¡Amor y
paz!
Los
invito hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes de la 23a
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 6,39-42
Lectio
Viernes, 13
septiembre, 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, tú que te has dignado
redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de
padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad
verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según
Lucas 6,39-42
Les añadió una parábola: «¿Podrá un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo
por encima del maestro. Será como el maestro cuando esté perfectamente
instruido. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no
reparas en la viga que hay en tu propio ojo?¿Cómo puedes decir a tu hermano:
`Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo', si no ves la viga que
hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver
para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos presenta
unos pasajes del discurso que Jesús pronunció en la planicie después de una
noche pasada en oración (Lc 6,12) y de haber llamado a los doce para que fueran
sus apóstoles (Lc 6,13-14). Gran parte de las frases reunidas en este discurso
fueron pronunciadas en otras ocasiones, pero Lucas, imitando a Mateo, las reúne
aquí en este Sermón de la Planicie.
• Lucas 6,39: La parábola del ciego
que guía a otros ciego. Jesús cuenta una parábola a los discípulos:
"¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?”
Parábola de una sola línea, pero que tiene mucha semejanza con las advertencias
que, en el evangelio de Mateo, van dirigidas a los fariseos: “¡Ay de vosotros
los ciegos!” (Mt 23,16.17.19.24.26) Aquí, en el contexto del evangelio de
Lucas, esta parábola va dirigida a los animadores de las comunidades que se
consideraban dueños de la verdad, superiores a los otros. Por esto, son guías
ciegos.
• Lucas 6,40: Discípulo – Maestro.
“Ningún discípulo es mayor que el maestro; será como el maestro cuando esté
perfectamente instruido”. Jesús es Maestro. No es profesor. El profesor da la
clase, enseña diversas asignaturas, pero no convive. El maestro convive. Su
materia es el mismo, su testimonio de vida, su manera de vivir aquello que
enseña. La convivencia con el maestro tiene tres aspectos: (1) El maestro es el
modelo o el ejemplo que hay que imitar (cf. Jn 13,13-15). (2) El discípulo no
sólo contempla e imita, sino que además se compromete con el destino del
maestro, con sus tentaciones (Lc 22,28), persecución (Mt 10,24-25), y muerte
(Jn 11,16). (3) No sólo imita el modelo, no sólo asume el compromiso, sino que
llega a identificarse: "Vivo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en
mí" (Gál 2,20). Este tercer aspecto es la dimensión mística del
seguimiento de Jesús, fruto de la acción del Espíritu.
• Lucas 6,41-42: La brizna en el ojo
del hermano. “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no
reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano:
`Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo', si no ves la viga que
hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver
para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano."
En el Sermón de la Montaña, Mateo
trata el mismo asunto y explica un poco mejor la parábola de la brizna en el
ojo. Jesús pide una actitud creativa que nos haga capaces de ir al encuentro
del otro sin juzgarlo, sin ideas preconcebidas y sin racionalizaciones,
acogiendo al otro como hermano (Mt 7,1-5). Esta total apertura hacia el otro
como hermano nacerá en nosotros sólo si sabremos relacionarnos con Dios en
total confianza, como hijos con su padre (Mt 7,7-11).
4) Para la reflexión
personal
• Brizna o viga en el ojo. ¿Cómo me
relaciono con los demás en casa y en familia, en el trabajo con los colegas, en
la comunidad con los hermanos y hermanas?
• Maestro y discípulo. ¿Cómo soy
discípulo/a de Jesús?
5) Oración final
Señor, dichosos los que moran en tu
casa
y pueden alabarte siempre.
dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando piensa en las subidas. (Sal
84,5-6)
Orden de los Carmelitas