sábado, 26 de marzo de 2011

¡Dejémonos amar por Dios!

¡Amor y paz!

El Evangelio nos trae hoy la parábola del hijo pródigo, que presenta toda la riqueza del amor y de la misericordia de Dios: el Padre está siempre dispuesto a acoger sin reservas a todos los hombres que quieran ponerse en sus manos. 

Sólo existe una barrera que impide este amor de Dios: creer que somos autosuficientes, que somos capaces de salvarnos nosotros solos. (Misa Dominical 1990/06).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la 2ª. semana de Cuaresma.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
 Comentario

Dejarse amar por Dios.

-Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle.
Los fariseos y los escribas murmuraban: "Este acoge a los pecadores y come 
con ellos."

Una revelación esencial de Dios.

La parábola del hijo perdido y encontrado... por su padre.

La parábola del Padre que no desespera jamás de sus hijos.

Habitualmente llamada: la parábola del "hijo pródigo".

Pero es el "padre", y no el hijo, el que constituye el centro de la parábola. 

Contemplemos a nuestro Dios, que Jesús nos revela aquí.

-Un hombre tenía dos hijos. El más joven dijo a su padre:

"Dame la parte de hacienda que me corresponde." El padre les dividió la hacienda.

Un padre amoroso, respetuoso de la libertad y de la autonomía de sus dos hijos. Con la muerte en el alma deja partir al menor; pero con la esperanza de que será adulto algún día y comprenderá el amor de su padre.

Un hijo disconforme, que quiere vivir su vida, que rehúsa el estar sometido, que cree que será más libre si está totalmente independizado. Es una rebelión típica de nuestro tiempo y de todos los tiempos: "el rechazo del padre"... el rechazo de Dios. Característica del mundo moderno. Fenómeno global del ateísmo.

-Disipó su hacienda en una vida disoluta... y conoció la miseria.

El pecado siempre se presenta primero como agradable, atrayente, seductor. El Maligno es suficientemente hábil para de momento, disimular su "juego". Vivir su libertad, reivindicar su autonomía... es positivo bajo un cierto aspecto. Eres Tú, Señor, quien nos has dado esta sed de libertad.

Haz que seamos más lúcidos, Señor.

Ayúdanos a detectar lo que es una verdadera dilatación del espíritu, de lo que corre el peligro de acabar en decrepitud.

-Se levantó y partió hacia su padre: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

Danos, Señor, este valor... saber reconocer nuestro mal y tomar la postura eficaz para probar que es verdadera nuestra decisión.

-Cuando aún estaba lejos, vióle el padre, y compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello... mandó que le trajeran la más bella túnica, un anillo, unas sandalias... hizo preparar un festín.

Es así como el padre acoge al hijo "rebelde".

Incansablemente, leo y vuelvo a leer estas palabras. Eres Tú, Jesús, quien ha inventado este relato. Eres Tú quien ha acumulado todos esos detalles del retorno del hijo pródigo.

Escucho tu voz. Trato de imaginar las inflexiones de tu voz cuando decías esto por primera vez. Querías darnos a entender algo muy importante.

¿Cómo reaccionaron tus oyentes? ¿Qué hicieron después de haberlo oído? 

¿Vinieron a confiarte sus pecados? ¿Oíste confesiones, Señor? ¿Qué confidencias te hicieron? Los "hijos pródigos" de Dios comprendieron delante de quién se encontraban, y ¡cuán grande era su suerte de tener tal Padre!

-Hijo mío, todo lo mío es tuyo.

Fórmula de amor. Y el padre se ve obligado a decirla también al hijo mayor quien, aparentemente, se había quedado "en la casa", ¡pero que tampoco había comprendido gran cosa del amor que su padre le tiene! El menor, precisamente a causa de su pecado, y de su vida lejos del hogar... y a causa también del perdón que acaba de recibir, comprenderá mejor ahora ¡cómo y cuánto es amado! ¡Gracias!

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 1
Evang. de Adviento a Pentecostés
Edit. Claret/Barcelona 1984.Pág. 128 s.