¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 6,43-49
Lectio
Sábado, 14
septiembre, 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, tú que te has dignado
redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de
padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad
verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según
Lucas 6,43-49
« Porque no hay árbol bueno que dé
fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se
conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se
vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y
el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su
boca. "Por qué me llamáis: `Señor, Señor' y no hacéis lo que digo? «Todo
el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar
a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó
profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación,
rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien
edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica es semejante a un
hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió
el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella
casa.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos presenta la
parte final del Sermón de la Planicie que es la versión que Lucas da del Sermón
de la Montaña del Evangelio de Mateo.
• Lucas 6,43-45: La parábola del
árbol que da buenos frutos. “Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a
la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su
fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas”.
La carta del apóstol Santiago sirve de comentario para esta palabra de Jesús:
“¿Puede brotar de la misma fuente agua dulce y agua amarga? ¿Pueda una higuera
producir aceitunas o la vid higos? Tampoco el mar puede dar agua dulce” (Stgo
3,11-12). La persona bien formada en la tradición de la convivencia comunitaria
hace crecer dentro de sí una buena manera de ser que la lleva a practicar el
bien. “Del buen tesoro de su corazón saca lo bueno”, pero la persona que
descuida de su formación tendrá dificultad en producir cosas buenas. Porque
“del malo saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la
boca". Respecto del “buen tesoro del corazón” merece la pena decir lo que
dice el libro del Eclesiástico sobre el corazón: “Déjate llevar por lo que te
dicta el corazón, porque nadie te será más fiel que él: el alma de un hombre
suele advertir a menudo mejor que siete vigías apostados sobre una altura. Y
por encima de todo ruego al Altísimo, para que dirija tus pasos en la verdad.”
(Ec 37,13-15).
• Lucas 6,46: No basta decir Señor,
Señor. Lo importante no es hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del
Padre y ser así una revelación de su rostro y de su presencia en el mundo.
• Lucas 6,47-49: Construir la casa
sobre una roca. Escuchar y practicar, es ésta la conclusión final del Sermón de
la Montaña. Mucha gente buscaba seguridad y poder religioso mediante dones
extraordinarios o de observancia. Pero la verdadera seguridad no viene del
poder, no viene de nada de esto. ¡Viene de Dios! Y Dios se vuelve fuente de
seguridad, cuando tratamos de practicar su voluntad. Será la roca que nos
sustenta en la hora de las dificultades y de las tormentas.
• Dios, roca de nuestra vida. En el
libro de los Salmos, con frecuencia encontramos la expresión: “Dios es mi roca
y mi fortaleza... Dios mío, roca mía, mi refugio, mi escudo, la fuerza que me
salva...” (Sal 18,3). El es la defensa y la fuerza de quien cree en él y de
aquel que busca la justicia (Sal 18,21.24). Las personas que confían en este
Dios, se vuelven a su vez roca para los demás. Así, el profeta Isaías invita a
quienes estaban en el cautiverio: “Escúchenme ustedes, que anhelan la justicia
y que buscan a Yahvé. Miren la piedra de que fueron tallados y el corte en la
roca de donde fueron sacados. Miren a Abrahán, su padre y a Sara que les dio a
luz” (Is 51,1-2). El profeta pide para al pueblo que no olvide el pasado y
recuerde como Abrahán y Sara por la fe en Dios se volvieron roca, comienzo del
pueblo de Dios. Mirando hacia esta roca, la gente debía sacar valor para luchar
y salir del cautiverio. Del mismo modo, Mateo exhorta a las comunidades para
que no olviden nunca esa misma roca (Mt 7,24-25) y así puedan ellas mismas ser
roca para fortalecer a sus hermanos en la fe. Este es también el sentido del
nombre que Jesús da a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre este piedra edificaré mi
Iglesia” (Mt 16,18). Esta es la vocación de las primeras comunidades, llamadas
a unirse a Jesús, la piedra viva, para volverse también ellas piedras vivas
gracias a la escucha práctica de la Palabra (Pd 2,4-10; 2,5; Ef 2,19-22).
4) Para la reflexión
personal
• ¿Cuál es la calidad de mi corazón?
• Mi casa, ¿está construida sobre una
roca?
5) Oración final
Porque tú Señor has formado mis
riñones,
me has tejido en el vientre de mi
madre;
te doy gracias por tantas maravillas:
prodigio soy, prodigios tus obras.
(Sal 139,13-14)
Orden de los Carmelitas