miércoles, 12 de mayo de 2010

‘EL ESPÍRITU DE LA VERDAD OS GUIARÁ HASTA LA VERDAD PLENA’

¡Amor y paz!

Ayer meditamos el papel de "Defensor" que el Espíritu ejerce en el curso del "proceso de Jesús" que se desarrolló en Jerusalén en aquel tiempo... y que se desarrolla en el curso de toda la historia.

Hoy vamos a considerar otro rol del Espíritu, el de 'Pedagogo', el que hace comprender, el que hace crecer.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este Miércoles de la Sexta Semana de de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,12-15.

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.

Comentario

«Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1C 2,11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. El que «habló por los profetas» (Credo) nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a Él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo, y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos «desvela» a Cristo «no habla de sí mismo» (Jn 16,13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué «el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce», mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (Jn 14,17).

La Iglesia, comunión viviente en la fe de los apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo:

En las Escrituras que Él ha inspirado;

En la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales

En el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste;

En la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo;

En la oración en la cual Él intercede por nosotros;

En los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia;

En los signos de vida apostólica y misionera;

En el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.

Catecismo de la Iglesia Católica
§ 687-688
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