jueves, 1 de julio de 2010

Jesús quiere nuestra curación integral

¡Amor y paz!

De vuelta del territorio pagano de los gerasenos, en Cafarnaúm le presentan a Jesús un paralítico. El Señor no sólo lo cura, sino que le perdona los pecados, con gran escándalo de los letrados y ‘sabios’ que lo escuchaban.

La salvación que Cristo quiere para la humanidad es integral, de cuerpo y de espíritu. El signo externo -la curación de la parálisis- es el símbolo de la curación interior, la liberación del pecado.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Juev es de la XIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 9,1-8.

Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema". Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

Comentario

El Evangelio de Mateo nos presenta la curación que Jesús hace de un paralítico. Por el poder de Dios, Jesús le perdona al paralítico sus pecados y los letrados y otras personalidades que le escucharon se escandalizaron y le miraron como un blasfemo.

Jesús interpela a los que están hablando mal de lo que ha hecho y los pone en una difícil situación al preguntarles qué cosa es más fácil decir: "¿tus pecados te son perdonados, o levántate y anda?".

Dios conoce lo profundo de las personas, y sabe que la invalidez profunda del paralítico que le han presentado es fruto del pecado manifestado en su egoísmo, en su incapacidad para servir, en su desamor. Jesús sabe muy bien que para que el paralítico se levanten de la camilla es necesario hacer de él una persona nueva, y por lo tanto es necesario el perdón de sus pecados.

A la orden dada por Jesús al paralítico de levantarse y de caminar, sus piernas vuelven a tomar vida porque su espíritu ha sido purificado, ha sido limpiado. El milagro que Jesús ha hecho es el de la liberación interior que se proyecta inevitablemente hacia afuera. Jesús realiza este milagro porque el hombre tullido tenía fe en Jesús y tenía deseos de comenzar una vida nueva que girara en torno al servicio y en medio de la comunidad, que lo recibirá y que dará testimonio del cambio que Dios ha realizado en su interior.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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