jueves, 30 de agosto de 2018

«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor»


¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves de la 21ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice,

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-9):

Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Palabra de Dios

Salmo
Sal 144,2-3.4-5.6-7

R/.
 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.

Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (24,42-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

Palabra del Señor

Comentario


1.1 Así como al entrar a un banquete elegante o un restaurante de clase nos presentan el menú de lo que vendrá más adelante, así conviene que nos preparemos para alimentarnos sustanciosamente con la Primera Carta a los Corintios cuya lectura iniciamos hoy. Aquí nos apoyamos en una notas de estudio del P. Pedro Ortiz, SJ.

1.2 Corinto es una antigua ciudad griega, situada en el estrecho que une la parte continental de Grecia con la península del Peloponeso. En el siglo I d.C. estaba habitada principalmente por excombatientes romanos y por antiguos esclavos libertados, procedentes de Italia, o por sus descendientes. Era capital de la provincia de Acaya, y por su posición tanto geográfica como política, tenía una activa vida comercial, cultural y religiosa. Las referencias de algunos autores antiguos sobre el extremado desenfreno de sus costumbres no parecen corresponder a la realidad de entonces. En este aspecto, la situación de Corinto debía de ser semejante a la de tantos otros puertos del Mediterráneo.

1.3 La comunidad cristiana de Corinto fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero (cf. Hch 18,1–18), a principios de la década de los 50. Algunos de estos cristianos procedían del judaísmo, pero la mayoría eran de origen pagano (cf. 1 Cor 12,2). Aunque Pablo permaneció allí año y medio (Hch 18.11), solo pudo poner los fundamentos de la fe cristiana (cf. 1 Cor 3,6, 10). Más tarde llegaron otros maestros, entre los cuales Pablo menciona en particular a Apolo (véase 1 Cor 1,12).

1.4 La actividad de algunos de los maestros venidos posteriormente fue ocasión de que se crearan divisiones y grupos en la comunidad. Por otra parte, la intensa vida carismática que se desarrolló en la iglesia de Corinto llevó a algunos a creerse demasiado sabios. Además de todo esto, el pasado pagano de la mayoría de los cristianos y el contacto inevitable con una sociedad pagana de costumbres libertinas, así como las diferencias sociales entre los propios miembros de la comunidad cristiana, dieron lugar a una serie de situaciones y abusos, que Pablo se vio obligado a corregir.

2. El Mandato de Velar

2.1 Con un lenguaje sumamente gráfico Jesús apremia a todos con el mandamiento de velar. Es muy interesante ver que él mismo, siendo quien es, se compara a un ladrón, en el texto del evangelio que hoy hemos leído. Y en este género de comparación no estamos ante un hecho insólito en los evangelios, pues muchas veces Jesús opta por presentar a Dios no como es en sí mismo sino como cada cual lo percibe. ¿Recordamos, por ejemplo, esa vez en que habla de Dios comparándolo en cierta manera con un juez injusto al que una pobre viuda tiene que insistirle una y otra vez (Lc 18,3-7)? Dios no ES un juez injusto, pero a quien sufre y no se siente escuchado LE PUEDE PARECER que Dios es así, y Jesús opta continuamente por situarse "del lado del cliente", no del lado de la teoría o de "la verdad en sí misma".

2.2 En el caso presente, hay que decir que Dios parece un ladrón para quien se siente tan dueño de su vida, su tiempo y sus cosas, que no quiere perderlos jamás. Para el que quiere vivir mil años, Dios es un ladrón de años. Para el que quiere disfrutar todos los placeres, Dios sólo puede ser un ladrón de placeres. Para el que quiere gozarse de la creación para siempre, estorba el llamado del Creador.

2.3 Notemos que en todos los casos en que Dios parece un ladrón es porque el hombre ha querido sentirse "dueño". La clave en el discurso de Jesús está en esto: no te sientas dueño y no verás en Dios un ladrón. Siéntete siervo, siervo amado, siervo fiel, siervo en el que se puede confiar, y descubrirás un Dios que te otorga el don de su amor y de su confianza.

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