¡Amor y paz!
Las sentencias que nos
presenta el evangelio de Mateo en este texto las podemos situar en dos grupos:
vv. 19-21: el tesoro. Estos versículos constituyen un perfecto paralelismo con
la contraposición "no atesoren en la tierra", "atesoren en el
Cielo" y los vv. 22-23: la mirada, luz del mundo. Nos encontramos con otra
máxima seguida de otro paralelismo, con la oposición "pura-mala",
"luminoso-sombrío".
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XI Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 6,19-23.
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
Comentario
Los primeros versículos
apelan a la sana razón humana: no vale la pena acumular riquezas. La polilla
-un insecto que designa la destrucción terrena- se comerá lo que está guardado.
De esta manera el texto se refiere a la destrucción de arcas donde se guarda
toda clase de objetos. La apertura de boquetes por los ladrones no debe hacer
pensar necesariamente en dinero enterrado, como era frecuente en Palestina; la
referencia está hecha sobre aquello que puede "irrumpir"
inesperadamente y acabar con aquello en lo que hemos puesto toda nuestra
seguridad y confianza.
Jesús acepta la tendencia
innata del hombre a acumular. Pero nos dice dónde debemos invertir nuestro dinero,
nos aconseja como debemos hacerlo. Jesús nos dice que coloquemos nuestro
capital en el banco de Dios, donde no roban los ladrones y donde el dinero
produce al máximo. Así pues, el texto invita positivamente a acumular tesoros
celestiales, asumiendo plenamente la idea de la recompensa que se obtiene
invirtiendo en el cielo a través de la limosna y ayudando a los necesitados con
buenas acciones.
Los versículos siguientes
(vv. 22-23) son una exhortación a la generosidad. Están construidos utilizando
una imagen o metáfora si nos atenemos al contenido que se transmite a través de
la figura "ojo". Puede ser un símil: al ser humano le pasa lo que al
cuerpo: si el ojo está sano, todo el cuerpo se encuentra bien. Esta frase tan
extraña se puede entender si tenemos en cuenta que, para los judíos, el ojo
sano equivale a la generosidad, y el ojo enfermo a la tacañería. Por eso
algunos proponen esta otra traducción que empalma muy bien con el tema que
venimos comentando: "La esplendidez da el valor a la persona. Si eres
espléndido, toda tu persona vale; en cambio, si eres tacaño, toda tu persona es
miserable. Y, si por valer tienes sólo miseria, ¡qué miseria tan grande!".
Después del llamado que
nos hace Mateo de despojarnos de los falsos tesoros, fuente de preocupaciones y
poner toda nuestra confianza en Dios, esta exhortación a la generosidad es un
llamado para que todos los cristianos nos entreguemos a Dios sirviendo a los
demás sin límites ni condiciones.
Servicio Bíblico Latinoamericano