¡Amor y paz!
Dos acusaciones más de
Jesús contra los fariseos, con los que terminamos esta serie, nada halagüeña
para las clases dirigentes de Israel.
Según él, esos letrados y
fariseos hipócritas se parecen a «sepulcros blanqueados», «hermosos por fuera», pero por dentro «llenos
de… podredumbre». Los sepulcros se blanqueaban, entre otras cosas, para que se
pudieran distinguir bien y no tocarlos, porque eso dejaba impura a la persona.
Además, los fariseos
levantan mausoleos o adornan los sepulcros de los profetas muertos por sus
antepasados: pero ellos mismos rechazan a los profetas vivientes, y están a
punto de asesinar al enviado de Dios, con lo que van a «colmar la medida de sus
padres».
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la vigésima primera semana del tiempo ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio según San Mateo 23,27-32.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: 'Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas'! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
Comentario
Jesús sigue fustigando el
pecado de hipocresía: aparecer por fuera lo que no se es por dentro. Como había
condenado los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto, aquí
desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero
dentro están llenos de maldad.
¿Se nos podría achacar
algo de esto? ¿No andamos preocupados por lo que los demás piensan de nosotros,
cuando en lo que tendríamos que trabajar es en mejorar nuestro interior, en la
presencia de Dios, a quien no podemos engañar? ¿Es auténtica o falsa nuestra
apariencia de piedad? ¿Sería muy exagerado tacharnos de «sepulcros
blanqueados»?
También conviene que nos
evaluemos en el otro aspecto que Jesús denuncia: ¿somos de las personas que, de
palabra, se distancian de los malos, como los fariseos de sus antepasados
(«nosotros no hubiéramos hecho eso de ninguna manera»), pero en realidad somos
tan malos o peores que ellos, cuando se nos presenta la ocasión? Se podría
decir algo así de la Iglesia, que denuncia, y con razón, los defectos de la
sociedad, pero que puede caer en las mismas faltas que critica, como la
ambición o la violencia o el interés por el poder? Y también de cada uno de
nosotros, los «buenos», siempre tentados de creernos los mejores, los
perfectos, cuando en realidad tal vez somos espiritualmente más pobres que los
que tenemos por alejados o no creyentes.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 312-315
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 312-315