viernes, 20 de junio de 2014

“No acumulen tesoros en la tierra… sino en el cielo”

¡Amor y paz!

Las sentencias que nos presenta el evangelio de Mateo en este texto las podemos situar en dos grupos: vv. 19-21: el tesoro. Estos versículos constituyen un perfecto paralelismo con la contraposición "no atesoren en la tierra", "atesoren en el Cielo" y los vv. 22-23: la mirada, luz del mundo. Nos encontramos con otra máxima seguida de otro paralelismo, con la oposición "pura-mala", "luminoso-sombrío".

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 6,19-23.
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! 
Comentario

Los primeros versículos apelan a la sana razón humana: no vale la pena acumular riquezas. La polilla -un insecto que designa la destrucción terrena- se comerá lo que está guardado. De esta manera el texto se refiere a la destrucción de arcas donde se guarda toda clase de objetos. La apertura de boquetes por los ladrones no debe hacer pensar necesariamente en dinero enterrado, como era frecuente en Palestina; la referencia está hecha sobre aquello que puede "irrumpir" inesperadamente y acabar con aquello en lo que hemos puesto toda nuestra seguridad y confianza.

Jesús acepta la tendencia innata del hombre a acumular. Pero nos dice dónde debemos invertir nuestro dinero, nos aconseja como debemos hacerlo. Jesús nos dice que coloquemos nuestro capital en el banco de Dios, donde no roban los ladrones y donde el dinero produce al máximo. Así pues, el texto invita positivamente a acumular tesoros celestiales, asumiendo plenamente la idea de la recompensa que se obtiene invirtiendo en el cielo a través de la limosna y ayudando a los necesitados con buenas acciones.

Los versículos siguientes (vv. 22-23) son una exhortación a la generosidad. Están construidos utilizando una imagen o metáfora si nos atenemos al contenido que se transmite a través de la figura "ojo". Puede ser un símil: al ser humano le pasa lo que al cuerpo: si el ojo está sano, todo el cuerpo se encuentra bien. Esta frase tan extraña se puede entender si tenemos en cuenta que, para los judíos, el ojo sano equivale a la generosidad, y el ojo enfermo a la tacañería. Por eso algunos proponen esta otra traducción que empalma muy bien con el tema que venimos comentando: "La esplendidez da el valor a la persona. Si eres espléndido, toda tu persona vale; en cambio, si eres tacaño, toda tu persona es miserable. Y, si por valer tienes sólo miseria, ¡qué miseria tan grande!".

Después del llamado que nos hace Mateo de despojarnos de los falsos tesoros, fuente de preocupaciones y poner toda nuestra confianza en Dios, esta exhortación a la generosidad es un llamado para que todos los cristianos nos entreguemos a Dios sirviendo a los demás sin límites ni condiciones.

Servicio Bíblico Latinoamericano