¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles de la XIX semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
PRIMERA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo
a los Corintios 9,6-10
Hermanos:
Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras.
Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente.
El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.
Palabra de Dios
SALMO Sal 112(111) ,1-2.5-6.7-8.9.
R. Feliz el hombre que siempre camina en la ley de Dios.
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre. R.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus enemigos. R.
El da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 12,24-26
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- En la metáfora del grano de trigo que muere en la tierra, la muerte, es la condición para que se libere toda la energía vital que la semilla contiene, y la vida allí encerrada, se manifieste plenamente. Con esta metáfora, Jesús afirma que el hombre no produce vida sin dar la propia. Amar es darse sin escatimar, hasta desaparecer, si es necesario.
- Solamente el don total libera las capacidades del hombre. Esta muerte no es un suceso aislado, sino la culminación de un proceso de donación de sí mismo. La fecundidad no depende de la transmisión de una doctrina, sino de una muestra extrema de amor. La vida es fruto del amor y no brota si el amor no es pleno, si no llega al don total.
- Jesús va a entregarse por los demás, es solidario con los necesitados y por ellos ha aceptado la muerte y prevé ya el fruto. Dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. Tal decisión no es una pérdida para el hombre, sino una máxima ganancia; no significa frustrar la propia vida, sino llevarla a su completo éxito. «El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará». El temor a perder la vida es el gran obstáculo al compromiso por los demás, porque el amor a la propia vida lleva a todas las abdicaciones, a la injusticia, al silencio cómplice ante la realidad.
- Cuando uno teme morir, puede encontrar serios obstáculos en su forma de amar. La fecundidad viene del amor verdadero, que Dios ha infundido en nuestros corazones. El verdadero discípulo de Jesús debe seguirlo a Él hacia su glorificación en Dios, sabiendo que, sin miedo a los riesgos, sin miedo a las amenazas de quienes quieran silenciar al enviado de Dios, debe incluso afrontar la propia muerte como un signo de amor fecundo; que haga brotar en uno mismo y en los demás, la vida eterna.
- El que ofrece su vida por los demás: ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad, en medio de una sociedad donde reina la muerte.
PARA DISCERNIR
- ¿A qué conversión en mi amor, en mi entrega, en mi fecundidad me invita esta palabra?
- ¿Qué miedos son obstáculo para mi vida de discípulo/a?
- ¿Me fío del Señor como el único capaz de colmar mi plenitud?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Que sea generoso y alegre Señor
ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral