martes, 31 de octubre de 2023

El Reino de Dios se parece a un grano que creció y se convirtió en arbusto

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leeer y meditar la Palabra de Dios, en ese martes XXX del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma    8, 18-25

 

Hermanos:

Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados.

Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 3a)

 

R.        ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía que soñábamos:

nuestra boca se llenó de risas

y nuestros labios, de canciones.  R.

 

Hasta los mismos paganos decían:

« ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»

¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros

y estamos rebosantes de alegría!  R.

 

¡Cambia, Señor, nuestra suerte

como los torrentes del Négueb!

Los que siembran entre lágrimas

cosecharán entre canciones.  R.

 

El sembrador va llorando

cuando esparce la semilla,

pero vuelve cantando

cuando trae las gavillas.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   13, 18-21

 

Jesús dijo:

«¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas.»

Dijo también: «¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Pablo nos presenta hoy nuestra filiación destinada a una plenitud mucho mayor de la que podríamos imaginar.
  • Esto incluye también al mundo, a la naturaleza creada, llamada a verse un día «liberada de la esclavitud de la corrupción». Pablo nos presenta una unidad de destino entre la humanidad y el cosmos: no es mera yuxtaposición lo que nos une a este mundo, sino que estamos enraizados profundamente en él.
  • Pero esta «filiación» divina, la grandiosa «adopción de amor» de la que somos objeto no suprime todo sufrimiento en este mundo. Ahora gemimos, «como con dolores de parto», “aguardando la hora de ser hijos de Dios”, “la redención de nuestro cuerpo”.
  • Hemos recibido las primicias del Espíritu Santo, pero esperamos nuestra adopción y la liberación de nuestro cuerpo. Fuimos salvados en esperanza: Dios nos va a dar una vida más gloriosa. Resulta que sólo tenemos «las primicias del Espíritu» y todavía no somos hijos en plenitud, ni estamos totalmente liberados de la esclavitud. Caminamos hacia esa «libertad gloriosa de los hijos de Dios».
  • La Iglesia, la humanidad y toda la naturaleza cósmica preñadas, con dolores de parto, están en espera de alumbrar un mundo nuevo.

***

  • A Jesús en este momento de su vida, cada vez más próximo a Jerusalén, le interesa que el reino que Él anuncia, sea comprendido por aquellos que quieran entrar en él.
  • Estas dos parábolas nos enseñan que el aparente fracaso forma parte del crecimiento del Reino de Dios. En una sociedad que no concede el mínimo de importancia a lo pequeño, a lo ínfimo, Jesús desconcierta; diciendo que es desde esta dimensión desde donde tiene que comenzar a germinar la realidad del reino de Dios. En su andar evangelizador Jesús revela que el reino está abierto y se construye con los que no cuentan, con los marginados, con los que la sociedad y su sistema político, económico y religioso descarta.
  • En línea con esta parábola donde no importa lo grande, Jesús propone que lo menos importante es la velocidad, el apuro. Así como la levadura en cantidades pequeñas puede fermentar con su tiempo toda la masa, así tienen que vivir quienes están comprometidos con la causa de Jesús; como la levadura deben ir fermentando lentamente, transformando poco a poco, toda la masa de la sociedad.
  • Jesús garantiza su palabra con su propia vida; el pequeño grano fue puesto en el huerto, fue sembrado, la levadura fue introducida en las tres medidas de harina. El cuerpo de Jesús insignificante para los hombres: será puesto en el sepulcro, pero al cabo de tres días resucitará. En la dinámica del Reino, de la muerte brota la vida.
  • El proyecto de Dios se realiza bajo los signos de la semilla y la levadura. El verdadero crecimiento es invisible a los ojos de los hombres. La abundancia del Reino es un don totalmente gratuito de Dios; pero no se puede recibir sin hacer nada. Exige una tarea que hay que cumplir y se realiza en un proceso de crecimiento. Decir que participamos de la abundancia, es afirmar que todo se cumplió en Jesucristo Resucitado, pero al mismo tiempo es afirmar que todo está por cumplirse. El Reino escatológico es una obra por hacer, un edificio por construir, un proyecto de catolicidad que se ha de realizar progresivamente.
  • Si se mira externamente el crecimiento de la Iglesia, podemos llegar a la conclusión de que es un fracaso. Aún hoy, existe la intolerancia, la persecución, el martirio. Se acrecienta en muchos ambientes la increencia que deshumaniza. La violencia y la pobreza siguen cobrándose víctimas. Pero el verdadero fracaso sería que la Iglesia estuviera a la altura o en pie de igualdad con las  potencias de este mundo y que la eficacia que esperan los cristianos tomara los recursos y modelos de este mundo.
  • No es la capacidad de influencia, ni la presencia masiva en los medios de comunicación; ni las notas externas que causan admiración lo que da fecundidad a la Iglesia. En la presencia silenciosa y cotidiana transformará e impregnará de sentido la vida de los hombres. Con paciencia y constancia podrá empapar de la fuerza del Espíritu las estructuras humanas. Con amor generoso y sacrificado transformará toda la comunidad, para que alcance los niveles de servicio y de compromiso que reclama la realidad de los más necesitados. Lo más importante de la enseñanza de Jesús queda formulado con los rasgos más sencillos y menos estridentes; como todo lo importante según la escala de valores del Reino.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Creo en la fuerza de lo pequeño?
  • ¿Anhelo para la Iglesia el prestigio y el poder de este mundo?
  • ¿Sé actuar en lo secreto, en lo silencioso y en lo oculto?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Que venga tu Reino Señor

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral

 

lunes, 30 de octubre de 2023

Se enderezó enseguida y glorificaba a Dios

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, este lunes XXX del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma    8, 12-17

 

Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.

Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir ¡Padre!

El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 67, 2 y 4. 6-7b. 20-21 (R.: 21a)

 

R.        Él es el Dios que nos salva.

 

¡Se alza el Señor!

Sus enemigos se dispersan

y sus adversarios huyen delante de él.

Los justos se regocijan,

gritan de gozo delante del Señor

y se llenan de alegría.  R.

 

El Señor en su santa Morada

es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:

él instala en un hogar a los solitarios

y hace salir con felicidad a los cautivos.  R.

 

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!

El carga con nosotros día tras día;

él es el Dios que nos salva

y nos hace escapar de la muerte.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17

 

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: «Mujer, estás curada de tu enfermedad», y le impuso las manos.

Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: «Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado.»

El Señor le respondió: « ¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?»

Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Pablo nos ha presentado la salvación en Jesucristo como una «liberación» de la muerte, del pecado y de la Ley. Pero es una «liberación» que hay que ir completando sin cesar.
  • Encontramos aquí la comparación habitual en san Pablo, entre la «carne» y el «espíritu». La carne, para san Pablo, no es principalmente el cuerpo humano, es el «hombre entero cuando se ha apartado de la mirada de Dios». En los textos de san Pablo podríamos reemplazar la palabra «carne», por «el hombre sin Dios».
  • El espíritu es precisamente lo contrario, no es el alma solamente, es el hombre entero en cuanto que animado por Dios. Si vivimos “según el Espíritu”, no «carnalmente», o sea, según los criterios meramente humanos; nos sentiremos hijos.
  • «Los que se dejan llevar por el Espíritu, esos son hijos de Dios». Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios nuestro Padre. Esto es un foco de luz que ilumina y que transforma nuestra existencia.
  • Ser hijos significa no vivir en el miedo, como los esclavos, sino en la confianza y en el amor. Ser hijos significa poder decir desde el fondo del corazón, y movidos por el Espíritu: «Abbá, Padre». Ese término hebreo usado por san Pablo voluntariamente, es la palabra familiar de los niños pequeños judíos de la época: «¡papá!». Significa que somos «herederos de Dios y coherederos con Cristo»: hijos en el Hijo, hermanos del Hermano mayor, partícipes de sus sufrimientos, pero también de su glorificación.
  • Esta es la raíz de la dignidad de la persona humana, y del respeto que merece todo hombre y toda mujer, también los más alejados e insignificantes. Todos somos hijos.
  • «Dejarse conducir por Dios» es lo que reemplaza totalmente a la Ley. Se pasa de una «regla», con la cual se puede «estar tranquilo» cuando se ha cumplido; a un amor de Alguien, con el cual siempre se puede crecer un poco más.
  • Quienes creemos en Cristo, somos frágiles; y muchas veces actuamos conforme a nuestros desórdenes egoístas, pero tenemos la esperanza cierta de que lograremos la plenitud que en este mundo no podemos alcanzar. Dios nos ha comunicado su Espíritu Santo para que venga en nuestro auxilio. La presencia del Espíritu de Dios en nosotros nos lleva a vivir confiados en Dios, y actuar bajo sus inspiraciones. Por eso en medio de las luchas y tentaciones de esta vida, mientras no nos dejemos dominar por el mal y el pecado, nuestro destino no será la muerte, sino el llegar a ser herederos de Dios, junto con Cristo, participando de su misma gloria.

***

  • No era extraño en tiempos de Jesús, que cualquier judío asistente, asiduo a la sinagoga, fuera invitado a hacer alguna de las lecturas de la Escritura y si quería decir algo o explicitar algo de lo leído, pudiera hacerlo. Después de la curación del hombre con la mano paralizada, Jesús no había vuelto a aparecer en una sinagoga.
  • El evangelista nos narra que era sábado, y que Jesús como buen judío, asiste a la sinagoga y además comenta la Escritura. Pero su enseñanza no se queda atada a las palabras: la fidelidad del Dios de la alianza se pone de manifiesto en la curación que Jesús realiza. Palabra y gesto en Jesús van juntos.
  • La acción esta vez recae sobre una mujer que hace dieciocho años permanece encorvada, según el modo de pensar de la época, a causa de Satanás que la tenía esclavizada. El primer desafío que Jesús realiza es llamar a la mujer para que se ponga en el centro de la sinagoga. Las mujeres y los niños, tenían su propio lugar tanto en el templo como en la sinagoga, que no era en absoluto el central. La mujer encorvada es símbolo del pecado que tiene sujeto a Israel y a sus dirigentes. La leyes y normas que estos imponen, en nombre de Dios, tienen un peso tan grande que han doblegado al pueblo, lo han encorvado. Jesús desata a esta hija de Abrahán, de las ataduras religiosas que le impedían disfrutar de la plena condición humana, devolviendo su dignidad al hombre, por encima del resto de la creación.
  • Realiza una acción claramente mesiánica, y la realiza en el día sábado para reafirmar, pero desde una nueva perspectiva, que el sábado es por excelencia el día del Señor. Jesús repite los gestos de la creación, se inclina sobre la pobre mujer y le impone sus manos, lo mismo que Dios se había inclinado sobre Adán sin vida para infundirle su espíritu. Jesús rehabilita a la mujer, devolviéndole, así al hombre, su armonía originaria.
  • En la curación de esta mujer se da un doble signo: cuestionar la dirigencia religiosa judía por su concepción legalista y deshumanizada del sábado, y presentarse como Mesías superior al sábado. Ante la crítica de los dirigentes, Jesús es contundente, y no deja lugar a la réplica. No puede haber mayor preocupación por un animal, que por un ser humano ni en sábado, ni ningún día.
  • Cuando se pierde el espíritu de la norma,  ésta se vacía de contenido y todos los valores se tergiversan, se pierde la capacidad para el discernimiento verdadero y se termina siendo esclavo de esa misma norma que tiene la función de orientarnos y protegernos.
  • Una vez más queda establecido el señorío absoluto de Jesús sobre el sábado, las instituciones judías, y la misma ley; y se cumple lo que había proclamado en otra sinagoga de Galilea: no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre.
  • Por el mundo siguen andando hombres y mujeres doblados y encorvados por el peso del hambre, de la pobreza, los hijos, las preocupaciones familiares. Hombres y mujeres doblados y encorvados por el peso de los trabajos, el esfuerzo y la lucha de la vida. Otros van doblados y encorvados por la incomprensión, la soledad, los malos recuerdos, los rencores, por los fracasos, las tristezas o el mismo pecado.
  • La reacción de Cristo es la misma. Dios no nos quiere oprimidos y esclavizados, ni caídos ni deprimidos ni postrados. Él nos quiere en pie, nos quiere libres. En pie significa libertad, confianza, transcendencia y esperanza. Dios no ha creado al hombre para que viva doblándose, sino para que viva con dignidad. Por eso Dios mismo intervino para liberar a su pueblo y se nos acerca en Cristo Jesús. Nos invita a poner nuestras cargas en Él.
  • Para ayudar a que la gente se enderece y pueda mirar con confianza, tenemos que recordar con la palabra y el gesto: que, en Cristo el Señor, somos hijos de Dios. Todos valemos mucho a los ojos de Dios, que no nos quiere como esclavos, sino como hijos. Que nuestras palabras y, sobre todo, nuestras obras toquen y enderecen a quienes pasan encorvados a nuestro lado, para que puedan alegrarse con las maravillas de Dios.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué cargas me aplastan y me doblegan?
  • ¿Estoy convencido de que el Señor me puede liberar?
  • ¿Qué cargas se  me imponen y cuáles son las que yo mismo me impongo?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Cristo se ha entregado a sí mismo por mí

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral

 

 

 

domingo, 29 de octubre de 2023

Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo XXX  del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice....

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Éxodo 22,20-26

 

No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto.

No harás daño a la viuda ni al huérfano.

Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor.

Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos huérfanos.

Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol, porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO                                            

 

 Sal 18(17) ,2-3.3-4.47.51 

 

R: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

 

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,

mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos. R.

 

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,

sea ensalzado mi Dios y Salvador.

Tú diste gran victoria a tu rey,

tuviste misericordia de tu Ungido. R.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Tesalónica 1, 5c-10

 

Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes.

Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo.

Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.

En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto.

Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.

 

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo  22, 34-40

 

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?».

Jesús le respondió:

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • La primera lectura es un hermoso comentario sobre el amor al prójimo relacionado con el amor a Dios. Poco tiempo después de la salida de Egipto (al tercer mes, dice 19,1) llega Israel al pie del Sinaí. Allí tendrá lugar el encuentro de Dios con el pueblo. Por iniciativa divina, la Alianza realiza y ratifica la unión del Señor con Israel. Después de haber sido liberado de la esclavitud, Dios da el código de la alianza, por el cual Israel será el pueblo de Yahvé para siempre. De ahí se derivan una serie de compromisos que el pueblo debe cumplir.
  • El fragmento que leemos hoy nos habla de cómo se debe tratar a los forasteros que son aquellos que por hambre, guerra, peste… se ven obligados a marchar de su patria y deben ir a otro lugar, en el que, naturalmente, tendrán menos derechos. Para que los israelitas sean acogedores para con ellos, el código les recuerda su situación en Egipto. Siguen las viudas y los huérfanos, quienes no tienen a nadie que los defienda y por ello tienen que clamar a Yahvé, que se identifica con su suerte. Después vienen los pobres que no tienen con qué poder sustentarse y que deben ser considerados siempre desde su dignidad de personas, y no devorados por los usureros.
  • El texto termina con unas prescripciones sobre la justicia y la caridad. Los hijos de Israel deben procurar mantenerse, de todas formas, completamente libres de los lazos del mal, e inclinados siempre a favor del derecho y la justicia, de la verdad y la magnanimidad.

***

  • Tesalónica era una ciudad portuaria de Grecia, de gran importancia comercial. Pablo escribe esta carta probablemente el año 51. Tomado de la acción de gracias que sirve de prólogo, Pablo describe la acogida que le brindaron y cómo se ha difundido la Buena Nueva.
  • Pablo insiste en la respuesta de tesalonicenses a la iniciativa divina subrayando la apertura a la predicación y la aceptación.
  • El apóstol elogia de esta comunidad, diciéndoles que han sido un centro de irradiación de la palabra para toda Grecia. Son como la ciudad colocada en lo alto del monte.

