jueves, 28 de julio de 2011

El día del juicio, separarán a buenos y malos, ahora mezclados

,¡Amor y paz!

La última parábola de la serie, la de la red, sólo la encontramos en el evangelio de Mateo y tiene como tema principal la oposición de los justos y de los malos, el horno encendido, los llantos y el rechinar de dientes, que encontramos en la parábola anterior. 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y bel comentario, en este Jueves de la XVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,47-53.
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron. Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo". Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.
Comentario

Las redes de los pescadores pueden atrapar cualquier clase de peces. Así es el Reino.

Atrae por igual a gente honesta con buenos propósitos y a gente manipuladora y oportunista. Sin embargo, la lógica misma del Reino hace que unos se diferencien radicalmente de los otros.

Muchos discípulos de Jesús lo siguieron con aparente fidelidad pero ocultaban oscuros intereses. A lo largo del camino fueron manifestando sus verdaderas intenciones. Se vestían con el manto del servicio a Dios para servir a sus propias ambiciones. Jesús les anuncia la inevitable fuerza que tiene el Reino para descubrirlos y separarlos de la auténtica comunidad. Al final, Dios les servirá de lo mismo que han cultivado.

Al terminar la parábola, Jesús diferencia entre los escribas o intelectuales que se han hecho sus discípulos de otros que se han encerrado en sus doctrinas. El intelectual que se hace hijo del Reino sabe combinar lo que sabe, lo que tiene con la novedad constante que irrumpe con el Reino. Saca de sus reservas cosas nuevas y cosas antiguas. El intelectual que no se abre a la acción del Reino, se encierra en sus doctrinas para sólo sacar vejestorios inservibles. De este modo, Jesús acoge entre sus discípulos a los que están dispuestos a poner al servicio del pueblo y del Reino lo que saben. Aquellos hábiles y creativos que combinan su ciencia con la novedad que irrumpe en la vida del Pueblo de Dios.

Servicio Bíblico Latinoamericano