¡Amor y paz!
"Yo quiero misericordia
y no sacrificios". Jesús cita al profeta Isaías. Parece que en los tiempos
del profeta, el Templo se llenaba con el humo de los sacrificios, pero en las
calles reinaba la injusticia. Eso sí, cumpliendo con el culto se guardaban las
apariencias. Del mismo modo, a Jesús le piden que sus discípulos observen la
ley. Los fariseos no están muy preocupados si los discípulos tienen hambre o
no. Lo que les preocupaba era que se cumpliese la ley (Servicio Bíblico Latinoamericano).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario,
este viernes de la XV Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 12,1-8.
En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado". Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa:Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".
Comentario
El
pasaje evangélico forma parte con el episodio siguiente (12, 9-14) de una
unidad centrada en torno al problema de la “práctica” del sábado. En el v.2 se
consigna la crítica de los fariseos: “tus discípulos están haciendo lo que no
está permitido en sábado” y en la respuesta del v.12 hay un eco a esta frase en
la boca de Jesús: “está permitido hacer bien en sábado”.
La
acción de arrancar espigas realizada por los discípulos se relata, por tanto
con el fin del esclarecimiento de este problema que ocupaba un puesto esencial
en la piedad judía de la época.
Las formulaciones del precepto sabático estaban consignados en los decálogos de Ex 20 y Dt 5. En ambos hay una referencia a la historia salvífica: en el primero a la creación, en el segundo al Éxodo liberador.
La crítica de los fariseos saca al precepto de esos contextos y lo encierra en una estrecha casuística, malinterpretando el sentido de ambos y de otros pasajes de la Escritura. El “arrancar espigas” era una forma consignada en Dt 23, 26 para dejar firme la protección del derecho de los pobres . Los fariseos, desde su óptica entienden la acción como un acto de recolección, prohibido en Ex 34, 21 y esperan que Jesús corrija a sus discípulos en este punto.
Jesús, con el recurso a la historia salvífica, responde en dos etapas. En la primera (vv. 3-4) se refiere de modo general a una acción realizada por David y sus compañeros que refleja una actitud frente a la Ley de Dios. En la segunda concreta este principio a la ley del reposo sabático (v. 5) recordando la obligación de la actuación sacerdotal en ese día. De ambas, extrae finalmente (vv. 6-8) una conclusión con la que justifica la práctica de sus discípulos y desenmascara el error de sus adversarios.
Jesús se remite a 1 Sm 21 donde se relata que, ante la necesidad propia y de sus hombres, el rey israelita se permitió transgredir la legislación de Lv 24,9 referentes al “pan de obsequio” que es “porción perpetua para Aarón”. Por consiguiente la necesidad del hombre está por encima de los preceptos y el sábado debe considerarse como uno de ellos.
Seguidamente, Jesús dirige su atención y la de sus oyentes a lo que sucede con el descanso sabático en la vida de los sacerdotes. Estos ven aumentarse su tarea en los días de descanso en que se multiplicaban las ofrendas. Por tanto, la obligación del culto obliga a una tarea mayor de los sacerdotes por encima del precepto.
En las conclusión de este razonamiento, Jesús señala que si el culto está por encima del precepto sabático, por encima de aquel existe otra realidad: Jesús mismo y las necesidades del hombre. Jesús es superior al templo, la actitud frente a los semejantes (misericordia) es superior a los sacrificios. La condena de los fariseos se origina en el desconocimiento de este principio fundamental de la Palabra divina consignado en Os 6,12.
Con
ello se llega al punto culminante de la enseñanza de esta controversia: el precepto
sabático sólo puede ser entendido adecuadamente en el marco del culto tributado
a Dios y éste sólo puede brotar auténticamente en el ámbito de la misericordia
y desde el sentimiento de ayuda al semejante.
Este
ámbito de misericordia crea un sentimiento de libertad y señorío sobre el culto
y sobre todos los preceptos. De esa forma Jesús nos remite al núcleo
fundamental desde donde debe brotar y ser valorada toda acción humana.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)