¡Amor y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la 12a
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio: Mateo 7,6.12-14
Lectio
Martes, 25 Junio ,
2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración
inicial
Concédenos
vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás
dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 7,6.12-14
«No
deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los
puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os
despedacen.
«Por
tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros
a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
«Entrad
por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha
la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo
encuentran.
3) Reflexión
•
Discernimiento y prudencia al ofrecer las cosas de valor. En sus relaciones con
los demás, Jesús pone en guardia ante algunas actitudes peligrosas. Lo primero
es no juzgar (7,1-5): se trata de una verdadera prohibición, “no juzguéis”,
acción que evita todo desprecio o condena de los otros. El juicio último es
competencia exclusiva de Dios; nuestros parámetros y criterios son relativos;
están condicionados por nuestra subjetividad. Toda condenación de los demás se
vuelve también condenación de sí mismo, por cuanto nos pone bajo el juicio de
Dios y se autoexcluye del perdón. Si tu ojo está limpio, es decir, si está
libre de todo juicio hacia el hermano, puedes relacionarte con él de manera
veraz ante Dios.
Vayamos
a las palabras de Jesús que el texto nos ofrece: “No deis a los perros lo que
es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las
pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen” (7,6). A primera
vista, este “dicho” de Jesús parece extraño a la sensibilidad del lector
hodierno. Puede presentarse como un verdadero enigma. En verdad se trata de una
manera de decir, de un lenguaje semítico que requiere ser interpretado. En
tiempo de Jesús, como en la cultura antigua, los perros no eran muy apreciados
porque se consideraban semisalvajes y callejeros (U. Luz). Vayamos ahora al
aspecto positivo y didáctico-sapiencial de las palabras de Jesús: no profanar
las cosas santas es, a fin de cuentas, una invitación a usar la prudencia y el
discernimiento.
En
el AT las cosas santas son la carne para el sacrificio (Lv 22,14; Es 29,33ss;
Nm 18,8-19). También la prohibición de echar las perlas a los puercos resulta
incomprensible. Para los hebreos, los cerdos son animales impuros, como la
quintaesencia de la repugnancia. Por el contrario, las perlas son lo más
precioso que puede haber. La advertencia de Jesús se refiere a aquel que sacia
a los perros callejeros con la carne consagrada y destinada al sacrificio. Tal
comportamiento resulta malvado y con frecuencia imprudente, pues normalmente a
los perros no se les daba de comer y, movidos por su hambre insaciable, podían
retroceder y asaltar a sus “bienhechores”.
A
nivel metafórico, las perlas indicarían las enseñanzas de los sabios y las
interpretaciones de la “torâh”. En el evangelio de Mateo, la perla es imagen
del reino de Dios (Mt 13,45ss). La interpretación que hace el evangelista al
poner esta advertencia de Jesús, es principalmente teológica. Seguramente la
interpretación que nos parecerá más acorde con el texto es la lectura eclesial
de las palabras de Jesús: una advertencia a los misioneros cristianos de no
predicar el evangelio a cualquiera (Gnilka Luz)
•
El camino a seguir. Al final del discurso (7,13-27) Mateo pone, entre otras
cuestiones, una exhortación conclusiva de Jesús, que invita a hacer una
elección decisiva para entrar en el reino de los cielos: la puerta estrecha
(7,13-14). La palabra de Jesús no es sólo algo que hay que comprender e
interpretar, sino que sobre todo ha de formar parte de la vida. Ahora bien,
para entrar en el reino de los cielos es necesario seguir un camino y entrar en
la plenitud de la vida atravesando una “puerta”. El tema del “camino” es muy
apreciado en el AT (Dt 11,26-28; 30,15-20; Jr 21,8; Sal 1,6; Sal 118,29-30; Sal
138,4; Sb 5,6-7, etc.).
El
camino representado en las dos puertas conduce a metas diversas. Una
significación coherente de las advertencias de Jesús sería que a la puerta
ancha se une el camino ancho que conduce a la perdición, es decir, recorrer un
camino ancho siempre es agradable, pero esto no se dice en nuestro texto. Más
bien parece que Mateo coincide con el concepto judío de “camino”: siguiendo Dt
30,19 y Jr 21,8 se encuentran dos caminos que se contraponen, el de la muerte y
el de la vida. Saber elegir entre dos modos diversos de vida es decisivo para
entrar en el reino de los cielos. El que elije la vía estrecha, la de la vida,
debe saber que está llena de aflicciones; al decir estrecha indica que en el
sufrimiento se encuentra la prueba de la fe.
4) Para la reflexión
personal
•
¿Cómo ha impactado en tu corazón la palabra de Jesús? ¿La escuchas para vivir
bajo la mirada del Padre y para cambiar personalmente y en tus relaciones con
los hermanos?
•
La palabra de Jesús, o mejor, Jesús mismo es la puerta que introduce en la vida
filial y fraterna. ¿Te dejas guiar y atraer por la vía estrecha y exigente del
evangelio? ¿Sigues más bien la vía ancha y fácil, que consiste en hacer lo que
a uno le place o lo que conduce a satisfacer los propios deseos, y que pasa por
alto las necesidades de los demás?
5) Oración final
Tu
amor, oh Dios, evocamos
en
medio de tu templo;
como
tu fama, oh Dios, tu alabanza
alcanza
los confines de la tierra. (Sal 48,10-11)
Orden de los Carmelitas