jueves, 6 de octubre de 2011

Jesús nos invita a perseverar en la oración

¡Amor y paz!

Continuando con su enseñanza sobre la oración -antier la escucha de la Palabra, ayer el Padrenuestro-, Jesús nos asegura hoy que Dios atenderá nuestras plegarias. Si lo hace el amigo, al menos por la insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, cuánto más Dios atenderá a quienes le piden algo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 11,5-13.

Jesús agregó: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,  porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',  y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.  Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.  ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?  Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan". 
Comentario

Muchas veces nuestra oración no obtiene lo que pide. Y por ello, surge en nosotros el desaliento y el cansancio que nos llevan a abandonar su práctica. La parábola del amigo importuno se nos presenta para advertirnos de lo irracional de este abandono.

Orar siempre sin desfallecer, aun cuando parece a nuestros ojos y a los de los que nos rodean que no obtenemos respuesta a nuestras peticiones, es la enseñanza fundamental de esta parábola que debemos asumir profundamente en nuestra vida.

Nuestros amigos reaccionan ante nuestra insistencia buscando la calma en momentos en que preferirían hacer traición a la amistad, los padres de la tierra, a pesar de sus carencias, conceden las cosas buenas que sus hijos solicitan. Comparándolo con ellos, Dios es para nosotros un amigo siempre fiel que atiende a nuestras necesidades y es también el Padre bueno, ante Quien se ponen de manifiesto las carencias de toda otra paternidad.

Pero de ese Amigo fiel y de ese Padre bueno no debemos esperar siempre una respuesta idéntica a la esperada. Podemos pedir muchas cosas buenas que tal vez no sean concedidas. Sin embargo, tengamos la certeza de que Dios responde siempre con un don que, a menudo, es superior a lo que habíamos pedido: el Espíritu Santo.

Con Él se nos concede la fuerza necesaria para enfrentar todos los problemas y dificultades que entrecruzan nuestra existencia. Acompañados por Él podemos superar las angustias y medios que nos amenazan. Este es el fruto principal de la oración que justifica nuestra constancia y nuestra perseverancia en su práctica.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)