¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 5ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MARCOS
7,14-23
Lectio:
Miércoles, 13 febrero,
2019
1) Oración
Vela, Señor, con amor
continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha
puesto su esperanza. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos
7,14-23
Llamó otra vez a la gente
y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en
él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al
hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
3) Reflexión
• El Evangelio de hoy es la continuación del asunto que meditamos ayer. Jesús ayuda a la gente y a los discípulos a entender mejor el significado que la pureza tiene ante Dios. Desde siglos, para no volverse impuros, los judíos observaban muchas normas y costumbres relacionadas con comida, bebida, ropa, higiene del cuerpo, lavado de los vasos, contacto con personas de otra religión y raza, etc. (Mc 7,3-4) No tenían permiso para entrar en contacto con los paganos y para comer con ellos. En los años 70, época de Marcos, algunos judíos convertidos decían: “Ahora que somos cristianos tenemos que abandonar estas costumbres antiguas que nos separan de los paganos convertidos.” Pero otros pensaban que debían continuar a observar estas leyes de la pureza (Cf. Col 2,16.20-22). La actitud de Jesús, descrita en el evangelio de hoy, nos ayuda a superar el problema.
• Marcos 7,14-16: Jesús
abre un nuevo sendero para que la gente se acerque a Dios. Dice a la multitud:
“¡Todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle!” (Mc 7,15).
Jesús invierte las cosas: lo impuro no viene de fuera para dentro, como
enseñaban los doctores de la ley, sino de dentro para fuera. De este modo,
nadie más precisa preguntarse si esta o aquella comida o bebida es pura o
impura. Jesús coloca lo puro y lo impuro a otro nivel, a nivel del
comportamiento ético. Abre un nuevo sendero para llegar hasta Dios y, así,
realiza el deseo más profundo de la gente.
• Marcos 7,17-23: En casa
m casa, los discípulos piden explicación. Los discípulos no entendieron bien lo
que Jesús quería decir con aquella afirmación. Cuando llegaron a casa pidieron
una explicación. A Jesús le extraño la pregunta de los discípulos. Pensaba que
habían entendido la parábola. En la explicación a los discípulos va hasta el
fondo de la cuestión de la pureza. ¡Declara puros todos os alimentos! Es decir:
ningún alimento que entra en el ser humano puedo volverlo impuro, pues no va
hasta el corazón, sino que va al estómago y termina de nuevo fuera del ser
humano. Sino que lo que vuelve impuro, dice Jesús, es aquello que sale del
corazón para envenenar la relación humana. Y enumera: prostitución, robo,
asesinato, adulterio, ambición, etc. Así, de muchas maneras, por la palabra,
por la convivencia, Jesús fue ayudando a las personas a ver y a conseguir la
pureza de otra manera. Por la palabra, purificaba a los leprosos (Mc 1,40-44),
expulsaba a los espíritus impuros (Mc 1,26.39; 3,15.22 etc.), y vencía la
muerte que era fuente de toda impureza. Gracias a Jesús que la toca, la mujer
excluida como impura queda curada (Mc 5,25-34). Sin miedo a ser contaminado,
Jesús come junto con las personas consideradas impuras (Mc 2,15-17).
• Las leyes de la pureza
en el tiempo de Jesús. La gente de aquella época se preocupaba mucho por la
pureza. La ley y las normas de la pureza indicaban las condiciones necesarias
para que alguien pudiera presentarse ante Dios y sentirse en su presencia. No
era posible presentarse ante Dios de cualquier manera. Pues Dios es Santo. La
Ley decía: “¡Sed santos, porque yo soy santo!” (Lv 19,2). Los impuros no podían
llegar cerca de Dios para recibir de él la bendición prometida a Abrahán. La
ley de lo que es puro e impuro (Lv 11 a 16) se escribió después del cautiverio
en Babilonia, unos 800 años después del Éxodo, pero tenía sus raíces en la
mentalidad y en las antiguas costumbres del pueblo de la Biblia. Una visión
religiosa y mítica del mundo llevaba a la gente a apreciar cosas, animales y a
las personas, desde la categoría de la pureza (Gn 7,2; Dt 14,13-21; Nm
12,10-15; Dt 24,8-9).
En el contexto de la
dominación persa, siglos V y IV antes de Cristo, ante la dificultad de
reconstruir el templo de Jerusalén y para la supervivencia del clero, los
sacerdotes que estaban en el gobierno del pueblo de la Biblia ampliaron las
leyes de la pureza y la obligación de ofrecer sacrificios de purificación por
el pecado. Así, después del parto (Lv 12,1-8), de la menstruación (Lv 15,19-24)
o de la cura de una hemorragia (Lv 15,25-30), las mujeres debían ofrecer
sacrificios para recuperar la pureza. Los leprosos (Lv 13) o quienes entraban
en contacto con cosas y animales impuros (Lv 5,1-13) también debían ofrecer
sacrificios. Una parte de estas ofrendas quedaba para los sacerdotes (Lv 5,13).
En el tiempo de Jesús, tocar un leproso, comer con un publicano, comer sin
lavarse las manos, y tantas otras actividades, etc.: todo esto volvía impura a
la persona, y cualquier contacto con esta persona contaminaba a los demás. Por
esto, las personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía con miedo,
amenazada siempre por tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Estaba obligada
a vivir desconfiando de todo y de todos. Ahora, de repente, ¡todo cambia! A
través de la fe en Jesús, era posible conseguir la pureza y sentirse bien ante
Dios, sin que fuera necesario observar todas aquellas leyes y normas de la
“Tradición de los Antiguos”. ¡Fue una liberación! ¡La Buena Nueva anunciada por
Jesús sacó a la gente de la defensiva, del miedo, y le devolvió las ganas de
vivir, la alegría de ser hijo y hija de Dios, sin miedo a ser feliz!
4) Para la relación
personal
• En tu vida, ¿hay costumbres
que consideras sagrados y otros que consideras no sagrados? ¿Cuáles? ¿Por qué?
• En nombre de la
Tradición de los Antiguos, los fariseos olvidaban el Mandamiento de Dios. Esto
¿acontece hoy? ¿Dónde y cuándo? ¿También en mi vida?
5) Oración final
La salvación del honrado
viene del Señor,
Él es su refugio en tiempo de angustia;
el Señor lo ayuda y lo libera,
Él lo libra del malvado,
lo salva porque se acoge a Él. (Sal 37,39-40)
Él es su refugio en tiempo de angustia;
el Señor lo ayuda y lo libera,
Él lo libra del malvado,
lo salva porque se acoge a Él. (Sal 37,39-40)
Orden de los Carmelitas