¡Amor y paz!
La multiplicación de los
panes es un milagro que los evangelios cuentan hasta seis veces. Mateo y
Marcos, dos cada uno, seguramente porque hubo dos escenas diferentes. Hoy
leemos la primera de Mateo.
Jesús, al enterarse de la
muerte del Bautista, intenta retirarse a un lugar solitario, pero la gente no
le deja. A él, como siempre, «le dio lástima y curó a los enfermos». Su
actividad misionera es intensa: predica la Buena Nueva de la salvación, cura a
los enfermos, atiende a todos y, como vemos hoy, también les da de comer.
Es un milagro cargado de
simbolismo. En el AT, Moisés, Elías y Eliseo dieron de comer a la multitud en
el desierto o en períodos de sequía y hambre. Jesús cumple en plenitud las
figuras del AT. Además, muestra un corazón lleno de misericordia y un poder
divino como Enviado e Hijo de Dios.
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 18ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Del evangelio
según san Mateo 14,13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.» Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.» Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.» Les dijo: «Traédmelos.» Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Comentario
El
relato es también un programa para la comunidad de los seguidores de Jesús.
Ante
todo, el lenguaje del evangelio se parece mucho al de nuestra Eucaristía:
«tomó... pronunció la bendición... partió... se los dio...». No podemos no
pensar en ese Pan que Jesús multiplica para nosotros cada vez que celebramos la
Eucaristía, el signo sacramental que él mismo nos encargó que celebráramos en
memoria de su Pascua.
Pero,
cada vez que leemos esta escena, también aprendemos la lección de la
solidaridad con los que pasan hambre, con los que buscan, con los que andan
errantes por el desierto. La consigna de Jesús es sintomática: «dadles vosotros
de comer». La Iglesia no sólo ofrece el Pan con mayúscula. También el pan con
minúscula, que puede traducirse por cultura y cuidado sanitario y preocupación
por la justicia en favor de los débiles y la solidaridad de los que tienen con
los que no tienen...
En
cada misa, el Padrenuestro nos hace pedir el pan nuestro de cada día, el pan de
la subsistencia y, luego, pasamos a ser invitados al Pan que es el mismo Señor
Resucitado que se ha hecho nuestro alimento sobrenatural. Hay un doble pan
porque el hambre también es doble: de lo humano y de lo trascendente. Y la
«fracción del pan» debería ser tanto partir el Pan eucarístico como compartir
el pan material con el hambriento.
Jesús,
con esta dinámica del pan material y del pan espiritual, ayuda a las personas a
pasar del hambre de lo humano al hambre de lo divino. De la luz de los ojos a
la luz interior de la fe, en el caso del ciego. Del agua del pozo al agua que
sacia la sed para siempre, a la mujer samaritana. Lo mismo tendremos que hacer
nosotros, los cristianos. El lenguaje de la caridad es el que mejor prepara los
ánimos para que acepten también nuestro testimonio sobre los valores
sobrenaturales.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 222-226
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 222-226