sábado, 8 de octubre de 2022

Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, este sábado de la 26ª del T.O. Semana del Tiempo Ordinario, ciclo C

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Galacia 3, 22-29

 

Hermanos:

De hecho, la Ley escrita sometió todo al pecado, para que la promesa se cumpla en aquellos que creen, gracias a la fe en Jesucristo.

Antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada. Así, la Ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Y ahora que ha llegado la fe, no necesitamos más de un guía. Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.

Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 104, 2-3. 4-5.6-7 (R.: 8a)

 

R.        El Señor se acuerda eternamente de su alianza.

 

¡Canten al Señor con instrumentos musicales,

pregonen todas sus maravillas!

¡Gloríense en su santo Nombre,

alégrense los que buscan al Señor!  R.

 

¡Recurran al Señor y a su poder,

busquen constantemente su rostro;

recuerden las maravillas que él obró,

sus portentos y los juicios de su boca!  R.

 

Descendientes de Abraham, su servidor,

hijos de Jacob, su elegido:

el Señor es nuestro Dios,

en toda la tierra rigen sus decretos.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   11, 27-28

 

Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!»

Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Los judaizantes se habían introducido en Galacia y querían imponer prácticas antiguas a los nuevos convertidos. Pablo, ante esto despliega una perspectiva «evolutiva» de la historia de la salvación reafirmando la continuidad de los dos Testamentos. Sostiene que el verdadero contenido del Antiguo no son las obras de la ley, sino la fe en Jesucristo. Pablo entiende por «testamento» sobre todo las promesas que hizo Dios a Abrahán de justicia y bendición para todos los pueblos, que no podían estar condicionadas al cumplimiento de una ley. Sólo Cristo puede dar cumplimiento a las promesas.
  • La ley vino para encaminarnos hacia Cristo. Para los judíos la ley era comparable a esos «pedagogos» de las familias romanas. Estos eran esclavos que llevaban a los niños a la escuela y se encargaban de su disciplina; al llegar los niños a la adolescencia, ya no hacían falta. Para Pablo el papel pedagógico de la ley desaparece con la presencia de Cristo. El hombre maduro es libre y no necesita de esta tutela. Sólo el Espíritu, que Cristo nos ha enviado, es capaz de darnos la madurez propia de los hijos de Dios.
  • Pablo dice que el bautismo nos une a Cristo, y nos hace revestir de Él. La comparación del «vestido» es una imagen simbólica: el bautizado está como transformado, recibe una nueva manera de ser, tiene una nueva apariencia, «representa» a Cristo, es su «visibilidad». El bautismo signo de la fe, incorpora al hombre a Cristo y le ofrece un estado de filiación divina, a semejanza de aquel que es hijo por naturaleza. Todos no son más que uno en Cristo Jesús.
  • Pero eso solamente puede darse por la fe en la acción salvadora de Dios, que lo transforma todo en Jesucristo. En Él, la salvación es ofrecida a todos los hombres porque ya no se trata de merecimientos, sino del amor de Dios.

***

  • Bienaventurados eran aquellos que habían alcanzado el favor de Dios y lo gozaban en el presente. En el evangelio de hoy encontramos por tercera vez una “bienaventuranza” aplicada a María: La primera la hace su prima Isabel al recibirla, la segunda la proclama la misma María en el magnificat. Ahora, es una  mujer del pueblo que interrumpe la enseñanza de Jesús y proclama a María como una mujer bienaventurada: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!
  • Jesús no rechaza la alabanza de la mujer, la eleva. No es la carne ni la sangre lo que marca el vínculo con Él. La comunión con Jesús viene del «sí» dado a la Palabra de Dios. Los que escuchan y practican la Palabra de Dios participan de la bienaventuranza de María que supo responder a la invitación divina. María es la esclava del Señor porque se hace discípula de la Palabra.
  • María ha engendrado a Jesús a la vida; en el discipulado el maestro engendra a la vida del Reino por la fuerza de la Palabra, al discípulo. Lo que sucede entre María y Jesús en el campo natural, se realiza de modo espiritual dentro de las condiciones posibles, entre el maestro y el discípulo.
  • María es la discípula que cubierta “con la sombra del Altísimo” ha escuchado y guardado la Palabra en su corazón. Jesús usa la exaltación de esta mujer del pueblo, para mostrar por donde pasa el camino de la verdadera Bienaventuranza, en la cual María, tiene el primer lugar.
  • Jesús rompe con la tradición, y no es la pertenencia a Israel lo que da la garantía de acceder al Reino de Dios. Para el proyecto de la nueva humanidad, Jesús forma una comunidad en la que ni la sangre ni la carne son la clave de pertenencia. Quien hace fructificar su vida con actitudes palpables y con acciones reales lo que ha escuchado de Jesús, ése es discípulo; el verdaderamente dichoso.
  • El Reino no se mide por actos de piedad ni por actos de caridad. El Reino se mide por la justicia, la verdad y el amor con que vivimos y la forma responsable de como asumimos nuestra existencia. Así, podremos ser dichosos como fue María, no sólo por ser la que engendró y amamantó a  Jesús, sino por escuchar atentamente la Palabra, rumiarla en su corazón y vivirla.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué palabras son las que más rondan mi corazón?
  • ¿Qué tengo que “conservar” en mi corazón?
  • ¿Qué reclama Jesús a sus discípulos?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Que yo sea feliz, escuchando y viviendo tu Palabra

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral