¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este miércoles de la 6ª semana del Tiempo
Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Marcos 8,22-26
Lectio
Miércoles,
19 de febrero de 2020
1)
Oración
Señor,
tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón, concédenos
vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros.
Por nuestro Señor.
2)
Lectura
Del
Evangelio según Marcos 8,22-26
Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican
que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y
habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba:
«¿Ves algo?» Él, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como
árboles, pero que andan.» Después, le volvió a poner las manos en los ojos y
comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos
claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera
entres en el pueblo.»
3)
Reflexión
•
El Evangelio de hoy cuenta la curación de un ciego. Este episodio de la
curación constituye el inicio de una larga enseñanza de Jesús a los discípulos
(Mc 8,27 a 10,45) que termina con la curación de otro ciego (Mc 10,46-52). En
medio de este contexto más amplio Marcos sugiere a los lectores que los ciegos
de verdad son Pedro y los demás discípulos. ¡Somos todos nosotros! Ellos no
entendían la propuesta de Jesús cuando hablaba del sufrimiento y de la cruz.
Pedro aceptaba a Jesús como mesías, pero no como mesías que sufre (Mc 8,27-33).
El estaba influenciado por la propaganda del gobierno de la época que hablaba
sólo del mesías como rey glorioso. Pedro parecía ciego. No entendía nada y
quería que Jesús fuera como él, Pedro, quería que fuese.
•
El evangelio de hoy muestra lo difícil que fue la curación del primer ciego.
Jesús tuvo que realizarla en dos etapas. Igualmente difícil fue la curación de
la ceguera de los discípulos. Jesús tuvo que hacer una larga explicación
respecto del significado de la Cruz para ayudarlos a entender, porque era la
cruz lo que estaba causando en ellos esta ceguera.
•
En el año 70, cuando Marcos escribe, la situación de las comunidades no era
fácil. Había mucho sufrimiento, muchas cruces. Seis años antes, en el 64, el
imperador Nerón había decretado la primera gran persecución, matando a muchos
cristianos. En el 70, en Palestina, Jerusalén estaba siendo destruida por los
romanos. En los otros países, estaba estallando una fuerte tensión entre judíos
convertidos y judíos no convertidos. La dificultad mayor era la Cruz de Jesús.
Los judíos pensaban que un crucificado no podía ser el mesías tan esperado por
la gente, pues la ley afirmaba que todo crucificado debía de ser considerado
como un maldito de Dios (Dt 21,22-23).
•
Marcos 8,22-26: Curación de un ciego. Le llevan a un ciego, pidiendo a Jesús
que lo curara. Jesús lo cura, pero de una forma diferente. Primero, lo saca
fuera del pueblo. Luego, le pone saliva en los ojos, le impone las manos y le
pregunta: ¿Ves algo? Y el hombre le contesta: “Veo a los hombres, pues los veo
como árboles, pero que andan.” Veía sólo en parte. Cambiaba árboles por
personas, y personas por árboles. Así que Jesús lo cura en su segundo intento,
y le prohíbe entrar en el pueblo. Jesús no quería una propaganda fácil.
•
Como dijimos, esta descripción de la curación del ciego, es la introducción de
una larga enseñanza de Jesús para curar la ceguera de los discípulos, y que al
final termina con la curación de otro ciego, Bartimeo. En realidad el ciego es
Pedro. Somos todos nosotros. ¡Pedro no quería el compromiso de la Cruz! Y nosotros
¿entendemos el sufrimiento en la vida?
•
Entre las dos curaciones del ciego (Mc 8,22-26 e Mc 10,46-52), está la larga
enseñanza sobre la Cruz (Mc 8,27 a 10,45). Parece un catecismo, hecho con
frases feita con frases de Jesús. Habla de la cruz en la vida del discípulo y
de discípula. La larga instrucción consta de tres anuncios de la pasión. El
primero es Marcos 8,27-38. El segundo, Marcos 9,30-37. El tercero, Marcos
10,32-45. Entre el primero y el segundo, haya una serie de enseñanzas para
ayudar a entender que Jesús es el Mesías Siervo (Mc 9,1-29). Entre el segundo y
el tercero, una serie de enseñanzas que aclaran qué tipo de conversión tiene
que ocurrir en la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo (Mc 9,38 a
10,31):
Mc 8,22-26: la curación de un ciego
Mc 8,27-38: primer anuncio de la Cruz
Mc 9,1-29: instrucciones a los discípulos sobre el Mesías Siervo
Mc 9,30-37: Segundo anuncio de la Cruz
Mc 9,38 a 10,31: instrucciones a los discípulos sobre la conversión
Mc 10,32-45: tercer anuncio de la Cruz
Mc 10,46-52: la curación del ciego Bartimeo
El conjunto de la enseñanza tiene como telón de fondo la caminada desde Galilea hasta Jerusalén. Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos informa que Jesús está de camino hacia Jerusalén, donde le espera la muerte (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32). El seguimiento de Jesús no se entiende por medio de la enseñanza teórica, sino por medio del compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. Quien insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no entenderá nunca nada y nunca llegará a tomar la actitud del verdadero discípulo. Continuará ciego, cambiando gente por árboles (Mc 8,24). Pues sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y qué significa seguir a Jesús.
El Camino del seguimiento es el camino de la entrega, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del conflicto, sabiendo que habrá resurrección. La cruz no es un accidente por el camino, sino que forma parte del camino. Pues en un mundo organizado desde el egoísmo, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! Quien hace de su vida un servicio a los demás, incomoda a los que viven agarrados a los
Mc 8,22-26: la curación de un ciego
Mc 8,27-38: primer anuncio de la Cruz
Mc 9,1-29: instrucciones a los discípulos sobre el Mesías Siervo
Mc 9,30-37: Segundo anuncio de la Cruz
Mc 9,38 a 10,31: instrucciones a los discípulos sobre la conversión
Mc 10,32-45: tercer anuncio de la Cruz
Mc 10,46-52: la curación del ciego Bartimeo
El conjunto de la enseñanza tiene como telón de fondo la caminada desde Galilea hasta Jerusalén. Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos informa que Jesús está de camino hacia Jerusalén, donde le espera la muerte (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32). El seguimiento de Jesús no se entiende por medio de la enseñanza teórica, sino por medio del compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. Quien insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no entenderá nunca nada y nunca llegará a tomar la actitud del verdadero discípulo. Continuará ciego, cambiando gente por árboles (Mc 8,24). Pues sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y qué significa seguir a Jesús.
El Camino del seguimiento es el camino de la entrega, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del conflicto, sabiendo que habrá resurrección. La cruz no es un accidente por el camino, sino que forma parte del camino. Pues en un mundo organizado desde el egoísmo, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! Quien hace de su vida un servicio a los demás, incomoda a los que viven agarrados a los
privilegios,
y sufre.
4)
Para la reflexión personal
•
Todos creemos en Jesús. Pero a Jesús le entendemos de formas distintas. ¿Cuál
es hoy el Jesús más común en la manera de pensar de la gente? ¿Cómo interfiere
la propaganda en mi manera de ver a Jesús? ¿Qué hago para no caer en el engaño
de la propaganda?
•
¿Qué pide Jesús a las personas que quieren seguirle? ¿Qué es lo que hoy nos
impide reconocer y asumir el proyecto de Jesús?
5)
Oración final
Señor,
¿quién vivirá en tu tienda?,
¿quién habitará en tu monte santo?
El de conducta íntegra
que actúa con rectitud,
que es sincero cuando piensa
y no calumnia con su lengua. (Sal 15,1-3)
¿quién habitará en tu monte santo?
El de conducta íntegra
que actúa con rectitud,
que es sincero cuando piensa
y no calumnia con su lengua. (Sal 15,1-3)
Orden
de los Carmelitas