***

  • En las escuelas teológicas de la época se discutía cuál era el mandamiento que se debía poner a la cabeza de la lista. Los maestros de la Ley distinguían entre los 613 preceptos, 365 como la cantidad de los días del año que eran prohibiciones, y los 248, tal como se creía entonces que eran los miembros del cuerpo humano, que eran imposiciones.
  • Era urgente reducir todo ese embrollo legal a una sola fórmula breve y comprensible, a un mandamiento principal de la ley.
  • Los diversos adversarios proponen cuestiones a Jesús para comprometerlo. Ahora es el turno de un experto en la ley del grupo de los fariseos. Es un escriba, el que hace a Jesús la pregunta, para poner a prueba la capacidad del nuevo Maestro.
  • Jesús responde citando un pasaje del Deuteronomio: “Escucha, Israel: Yahvé, nuestro Dios, es el único Dios. Ama a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
  • La originalidad de la respuesta de Jesús, está en que Jesús coloca a un mismo nivel el precepto del amor al prójimo, declarando que ambos preceptos son inseparables, y constituyen un mismo centro. La ley y los profetas penden de estos dos mandamientos.
  • Para Jesús, el mandamiento del amor a Dios y al prójimo no es simplemente el mandamiento que hay que colocar en el primer lugar sino que es el centro del cual deriva todo y que todo lo impregna. Jesús afirma que todo lo que al hombre le es exigido desde la ley, debe ser deducido de estos dos mandamientos.
  • Lo notable es que Jesús universaliza el concepto del prójimo. Para el judaísmo de ese tiempo no era considerado prójimo el extranjero y el pagano. En cambio, para Jesús, prójimo es todo el mundo, incluido el extranjero y hasta el desconocido. Prójimo es cualquiera que es objeto del amor de Dios.
  • Las tendencias que hay en el corazón del hombre marcan un estilo de vida cristiana. La que  acentúa el primado de Dios desde la oración, la vida interior y personal y la que, en nombre de Dios pone su atención en el hombre y por lo tanto en la lucha por un mundo más justo.
  • La novedad de Jesús radica ante todo, en haber unido las dos tendencias. En la unión de las dos se realiza la verdadera fe. Si el amor a Dios se separa del amor a los hombres, es farsa. Porque Dios está presente en el hombre. No se puede amar a Dios si no se ama al hombre.
  • El amor de Dios es lo primero, lo de siempre, es lo fundamental, es lo que sostiene o debe sostener toda la vida y obras de los creyentes. Dios se nos ha revelado como amor, como el que nos quiere, como nuestro Padre. Por eso el ser hombre, más aún el ser creyente, no puede consistir sino en corresponder con amor al amor de Dios. Y esto es fundamental, porque sabemos que Dios nos quiere, no porque seamos buenos o malos, sino porque él es bueno. De modo que el amor de Dios es gratuito, y así se funda también la gratuidad del amor de los hombres. Si sólo queremos a los que nos quieren la consecuencia es inevitable: también odiaremos a los que nos odian. Y así nos salimos del mandamiento principal, del principio de gratuidad.
  • El amor nace de Dios: vernos cada día queridos y perdonados en la propia miseria, y llamados además a ser hijos. El amor no lo producimos; se nos da. Y cuando se recibe, se expande en toda dirección: Dios, hombres, naturaleza, vida.
  • El amor no es sólo un mandamiento, una ley importante. Es la razón de ser de todo. Es el principio fundamental que lo impregna todo. Es el alma de toda ley y de toda vida cristiana, personal y comunitaria. No se trata de un aspecto jurídico, sino de la clave teológica que da sentido a toda nuestra vida cristiana y humana. Ahí está la novedad del cristianismo.
  • El amor de Dios es el fundamento, pero sólo puede fundamentar el amor practicado y realizado con nuestro prójimo. Amar a los demás como a nosotros mismos es la prueba evidente del verdadero amor a Dios. «Quien diga que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso…» (1Jn 4, 20). Es imposible cumplir el primero sin el segundo. La comprobación de nuestro amor a Dios consiste en el amor al prójimo. No son dos amores.
  • El amor al prójimo es en el cristianismo, el termómetro que nos indica si amamos y en qué medida amamos a Dios. No sabremos comulgar verdaderamente con Jesús si no podemos comulgar con las preocupaciones, necesidades, dolores y alegría de los hombres; no podemos pedir el perdón de Dios si no sabemos perdonar a los hermanos; no podemos decir que amamos totalmente a Dios si somos egoístas y mezquinos en nuestra estima hacia los que nos rodean.
  • Amar a Dios significa que queremos dar un paso más y descubrir en cada hombre, en cada mujer, en cada niño, en cada anciano, el misterio de un Dios allí presente, que pide más, de lo que espontáneamente saldría de nosotros.
  • Cuando amamos de verdad al prójimo, no sólo estamos cumpliendo un mandamiento, sino que «sucede realmente aquel acontecimiento último y verdaderamente único en nuestra vida en el que el hombre llega de forma realmente inmediata a Dios mismo… Allí donde el hombre se libera verdaderamente de sí mismo y ama al prójimo en un absoluto desinterés, se ha topado verdaderamente con el misterio silencioso e indecible de Dios». K. Rahner
  • El amor llama a salir del egoísmo y a caminar con los demás; especialmente con los pequeños y despreciados del mundo. De este modo los cristianos podremos construir una historia en la que las fronteras de clase, de raza, de economía y de religión, no separen más a los pueblos, sino que se transformen en un lugar de encuentro. En el trabajo generoso por el hombre se puede afirmar el primado de Dios, al que hay que amar con todas las fuerzas y que debe ocupar el primer puesto en nuestro corazón.
  • El amor del discípulo debe desarrollarse en una sensibilidad y afectividad que le permita expresarse hacia Dios y hacia los hombres con todas las posibilidades de ternura, de amistad, de dulzura y de fuerza, del corazón humano.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Puede haber amor a Dios sin tenerlo a los demás?
  • ¿Cómo son tus relaciones con los demás?
  • ¿Qué hacés por los demás?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Quiero amarte Señor a Vos y a mis hermanos

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral