¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en
este miércoles
de la 17ª semana del Tiempo Ordinario, en que celebramos la memoria obligatoria
de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura del profeta
Jeremías (15,10.16-21):
Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot! Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»
Palabra de Dios
Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot! Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 58,2-18
R/. Dios es mi refugio en el peligro
Líbrame de mi enemigo, Dios mío,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R/.
Mira que me están acechando
y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme. R/.
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios,
y me haga ver la derrota del enemigo. R/.
Yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. R/.
Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. R/.
R/. Dios es mi refugio en el peligro
Líbrame de mi enemigo, Dios mío,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R/.
Mira que me están acechando
y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme. R/.
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios,
y me haga ver la derrota del enemigo. R/.
Yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. R/.
Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (13,44-46):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
Palabra del Señor
Comentario
1.1
Jeremías es de las pocas figuras grandes del Antiguo Testamento que no vivió en
matrimonio. La soledad de su voz hizo parejas con la soledad de su propia
existencia. Si Oseas pudo denunciar la infidelidad del pueblo desde su propia
experiencia de hombre casado con una mujer infiel, Jeremías pudo mostrar la
soledad de Dios desde su realidad de hombre obligado a la soledad.
1.2 Por
otra parte, esta soledad del profeta no es puro vacío. Podemos equipararla con
el hambre, un hambre particular que se convierte en deseo de recibir y
"devorar" la Palabra de Dios. Su drama no es puro dolor, sino también
consuelo y alegría. Semejante ambivalencia entre el gozo y el sufrimiento la
volveremos a encontrar en la Cruz y la Resurrección. Será sello de nuestra
Pascua, en realidad, conocer del dolor y poder ir más allá del dolor.
1.3 Un
hombre solo parece un monumento a la debilidad. Su opinión no cuenta, no hay
nadie de su lado y carece del respaldo y cariño que dan una esposa y unos
hijos. Y sin embargo, Dios le declara que lo hace fuerte como el bronce. Se
necesitaba fe para fiarse de eso.
1.4 La
fortaleza de Jeremías es sencillamente la de la verdad. La verdad aparecerá y
la mentira caerá por su propio peso. Quien anunció verdad será reivindicado,
así ahora parezca solo; quien anunció mentira quedará confundido así ahora
parezca fuerte. Es así de claro, así de difícil y así de hermoso.
2.
Encuentra el Tesoro
2.1 Quizá
en ningún otro pasaje el evangelio es tan "evangelio", es decir,
buena nueva, como en el breve texto de la Misa de hoy. La alegría desbordante,
la sensación de haber encontrado lo que siempre se deseó, el gozo de pasar de
la angustia de la búsqueda al deleite de la posesión... todo esto, no lo
olvidemos nunca, todo esto es entraña y carne del Evangelio.
2.2 Y uno
lee estas cosas y piensa: ¿podemos llamar "evangelizados" a aquellos
que NUNCA han experimentado este tipo de alegría? Si una persona NUNCA ha
sentido que seguir el camino de Dios es su decisión más acertada y que la
puerta que un día se le abrió es lo más fantástico que había podido sucederle,
¿qué pensará esa persona de las exigencias de amor y de la moral de la Iglesia,
sino que son cosas imposibles, anticuadas y tristes?
2.3 No es posible, por lo menos yo no creo que sea posible, seguir el
camino de Jesús sin la alegría de Jesús. No se pueden obedecer los mandamientos
de Jesús sin el amor de Jesús. Y por eso está bien que los católicos defendamos
el derecho a la vida, protejamos a los niños no nacidos, tratemos de frenar la
legalización de parejas homosexuales... todo eso está bien, pero todo eso es
MUY POCO si no tenemos un vigoroso y convincente mensaje de alegría que muestre
que sí es verdad que existe algo mejor que el placer efímero, la soberbia
estéril o el lucro fácil.
http://fraynelson.com/homilias.html.