¡Amor
y paz!
Los
invto, hermanos, a leer y medutar el Evangelio, en este 3er Domingo de Adviento
o ‘Gaudete’, Ciclo A.
Dios
nos bendice...
Lectio
Divina: 3º Domingo de Adviento (A)
Lectio
Domingo,
15 Diciembre , 2019
El testimonio de Jesús sobre Juan Bautista
Mateo 11,2-11
Mateo 11,2-11
1.
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu
de Dios,
que al comienzo de la creación
te cernías sobre los abismos del universo
y transformabas en sonrisa de belleza
el gran despertar de las cosas,
desciende ahora sobre la tierra
y dónale el escalofrío de los comienzos.
que al comienzo de la creación
te cernías sobre los abismos del universo
y transformabas en sonrisa de belleza
el gran despertar de las cosas,
desciende ahora sobre la tierra
y dónale el escalofrío de los comienzos.
Este mundo que envejece,
rózalo con el ala de tu gloria.
Devuélvenos a los primeros gozos
Vuélvete sin medida sobre todas nuestras aflicciones.
Inclínate una vez más sobre nuestro viejo mundo en peligro.
Y el desierto finalmente de nuevo será jardín,
y en el jardín florecerá la justicia
y fruto de la justicia será la paz.
Espíritu de Dios, que junto a las orillas del Jordán
descendisteis plenamente sobre la cabeza de Jesús
y lo proclamaste Mesías,
inunda esta porción de tu cuerpo místico
recogida ante ti.
Adórnala con un vestido de gracia.
Conságrala con la unción
e invítala a llevar el alegre anuncio a los pobres
y vendar las heridas de los corazones destrozados,
a proclamar la libertad de los esclavos,
la liberación de los prisioneros
y a promulgar el año de misericordia del Señor.
Líbranos del miedo del no poder más.
Que de nuestros ojos salgan invitaciones a sobrehumana
transparencia.
Que de nuestro corazón brote abundantemente audacia mezclada con ternura.
Que de nuestras manos se derrame la bendición del Padre
sobre todo lo que acariciamos.
Haz resplandecer de gozo nuestros cuerpos
Revístelos de vestidos nupciales.
Y cíñelos con cinturas de luz,
para que, para nosotros y para todos, no tarde el Esposo.
T. Bello
rózalo con el ala de tu gloria.
Devuélvenos a los primeros gozos
Vuélvete sin medida sobre todas nuestras aflicciones.
Inclínate una vez más sobre nuestro viejo mundo en peligro.
Y el desierto finalmente de nuevo será jardín,
y en el jardín florecerá la justicia
y fruto de la justicia será la paz.
Espíritu de Dios, que junto a las orillas del Jordán
descendisteis plenamente sobre la cabeza de Jesús
y lo proclamaste Mesías,
inunda esta porción de tu cuerpo místico
recogida ante ti.
Adórnala con un vestido de gracia.
Conságrala con la unción
e invítala a llevar el alegre anuncio a los pobres
y vendar las heridas de los corazones destrozados,
a proclamar la libertad de los esclavos,
la liberación de los prisioneros
y a promulgar el año de misericordia del Señor.
Líbranos del miedo del no poder más.
Que de nuestros ojos salgan invitaciones a sobrehumana
transparencia.
Que de nuestro corazón brote abundantemente audacia mezclada con ternura.
Que de nuestras manos se derrame la bendición del Padre
sobre todo lo que acariciamos.
Haz resplandecer de gozo nuestros cuerpos
Revístelos de vestidos nupciales.
Y cíñelos con cinturas de luz,
para que, para nosotros y para todos, no tarde el Esposo.
T. Bello
2.
El texto
2 Juan, que en la
cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a
decirle: 3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar
a otro?» 4 Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que
oís y veis: 5 los ciegos ven y los cojos andan, los
leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a
los pobres la Buena Nueva; 6 ¡y dichoso aquel que no halle
escándalo en mí!»
7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? Mirad, los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. 10 Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará tu camino por delante de ti. 11 «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? Mirad, los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. 10 Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará tu camino por delante de ti. 11 «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
3.
Volvemos a releer el texto evangélico
- Susurramos con calma las palabras del evangelio, haciéndolas
pasar poco a poco de la lengua a la mente, de la mente al corazón.
Gustamos con calma algunas de estas palabras...
- Estamos junto a Jesús y escuchamos lo que le piden los discípulos de Juan: es una pregunta seria, de las que pueden cambiar la historia.
- La respuesta de Jesús tiene un tono tranquilo, pero nos hiere el corazón como una flecha: la cosa está clara, ¡el Mesías esperado es É!
