sábado, 16 de enero de 2010

JESÚS NO HA VENIDO A LLAMAR A JUSTOS SINO A PECADORES

¡Amor y paz!

La llamada que hace Jesús a Mateo (a quien Marcos llama Leví) para ser su discípulo, ocasiona la segunda confrontación con los fariseos. Antes le habían atacado porque se atrevía a perdonar pecados. Ahora, porque llama a publicanos y además come con ellos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,13-17.

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Comentario

Cada vocación es un acontecimiento personal y original, pero también un hecho comunitario y eclesial. Nadie es llamado a ir solo. Cada vocación es suscitada por el Señor como un don para la comunidad cristiana, de la que poder sacar un provecho...

Es sobre todo a vosotros, los jóvenes, a quienes me quiero dirigir: ¡Cristo tiene necesidad de vosotros para llevar a cabo su proyecto de salvación! ¡Cristo tiene necesidad de vuestra juventud, de vuestro entusiasmo generoso para el anuncio del Evangelio! Responded a esta llamada con el don de vuestra vida a Dios y a los hermanos. Confiad en Cristo que nunca va a decepcionar vuestros deseos y vuestros proyectos, sino que los llenará de sentido y de gozo. Él mismo dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6).

¡Abrid confiadamente vuestro corazón a Cristo! Dejad que, a través de la escucha cotidiana y llena de adoración de las Escrituras que es el libro de la vida y de las vocaciones llevadas a término, se refuerce en vosotros su presencia.

Juan Pablo II
Trad. L’Osservatore Romano
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