viernes, 12 de octubre de 2012

No podemos ser neutrales ni indiferentes ante el mal

¡Amor y paz!

Muchos leímos conmovidos el jueves, en un diario de Bogotá, la triste tragedia de una niña que, apenas había cumplido 14 años, acabó con su vida, si es que vida puede llamarse su paso por el mundo, donde no conoció el amor de sus padres ni de nadie.

Brillith pedía siempre que la abrazaran. Se pegó un tiro en el estómago ante la mirada impotente de maestros, sicólogos y condiscípulos, cuando, cansada de tanto desprecio, perdió la esperanza de 'ser alguien' (como escribió en una carta que dejó) y de encontrar quien la abrazara con amor verdadero.

No. No podemos quedarnos indiferentes ante el mal, ante las obras del demonio (lo inhumano) que, porque ocurren a diario en nuestro mundo, a veces dejan de conmovernos, de suscitar nuestro rechazo y de provocar acciones concretas para detenerlas.


Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga,…

Evangelio según San Lucas 11,15-26.
Pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: 'Volveré a mi casa, de donde salí'. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio". 
Comentario

a) La oposición contra Jesús, por parte de sus enemigos, llegó a extremos curiosos: "algunos dijeron: si echa los demonios, es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios". ¿Cómo se puede luchar contra el demonio precisamente en nombre del demonio?

Jesús responde con ironía, preguntando si es que había guerra civil en los dominios de Satanás, y también, en nombre de quién echaban los demonios los que en Israel ejercían el ministerio de exorcistas, que también los había. Lo que pasaba es que los enemigos de Jesús no querían llegar a la conclusión que hubiera sido la más lógica: "el Reino de Dios ha llegado a vosotros".

Pero también nos avisa de que puede haber recaídas en el mal y en la posesión diabólica: "cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, vuelve con siete espíritus peores y el final resulta peor que el principio".

b) Todos estamos implicados en la lucha entre el bien y el mal. El mal -el Malo- sigue existiendo y nos obliga a no permanecer neutrales, sino a posicionarnos en su contra, junto a Cristo.

Al leer cómo Jesús libera a los posesos y cura a los enfermos, estamos convencidos de que "el Reino de Dios ya ha llegado a nosotros", que su fuerza salvadora ya está actuando.

A nosotros no se nos ocurrirán las excusas ridículas de los que no querían aceptar a Jesús.

Pero sí podemos caer en una actitud de pereza o de miedo, o bien no ser conscientes de que en efecto existe el mal, dentro de nosotros y en el mundo y en la Iglesia.

Jesús es "el más fuerte" que ha vencido al poder del mal, en su Pascua, y ahora nos invita a que nos unamos a él en esa lucha: "el que no está conmigo, está contra mí". No podemos ser meros espectadores en la gran batalla.

También haremos bien en escuchar su advertencia: no estamos seguros de haber vencido al mal y al pecado. Puede venir ese espíritu maligno "con otros siete espíritus peores" y "meterse a vivir" en nosotros. Lo que sería una ruina peor. La llamada a la vigilancia es evidente. Cada uno sabe qué demonios le pueden tentar desde dentro y desde fuera. Haremos bien en decir humildemente, con el Padrenuestro, "no nos dejes caer en la tentación".

Cuando comulgamos, se nos invita a participar de Cristo Jesús, que es "el que quita el pecado del mundo". La Eucaristía es la mejor fuerza que Dios nos da en la lucha contra el mal.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 158-161
www.mercaba.org