
No, el cristiano no es un
alienado... Por el contrario, está en alerta constante, siempre presto a la
acción y preparado para servir día y noche.
¿Estoy yo preparado para
servir en todo instante, en todo momento?
-Pareceos a los que
aguardan a que su amo vuelva de la boda para, cuando llegue, abrirle en cuanto
llame.
¿Por qué y para quién hay
que estar siempre disponible? Para la "llegada" o para el
"retorno", de alguien. El detalle "retorno de la boda"
quiere indicar que se trata de una hora tardía e indeterminada: en las
civilizaciones rurales de antaño, puede decirse que las bodas eran la única
circunstancia en la cual se regresaba tarde a casa.
Sí, Jesús viene... Se
corre el riesgo de no estar esperándolo... porque su llegada es de
"improviso", imprevisible, oculta... ¿Estoy siempre a punto de
recibir a Jesús? "Viene" de muchas maneras:
- en su Palabra, propuesta
cada día, esta allí. ¿Soy fiel a la oración?
- él está en todo hombre
que necesita de mí... "he tenido hambre, estaba
solo..." - en la
Iglesia y lo que me propone, esta allí... "quien a vosotros escucha, a mí
me escucha..."
- en los acontecimientos,
"signos de los tiempos", que es preciso descifrar, esta allí...
- en mis alegrías y mis
penas, en mi muerte y en mi vida esta allí.
Los hijos vuelven de la
escuela: es Jesús quien viene y espera mi disponibilidad. Un colega viene a
pedirme que le eche una mano: es Jesús quien viene. Se me invita a una reunión
importante para participar en la vida de la escuela, de la empresa, de la
colectividad, de la Iglesia... ¿me quedaré tranquilo en mi rincón? Estoy
preparando la comida...
Trabajo en mi oficina, en
mi despacho, en mi taller...
Acepto una responsabilidad
que se me confía...
Es Jesús que viene y al
que hay que recibir.
-Dichosos esos criados si
el Amo al llegar los encuentra "en vela".
Velar, en sentido
estricto, es renunciar al sueño de la noche, para terminar un trabajo urgente,
o para no ser sorprendido por un enemigo... En un sentido más simbólico, es
luchar contra el entorpecimiento, la negligencia, para estar siempre en estado
de disponibilidad. ¡Dichosos! ¡Dichosos ellos!
-Os aseguro que el Amo se
ceñirá el delantal, los hará recostarse y les servirá uno a uno.
Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 2
Evang. de Pentecostés a Adviento
Edit. Claret/Barcelona 1983.Pág. 238 s.
Palabra de Dios para cada día 2
Evang. de Pentecostés a Adviento
Edit. Claret/Barcelona 1983.Pág. 238 s.