Deja que las preguntas, las dudas, los deseos y las esperanzas corran libremente en torno a la Palabra de Jesús. Deja que se encuentren y choquen con ella.
- Alguna vez saldrá una respuesta, aunque sea parcial: no en las argumentaciones, sino mirando bien en la cara “A Áquel que viene” y que te está hablando ahora.
No te canses de repetir en voz baja su Palabra y de guardarla en el corazón, más allá de todas las dudas y problemas de la jornada.
Gustamos con calma algunas de estas palabras...
- Estamos junto a Jesús y escuchamos lo que le piden los discípulos de Juan: es una pregunta seria, de las que pueden cambiar la historia.
- La respuesta de Jesús tiene un tono tranquilo, pero nos hiere el corazón como una flecha: la cosa está clara, ¡el Mesías esperado es É!
Deja que las preguntas, las dudas, los deseos y las esperanzas corran libremente en torno a la Palabra de Jesús. Deja que se encuentren y choquen con ella.
- Alguna vez saldrá una respuesta, aunque sea parcial: no en las argumentaciones, sino mirando bien en la cara “A Áquel que viene” y que te está hablando ahora.
No te canses de repetir en voz baja su Palabra y de guardarla en el corazón, más allá de todas las dudas y problemas de la jornada.
4.
Examinamos más de cerca el texto de Mateo
= Nuestro pasaje está
colocado al principio de una nueva sección del evangelio (11,2-12, 50): y es
una serie de relatos sobre las actividades de Jesús que siguen al discurso
sobre el apostolado. No se narran muchos milagros, sino que el evangelista pone
el acento sobre la polémica entre Jesús y sus adversarios, en un creciendo que
continuará por todo el resto del evangelio. El texto es, con mucha
probabilidad, el reflejo de los primeros debates teológicos entre los
cristianos y los discípulos de Juan, centrado sobre la naturaleza de la misión
de Jesús.
= Juan que estaba en la cárcel...: Llevaba
Mateo tiempo sin hablar del Bautista (la última vez fue en 4,12) y ahora dice
que él está en prisión, pero sólo contará las circunstancias de su
encarcelamiento más adelante (14,3-12).
* La carcel para Juan , como para todos, es lugar de
segregación, una especie de “mundo aparte” que lo vuelve casi extraño a todo lo
que constituye la vida normal y deforma la percepción de las noticias que
recibe del exterior. No nos extrañe, también por este motivo, la pregunta del
Bautista que, precisamente, había sido el primero en reconocer en Jesús “el más
potente” (3,11) y el juez escatológico que “tiene en una mano el bieldo”
(3,12). inclinándose ante Él con humildad y temblor (cfr 3,11).
= Había oido hablar de las obras de Cristo...: La
expresión “obras de Cristo” usada para resumir cuanto Jesús estaba haciendo,
anticipa la respuesta que Él dará a la petición de Juan.
* Juan Bautista, estando en la cárcel, escucha las
noticias sobre Jesús: también nosotros cada día, estando en “nuestras
prisiones” de soledad y de alejamiento de Dios o del dolor, escuchamos
“cualquier cosa” que viene de muchas fuentes y nos sentimos perturbados.
A veces es difícil distinguir la buena noticia del evangelio en medio de tantas cosas que suceden cada día.
Sin embargo las obras del hombre Jesús son las “obras de Cristo”, aunque muchas veces no caigamos en la cuenta, tal como le sucede a Juan.
A veces es difícil distinguir la buena noticia del evangelio en medio de tantas cosas que suceden cada día.
Sin embargo las obras del hombre Jesús son las “obras de Cristo”, aunque muchas veces no caigamos en la cuenta, tal como le sucede a Juan.
= ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a
otro? Juan, cuando bautizaba a las multitudes en el Jordán, había
descrito un Mesías fuerte y severo para castigar los pecados de los hombres: “Aquel
que viene en pos de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno ni siquiera de
llevar sus sandalias; él os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Él
tiene en la mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su grano en el granero,
pero quemará la paja en fuego inextinguible” (Mt 3,11-12). En aquella
severidad que azotaba en vista de la conversión y, por tanto, de la salvación,
Juan había leído el sello de la misericordia de JHWH. Ahora sometido a la
prueba de la cárcel, hecho frágil por el sentido de la impotencia y del fallo,
víctima de la injusticia y de la prepotencia contra las que había luchado
siempre, cree que el mal esté triunfando y está como desconcertado. Inmerso
irremediablemente en esa niebla, no logra ver con claridad el poder de Dios en
acción en las obras de Jesús.
* Es lícito suponer: Jesús se estaba revelando
gradualmente como Mesías, pero lo hacía rompiendo los cánones del ideal
hebraico y de las acostumbradas interpretaciones de las sagradas Escrituras: no
estaba “haciendo justicia”, no estaba separando los buenos de los malos como la
criba separa el grano bueno de la paja; predicaba con energía la conversión,
pero perdonaba a los pecadores; se mostraba “manso y humilde de corazón” (Mt
11-29), abierto y disponible a todos , ajeno a cualquier forma chabacana de
contestar al sistema. Es posible pensar, por esto, que Juan haya entrado en
crisis, porque Jesús no correspondía al Mesías que él esperaba y que había
siempre predicado; por tanto, envía una delegación a Jesús para proponer
algunas cuestiones y traer una palabra que ponga un poco de luz en este
misterio de contradicción: ¿Quién eres tú, Jesús?¿Qué dices de ti mismo? ¿Cómo
podemos creer en ti, si, de frente a la prepotencia e injusticia, te
manifiestas como el Mesías paciente, misericordioso, no violento?
¿Quién de nosotros no ha intentado hacerse una idea más
precisa de Áquel en el cual cree y en su modo de obrar, cuando la vida lo ha
hecho enfrentarse a tantas contradicciones e injusticias, incluso en la
Iglesia? ¿Quién de nosotros no se ha fatigado en ver e interpretar
correctamente los signos de la presencia activa del Señor dentro de la propia
historia? Es difícil acoger un Dios “diverso” de nuestros esquemas y por esto
no podemos acusar al Bautista, porque también nosotros estamos sujetos a la
tentación de querer un Dios que tenga nuestros sentimientos, gustos y que sea,
más bien, algo vengativo en hacer “justicia”. Quisiéramos a veces un Dios hecho
a nuestra imagen y semejanza, pero “mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, vuestros caminos no son mis caminos.” (Is 55,8)
= Jesús les respondió: Id y contad a Juan lo que
oís y veis: Jesús no responde de un modo rápido y directo, sino que muestra
con claridad cómo los hechos que provienen de su acción están cambiando la
historia y realizando las antiguas profecías sobre el Mesías. Ninguna respuesta
“ preparada de antemano” por tanto, pero los discípulos deben regresar a Juan y
referirle lo que ellos mismos han oído y visto, porque las curaciones, las
resurrecciones y la liberación son ya signo inequívocos de la mesianidad de
Jesús de Nazaret. Debemos aprender cada día a anunciar la buena noticia a
partir de lo que nosotros mismos sentimos y vemos. El testimonio fraterno e
indispensable para comunicar el evangelio.
* Cristo se somete humildemente al interrogatorio y
responde indicando a los discípulos de Juan un verdadero y propio método de
comprensión y de anuncio: “Id y contad a Juan lo que oís y veis”. El
cuarto evangelista reclama el mismo método abriendo su primera carta: “Lo
que era desde el principio, lo que hemos oido, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han tocado, o sea el
Verbo de la vida (porque la vida se ha hecho visible, y nosotros hemos visto y
por eso damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al
Padre y se ha hecho visible a nosotros) lo que hemos visto y oído, os lo
anunciamos también a vosotros, para que también vosotros estéis en comunión con
nosotros” (Jn 1,1-3). Este es el método misionero adoptado por la
Iglesia primitiva: el método aprendido de la encarnación del Verbo.
El anuncio verdadero y eficaz pasa a través de comunicación sencilla y modesta de la experiencia personal: las palabras sin rumor de una vida tejida de fe.
El anuncio verdadero y eficaz pasa a través de comunicación sencilla y modesta de la experiencia personal: las palabras sin rumor de una vida tejida de fe.
= Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos
quedan limpios y los sordos oyen ... y se anuncia a los pobres la Buena
Nueva; En estas palabras, suma de diversas citas de Isaías (28, 18-19;
35, 5-6; 42, 18; 61,1), está el corazón de la respuesta de Jesús y de todo
nuestro pasaje. El Señor presenta su propia obra no como juicio y dominio, sino
como bendición divina para los necesitados del Pueblo.
Es significativo que los pasajes proféticos citados no
contengan referencias a la lepra y a la muerte, que sin embargo el evangelista
pone en boca de Jesús. Esto pone de relieve la novedad que Jesús trae en su
manera de realizar las profecías sobre el Mesías esperado de Israel. Las obras
de Jesús son grandes, pero Él es uno de los “pequeños” del que habla con predilección,
es un “pobre de JHWH” que ya ve la cruz al final de su camino como hombre. Esto
es insoportable para el que espera un Mesías triunfante. Dichoso el que oye y
ve con un corazón lleno de fe.
* Indirectamente, Jesús invita al mismo Juan a oir y ver
lo que él está enseñando y haciendo. Así el último de los profetas podía
recordar y ahora reconocer que cuanto Jesús dice y hace corresponde a las
grandes profecías mesiánicas, de las cuáles es rico el Antiguo Testamento. Es
el mecanismo de la “memoria religiosa”, sin la cual la fe no se enciende nunca,
y sobre todo, no puede sobrevivir a los golpes de los escándalos que la vida
pone delante: las obras de Dios del pasado son el signo de su fidelidad a las
promesas y prenda de sus obras del futuro.
Empeñarse en recordar cada día “las grandes cosas” que
Dios ha hecho por nosotros y en nosotros (cfr Lc 1,49), no significa caer en
una estéril repetición, sino llevar la semilla de la gracia activa de Dios poco
a poco hasta lo más profundo de nosotros mismos, para que pueda germinar y dar
fruto. También la Eucaristía es recuerdo: es “memorial de la Pasión del Señor”,
recuerdo vivo y actual de la salvación otorgada a cada uno de nosotros.
= ¡Dichoso aquel que no halle escándalo en mí! :
Escándalo” es un vocablo griego: la “piedra de tropiezo” preparada para golpear
de sorpresa a una persona. No obstante el significado que nosotros atribuimos
en general a esta palabra, en la Biblia”escándalo” puede ser tanto algo
negativo como algo positivo.
Jesús es uno que escandaliza a sus conciudadanos por sus orígenes de poca alcurnia y poco apropiados al Mesías glorioso; escandaliza a los fariseos con sus zahirientes palabras, escandaliza a los discípulos del Bautista con su obrar fuera de los esquemas preconcebidos y escandaliza a sus discípulos con su propia muerte infame...
Jesús es uno que escandaliza a sus conciudadanos por sus orígenes de poca alcurnia y poco apropiados al Mesías glorioso; escandaliza a los fariseos con sus zahirientes palabras, escandaliza a los discípulos del Bautista con su obrar fuera de los esquemas preconcebidos y escandaliza a sus discípulos con su propia muerte infame...
El mismo Jesús, sin embargo, no elogia ni escandaliza a
los pequeños o aquéllos que son ocasión de escándalo (cfr Mt 5,29) a la fe o la
moral, induciendo a los otros a correr por caminos equivocados.
El tipo de escándalo del cual tenemos necesidad es el que nace del vivir radicalmente el evangelio, el que nos saca de nuestras costumbres de vida y de nuestros esquemas mentales.
En nuestra vida estamos llamados todos a “escandalizar” el mundo con el escándalo del Evangelio demostrando con la vida que no nos atamos a usos y costumbres lejanos de la fe cristiana, de rechazar compromisos que generan injusticias, de preocuparse por los pobres y los últimos.
El tipo de escándalo del cual tenemos necesidad es el que nace del vivir radicalmente el evangelio, el que nos saca de nuestras costumbres de vida y de nuestros esquemas mentales.
En nuestra vida estamos llamados todos a “escandalizar” el mundo con el escándalo del Evangelio demostrando con la vida que no nos atamos a usos y costumbres lejanos de la fe cristiana, de rechazar compromisos que generan injusticias, de preocuparse por los pobres y los últimos.
= ¿Qué salísteis a ver en el desierto?: No
obstante la debilidad demostrada en la pregunta puesta por Juan, Jesús describe
con entusiasmo a su precursor como un profeta que a su palabra ardiente une los
signos vivos e incontestables de su relación privilegiada con Dios en nombre
del cual habla al Pueblo. Todavía más, con esta serie de seis preguntas
retóricas y tres proposiciones positivas, Jesús afirma que Juan es más que un
profeta: es áquel de quien hablan las antiguas Escrituras de los
padres, el mensajero que prepara el camino al Señor (Mt 3,3), según cuanto habían
dicho los antiguos profetas (Mal 3,1; Ex 23,20). Sin embargo el Señor no se
espera a explicar los motivos de su afirmación, quizás son demasiados evidentes
a los oyentes.
= No ha surgido entre los nacidos de mujer uno
mayor que Juan el Bautista: Juan no es sólo un eminente profeta y el
precursor del Mesías ( porque es evidente que Jesús se retiene como tal), sino
que es grande también como hombre, más que todo sus contemporáneos y hombres de
las épocas precedentes. Es una alabanza de tipo estrictamente personal, la que
Jesús dirige al prisionero de Herodes y no sólo una hipérbole. Con estas
palabras, Jesús anticipa el acercamiento entre Juan Bautista y Elías, que será
explícito en el versículo 14: “si queréis oirlo, él es Elías que debe
venir”.
