sábado, 12 de agosto de 2023

Nada es imposible para el que cree

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Deuteronomio          6, 4-13

 

Moisés habló al pueblo diciendo:

Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.

Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob en ciudades grandes y prósperas que tú no levantaste; en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos que tú no cavaste; en viñedos y olivares que tú no plantaste y cuando comas hasta saciarte, ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.

Teme al Señor, tu Dios, sírvelo y jura por su Nombre.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 17, 2-3a. 3b-4. 47 y 51ab (R.: 2)

 

R.        Yo te amo, Señor, mi fuerza.

 

Yo te amo, Señor, mi fuerza,

Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador.  R.

 

Eres mi Dios, el peñasco en que me refugio,

mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoqué al Señor, que es digno de alabanza

y quedé a salvo de mis enemigos.  R.

 

¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!

¡Glorificado sea el Dios de mi salvación.

El concede grandes victorias a su rey

y trata con fidelidad a su Ungido.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   17, 14-20

 

Cuando se reunieron con la multitud se acercó a Jesús un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar.»

Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí.» Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento, quedó curado.

Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»

«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: «Trasládate de aquí a allá», y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Nos encontramos hoy con el «Shemá Israel», «Escucha Israel», que es todavía hoy el comienzo de la oración cotidiana de los judíos fieles. Lo que Israel proclama directamente en esta fórmula, es que no reconoce divinidad ni deidad fuera de su Dios. Es núcleo de la piedad personal y litúrgica que se ha mantenido a lo largo de su historia.
  • Esta confesión de fe no proclama un concepto filosófico de Dios, sino el fruto de la experiencia de todo un pueblo: fuera de Yahvé, ningún dios se ha mostrado capaz de salvar. El que se le ha revelado como Dios lo ha liberado de la opresión de todos los ídolos del mundo. El «amarás» es la respuesta adecuada ante el que se ha revelado como Dios.
  • Y frente a este carácter excepcional de Yahvé, se le pide a Israel lo que se condensa en este precepto: «Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo el corazón». Se trata de un único precepto que unifica la vida entera. El Deuteronomio encontró el término «amar» como el más feliz de todos, porque expresa la entrega total del ser y nunca admite un alto o un repliegue.
  • Esa actitud de amor ante el Dios único no admite componendas ni vacilaciones. Hay que grabar en la memoria tanto el «Dios es solamente uno» como el «amarás», llevarlo en la lengua, repetirlo, anunciarlo en todo momento a los hijos, escribirlo en el propio cuerpo y en los lugares visibles de la casa.
  • Esta respuesta de amor incluye la obligación de servirlo y cumplir sus preceptos; pero excluye el temor de esclavo: la alianza con Dios capacita al pueblo para servirlo y amarlo. Este precepto del “único Dios”, llega hasta lo más profundo del creyente: «se lo ama con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas…». Es una actitud que no admite límites ni postergaciones. Porque echa sus raíces en lo más íntimo del creyente, brota luego hacia el exterior y se manifiesta en el cumplimiento fiel de cuanto dispone Yahvé. La actitud que brota de la obligación de recordar este precepto básico no excluye ninguna actividad humana: «en casa y yendo de camino, acostado y levantado».
  • Es para toda la vida, se da en el momento presente y se despliega hacia el futuro, porque deberán inculcarla a los hijos y de ese modo se formará una cadena viva que hará presente en cada generación las maravillas del pasado.
  • En tiempos de Jesús, el shemá es el compendio de la piedad judía: «Este es el mandamiento principal y el primero» (Mt. 22,37s). Jesús lo reafirma y lo amplía al prójimo: si entramos en alianza con Dios sentiremos que todos los hombres son hermanos nuestros.

***

  • Al bajar del monte, después de la escena de la transfiguración, Jesús se encuentra con un grupo de sus apóstoles que no han sido capaces de curar a un epiléptico.
  • El padre del enfermo ha clamado por la curación de su hijo que tiene epilepsia y con los ataques se lastima. Se lo ha traído a los discípulos y no han podido curarlo.
  • Mateo, atribuye dicha imposibilidad de los discípulos de curar, a su incredulidad, porque no tienen ni un mínimo de fe, del tamaño de un grano de mostaza. Todavía en sus corazones late la creencia de que el mesianismo que trae Jesús, es temporal y político. No han entrado en la dinámica del reino. La intención de Jesús no es llamar la atención de los discípulos sobre la debilidad de su fe, sino de remitirlos al poder incomparable de Dios, lejano a toda fuerza y poder humano.
  • Cuando Jesús se encontraba con una fe verdadera, le atribuía los milagros que realizaba: “tu fe te ha salvado”, así como cuando no encontraba fe “estaba admirado de la incredulidad y no pudo hacer muchos milagros ahí”.
  • El que cura es Cristo Jesús. Pero sólo se podrá servir de nosotros, si somos «fieles y creyentes conductores» de su fuerza liberadora. Tiempo después, purificada su fe de toda “perversión”, Pedro en nombre de Jesús podrá curar al paralítico del Templo.
  • Tener fe no es cruzarse de brazos y dejar que trabaje Dios. Es trabajar no buscándonos a nosotros mismos, sino a Dios, motivados por Él, apoyados en su gracia. La fe lejos de ser una resignación pasiva, nos urge a la acción, de ese modo obra en mí y en el mundo lo inesperado del bien que creo, lo nuevo del amor que transforma.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿La presencia del mal me paraliza?
  • ¿Cómo ilumina la fe el misterio del mal en mi vida y en la vida del mundo?
  • ¿Me resigno con facilidad a que las cosas sean?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Señor, aumenta mi fe

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral