¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la 7ª
semana de Pascua.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: JUAN
17,20-26
1) ORACIÓN
INICIAL
Que tu Espíritu, Señor,
nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar
concuerde con tu voluntad. Por nuestro Señor.
2) LECTURA
Del santo Evangelio según
Juan 17,20-26
No ruego sólo por éstos,
sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que
todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la
gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos
y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has
enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú
me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la
creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he
conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer
tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has
amado esté en ellos y yo en ellos.»
3) REFLEXIÓN
• El evangelio de hoy nos
presenta la tercera y última parte de la Oración Sacerdotal, en la que Jesús
mira hacia el futuro y manifiesta su gran deseo de unidad entre nosotros, sus
discípulos, y para la permanencia de todos en el amor que unifica, pues sin
amor y sin unidad no merecemos credibilidad.
• Juan 17,20-23: Para que
el mundo crea que tú me enviaste. Jesús alarga el horizonte y reza al Padre: No
ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra,
creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que
ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado. Aquí aflora la gran preocupación de Jesús por la unión que debe
existir en las comunidades. Unidad no significa uniformidad, sino permanecer en
el amor, a pesar de todas las tensiones y de todos los conflictos. El amor que
unifica al punto de crear entre todos una profunda unidad, como aquella que
existe entre Jesús y el Padre. La unidad en el amor revelada en la Trinidad es
el modelo para las comunidades. Por esto, a través del amor entre las personas,
las comunidades revelan al mundo el mensaje más profundo de Jesús. Como la
gente decía de los primeros cristianos: “¡Mirad como se aman!” Es trágica la
actual división entre las tres religiones nacidas de Abrahán: judíos,
cristianos y musulmanes. Más trágica todavía es la división entre los
cristianos que dicen que creen en Jesús. Divididos, no merecemos credibilidad.
El ecumenismo está en el centro de la última plegaria de Jesús al Padre. Es Su
testamento. Ser cristiano y no ser ecuménico es un contrasentido. Contradice la
última voluntad de Jesús.
• Juan 17,24-26: Que el
amor con que tú me amaste esté en ellos. Jesús no quiere quedar solo. Dice:
Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo,
para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de
la creación del mundo. La dicha de Jesús es que todos nosotros estemos con él.
Quiere que sus discípulos
tengan la misma experiencia que él tuvo del Padre. Quiere que conozcan al Padre
como él lo conoció. En la Biblia, la palabra conocer no se reduce a un
conocimiento teórico racional, sino que implica experimentar la presencia de
Dios en la convivencia de amor con las personas en la comunidad.
• ¡Que sean uno como
nosotros! (Unidad y Trinidad en el evangelio de Juan) El evangelio de Juan nos
ayuda mucho en la comprensión del misterio de la Trinidad, la comunión entre
las personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu. De los cuatro
evangelios, Juan es el que acentúa la profunda unidad entre el Padre y el Hijo.
Por el texto del Evangelio (Jn 17,6-8) sabemos que la misión del Hijo es la
suprema manifestación del amor del Padre. Y es justamente esta unidad entre el
Padre y el Hijo la que hace proclamar a Jesús: Yo y el Padre somos una cosa
sola (Jn 10,30). Entre él y el Padre existe una unidad tan intensa que quien ve
el rostro del uno, ve también el rostro del otro. Cumpliendo esta misión de
unidad recibida del Padre, Jesús revela al Espíritu. El Espíritu de la Verdad
viene del Padre (Jn 15,26). El Hijo pide (Jn 14,16), y el Padre envía el
Espíritu a cada uno de nosotros para que permanezca en nosotros, dándonos ánimo
y fuerza. El Espíritu nos viene del Hijo también (Jn 16,7-8). Así, el Espíritu
de la Verdad, que camina con nosotros, es la comunicación de la profunda unidad
que existe entre el Padre y el Hijo (Jn 15,26-27). El Espíritu no puede
comunicar otra verdad que no sea la Verdad del Hijo. Todo lo que se relaciona
con el misterio del Hijo, el Espíritu lo da a conocer (Jn 16,13-14). Esta
experiencia de la unidad en Dios fue muy fuerte en las comunidades del
Discípulo Amado. El amor que une a las personas divinas Padre e Hijo y Espíritu
nos permite experimentar a Dios a través de la unión con las personas en una
comunidad de amor. Así, también, era la propuesta de la comunidad, donde el
amor debería ser la señal de la presencia de Dios en medio de la comunidad (Jn
13,34-35). Y este amor construyó la unidad dentro de la comunidad (Jn 17,21).
Ellos miraban la unidad en Dios para poder entender la unidad entre ellos.
4) PARA LA
REFLEXIÓN PERSONAL
• Decía el obispo Don
Pedro Casaldáliga: “La Trinidad es aún mejor que la comunidad”. ¿En la
comunidad de la que tú eres miembro, percibes algún reflejo humano de la
Trinidad Divina?
• Ecumenismo. ¿Soy
ecuménico?
5) ORACIÓN
FINAL
Señor, Tú me enseñarás el
camino de la vida,
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha. (Sal 16,11)
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha. (Sal 16,11)
Orden de los Carmelitas - http://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-juan-1720-26