La expresión “entre los nacidos de mujer” tiene un típico sabor semita, pero contiene también una alusión al misterio del origen de Jesús: también Él “ha nacido de mujer”, pero sólo en la carne, porque su génesis humano –divina está más allá de la simple humanidad.
Nuestro nacimiento de “hijo de Dios” por medio de la fe también está envuelta en el misterio: “no de la sangre ni por el querer de la carne, ni por el querer del hombre, sino por Dios” han sido engendrados (Jn 1,13). Nosotros somos “nacidos de mujer”, pero no estamos destinados a la tierra, sino más bien al Reino de los cielos y allí seremos valorados por la fe y sus obras, fruto de la acogida de la gracia bautismal.
La expresión “entre los nacidos de mujer” tiene un típico sabor semita, pero contiene también una alusión al misterio del origen de Jesús: también Él “ha nacido de mujer”, pero sólo en la carne, porque su génesis humano –divina está más allá de la simple humanidad.
Nuestro nacimiento de “hijo de Dios” por medio de la fe también está envuelta en el misterio: “no de la sangre ni por el querer de la carne, ni por el querer del hombre, sino por Dios” han sido engendrados (Jn 1,13). Nosotros somos “nacidos de mujer”, pero no estamos destinados a la tierra, sino más bien al Reino de los cielos y allí seremos valorados por la fe y sus obras, fruto de la acogida de la gracia bautismal.
= Sin embargo, el más pequeño...: esta parte
de la frase, (quizás una glosa primitiva) parece limitar la entusiasta
presentación del Bautista. Por cuanto sea el más grande entre los hombres, Juan
es pequeño en el Reino, porque allí todo está medido según criterios muy
diversos de los de la tierra: la medida de los tiempos nuevos que están
viniendo y han empezado con la venida del Hijo de Dios. Lo que pertenece a esta
generación del todo nueva, es mayor que cualquiera que haya vivido en la época
precedente, también que Juan el Bautista.
* El contraste entre “grande” y “pequeño” se ha puesto a
propósito para aclarar a todos los creyentes que para ser grande es necesario
convertirse cada vez en más pequeño. En su “grandeza” humana Juan viene
señalado por Jesús como el más pequeño en el reino y también por Juan se pone
la exigencia evangélica de “hacerse pequeño” en las manos de Dios. Es la misma
exigencia que se pone cada día para cada uno de nosotros tentados de
asemejarnos a los “grandes” y a los “poderosos” al menos en el deseo.
5.
Oramos la Palabra dando gracias al Señor
Dios de nuestro gozo, dador de toda salvación (Salmo 146)
Señor guarda por siempre su lealtad,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
Señor libera a los condenados.
Señor abre los ojos a los ciegos,
Señor endereza a los encorvados,
Señor protege al forastero,
Señor sostiene al huérfano y a la viuda.
Señor abre los ojos a los ciegos,
Señor endereza a los encorvados,
Señor protege al forastero,
Señor sostiene al huérfano y a la viuda.
Señor ama a los honrados,
y tuerce el camino del malvado.
Señor reina para siempre,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
y tuerce el camino del malvado.
Señor reina para siempre,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
6.
De la Palabra a la contemplación
Señor Jesús
que “estás por venir”.
No tardes más
y escucha el grito de los pobres
que te miran para obtener la salvación,
justicia y paz.
Danos ojos limpios y un corazón puro
para saber discernir tu presencia activa y fecunda
en los acontecimientos
de nuestro “hoy”
que se nos presenta tan gris y falto de rayos de esperanzas.
que “estás por venir”.
No tardes más
y escucha el grito de los pobres
que te miran para obtener la salvación,
justicia y paz.
Danos ojos limpios y un corazón puro
para saber discernir tu presencia activa y fecunda
en los acontecimientos
de nuestro “hoy”
que se nos presenta tan gris y falto de rayos de esperanzas.
¡Ven, Señor Jesús!
“El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!»
Y el que escucha diga: «¡Ven!»
El que tenga sed venga;
y el que quiera tome gratis el agua de la vida.
Aquel que testifica estas cosas dice: «¡Sí, vendré pronto!»
Amén.
Ven, Señor Jesús.” (Ap 22,17,20)
“El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!»
Y el que escucha diga: «¡Ven!»
El que tenga sed venga;
y el que quiera tome gratis el agua de la vida.
Aquel que testifica estas cosas dice: «¡Sí, vendré pronto!»
Amén.
Ven, Señor Jesús.” (Ap 22,17,20)
Orden de los Carmelitas